Por María Herminia Grande.- En estas últimas horas el Presidente volvió sobre una vieja afirmación no menor del 2019: “Con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede”. Si el Presidente reflexionara sobre tal aseveración cierta -los hechos así lo demostraron-, advertiría que antes de ser gobierno había nacido el albertismo. Parece que el propio Alberto Fernández no se percató de ello y cada día se aleja más. Ahora bien, ¿qué peso político tuvo el albertismo dentro de aquella fórmula presidencial? Significó un bypass hacia el peronismo, divorciado entonces del cristinismo. Fue poner valor agregado político que operó en sectores distantes del movimiento peronista, para encolumnarse detrás de la fórmula Fernández-Fernández. El albertismo así se convirtió en el garante de un peronismo conciliador, republicano, dúctil con el consenso. Su presencia en la fórmula fue un salto cualitativo. Así lo entendió el votante, ante la necesidad de enfrentar con planes políticos el barro de las injusticias que, sin piedad, fueron creciendo en una Argentina desguazada por la política.
La presencia de aquel albertismo, a hoy nonato, no es un problema de peronistas versus cristinistas, es un problema para Argentina. Si el albertismo estuviera activo, estaría seduciendo y logrando, tal vez, que parte al menos de los USD 170 mil millones de argentinos en el exterior volvieran para ser parte de una gesta productiva.
Dos gestos del Presidente preanuncian un cambio de estrategia. La pregunta central es si eso lo llevará a un cambio de agenda real. Por primera vez desde el 19 de marzo dejó atrás las conferencias quincenales del trío AMBA para emitir un video en soledad. Dejó de lado las filminas para resguardarse en el imponente Río Paraná, por estos días ahumado, y junto a siete gobernadores anunciar la nueva sociedad estatal de la Hidrovía. El Puerto de Buenos Aires es administrado por la AGP, geográficamente está en CABA, pero aún no fue transferido al gobierno local. Si el albertismo estuviera vigente, seguramente Rodríguez Larreta hubiera sido invitado al acto en Puerto General San Martín. El Presidente abrió el jueves pasado la tranquera del AMBA para comenzar a practicar el federalismo anunciado. Bajó con sus ministros a la provincia de Santa Fe. Puso oído en tierra, a un país, el del interior, que le pide ser tenido en cuenta. El gobernador santafesino Perotti, quien logró quedarse con la sede del organismo permanente de la empresa, probablemente en Rosario, donde funcionará el Consejo Consultivo no vinculante integrado por empresarios, Bolsa de Comercio, universidades, sindicatos, me decía: “Lo que más expectativa nos genera es la industrialización de la Hidrovía, se abre un futuro para más exportaciones, más astilleros, más puertos, más ocupación, más valor agregado. Las provincias somos dueñas del lecho del río y del espejo del agua, pero ya no dependeremos de la voluntad o no de un funcionario que entienda o no sobre el tema, para tomar decisiones que competen a nuestras economías regionales y por lo tanto a nuestros ciudadanos”. También me aseguró: “La licitación contendrá los mismos parámetros de la anterior, con los requerimientos técnicos aggiornados a la actualidad. En este acto fundacional está el futuro argentino porque contribuimos a una agenda agroalimentaria fuerte, necesaria para el país”.
Mañana se celebra el Día de la Industria. Así como ayer hubo un acto importante para anunciar la adhesión casi total al canje de la deuda externa (90%) y el levantamiento del default el próximo viernes, se espera que este miércoles el Presidente anuncie políticas dirigidas a la reactivación de la industria, en un momento tan especial y difícil para el sector marcado por la pandemia, con alta capacidad ociosa, quiebras y convocatorias. Al cierre de este artículo, me decía el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, que el acto del Día de la Industria sería reducido, virtual y probablemente desde una fábrica de la provincia de Buenos Aires.
Con respecto a la negociación con el FMI, algunos protagonistas sostienen que los acuerdos no serían antes de fin de año o principios de 2021, dado que el organismo internacional esperará la definición de las elecciones en Estados Unidos.
La Cámara de Diputados presidida por Sergio Massa, tal como adelantamos, tratará esta semana dos temas no conflictivos: ley de mayores sanciones para la pesca ilegal en el Mar Argentino y la de emergencia al sector turístico. Sabe el presidente que la reforma judicial no pasará el filtro de su Cámara. El diputado Alejandro Rodríguez, me decía: “Es un dato saludable desde el punto de vista institucional, dado que el Congreso está dando cuenta de la pluralidad de votantes que se expresan en las elecciones”. A propósito del Congreso, se viene el tratamiento en comisiones del impuesto a las grandes fortunas. En principio la posición de algunos interbloques, aún no oficializada, es la de acompañar este proyecto si el fin de lo recaudado se destina a las pymes y al sostenimiento del trabajo registrado. A propósito, en su homilía del domingo Monseñor Oscar Ojea dijo: “Tenemos que redirigir el sentido de nuestra vida hacia esta fraternidad y ser instrumento para que los bienes lleguen a todos. El compartir mismo aumenta la esperanza”.
No sólo Buenos Aires será pasible de una reforma en seguridad. En Santa Fe, luego de definida la interna entre el ministro Marcelo Sain y el jefe de policía saliente Víctor Sarnaglia, el Ministerio de Seguridad enviará a la Legislatura una ley de reforma del sistema policial, donde figura el aumento del básico salarial de arranque, la división de las policías, la cuestión de género, la no modificación del retiro de la actividad a los 30 años de servicio (pero si se desea continuar en la fuerza la jubilación será más generosa) y la incorporación de nueva tecnología fundamentalmente abocada a los delitos financieros.
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