Por Emilio Grande (h.).- A manera de balance, voy a intentar destacar los hechos más importantes positivos y negativos. En el plano mundial, continúan varios conflictos armados en varios lugares y también algunos nuevos, especialmente la guerra fratricida e invasiva de la Rusia gobernada autoritariamente por Putin sobre la pacífica Ucrania, como así también el ataque del grupo Hamas a Israel, cuyo Gobierno no se hizo esperar en la devolución de ataques a la Franja de Gaza en territorio palestino y a Siria. Al decir del entonces papa Juan Pablo II, se comprueba una vez más la espiral de la violencia de nunca acabar…
El doctor Rodolfo Zehnder opinó: “Lo que ocurre en Gaza es una catástrofe humanitaria, quizá la mayor desde la II Guerra Mundial: miles de muertos (un 40% niños), pueblos arrasados, no quedando sino piedra sobre piedra. La humanidad observa azorada, aunque de algún modo impasible, incapaz de ponerle fin, por más pequeñas treguas. En esta sociedad pos-moderna nos enfrentamos a la banalización del mal del cual hablara hace tiempo Hannah Arendt: su trivialización, y el consecuente poco apego a sus catastróficas consecuencias. Para los creyentes, es un verdadero escándalo, una situación cuya injusticia clama al Cielo”.
También hay problemas en Sudán, Birmania, persecuciones a los que piensan diferente como el gobierno de Ortega a la Iglesia Católica en Nicaragua. Se trata de algunos escenarios “de esta tercera guerra mundial”, como señala el papa Francisco, recordando que toda guerra provoca destrucción humana y edilicia, sumado al hambre mayoritario.
En el ámbito nacional, vivimos una de las peores crisis institucionales con uno de los peores gobiernos de la historia argentina por la grave crisis económica con más del 160% de inflación anual, que afecta a todos los argentinos, sobre todo los más pobres e indigentes, como así también los niveles escandalosos de pobreza del 45% de la población, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, sumado a la corrupción en todos los niveles.
En este contexto, era imposible que ganara el candidato oficialista y ministro de Economía Sergio Massa, emergiendo un outsider Javier Milei, quien canalizó el voto bronca y antikirchnerista, sumado a que desplazó al internismo de Juntos por el Cambio, pero le aportó los votos para ganar el ballotage. El nuevo Presidente lanzó un mega decreto que afecta a los intereses de muchas corporaciones que privilegian sus intereses particulares sobre el bien común, como así también el proyecto de ley ómnibus en el Congreso: reforma electoral, movilidad jubilatoria, delegación de facultades al Ejecutivo, privatizaciones de empresas del Estado, suba de retenciones, cambios impositivos, blanqueo de capitales, límites a las marchas, entre otros.
En la provincia de Santa Fe, al ex gobernador Omar Perotti le quedó grande el cargo, cuyo slogan de “paz y orden” estuvo muy lejos de lograrlo, en especial en las ciudades de Rosario, Santa Fe y Rafaela, sumado a la deficiente gestión en salud y educación. En las elecciones provinciales se impuso mayoritariamente Maximiliano Pullaro, quien tiene grandes desafíos, especialmente combatir la inseguridad, pero arrancó mal con el impuestazo del 146,5% al inmobiliario urbano. ¿Cuándo harán el ajuste las autoridades ejecutivas y legislativas que cobran sueldos millonarios?
En la Perla del Oeste se terminó la hegemonía del poder peronista luego de 32 años que incluyeron tres mandatos consecutivos de Luis Castellano y la ciudadanía dijo basta, imponiéndose el joven radical Leonardo Viotti, quien está haciendo las primeras armas en el Ejecutivo, pero también se equivocó con el tarifazo del 60% de los tributos municipales cuando en los últimos años los aumentos fueron escalonados por las circunstanciales mayorías en el Concejo. Los desafíos son enormes: combatir la inseguridad creciente de la mano del aumento del narcotráfico, el caótico tránsito con más de 100.000 vehículos, accidentes diarios con el protagonismo incontrolable de los motociclistas con un saldo de 10 muertos en 2023 y el decadente servicio de los minibuses.
La dirigencia debe priorizar el bien común, más allá de las diferencias, sin olvidar la máxima del Martín Fierro: “si nos peleamos entre los hermanos nos devoran los de afuera…”.
