Los delegados de Comunicación Social de las distintas diócesis argentinas se congregaron virtualmente el 14 de noviembre para participar del Primer Encuentro Nacional, que tuvo como tema central: “Comunicación en tiempos de pandemia, adaptaciones y trabajo en equipo”.
La actividad fue organizada por la Comisión Episcopal de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina y estuvo encabezada por el presidente de la comisión y obispo de San Luis, monseñor Gabriel Bernardo Barba.
Durante sus palabras de bienvenida, monseñor Barba relató el origen de este encuentro, que comenzó como una inquietud surgida de una reunión de Obras Misionales Pontificias.
Al referirse a este año tan especial, el prelado destacó que “en este tiempo de tormenta, nos toca estar al frente”. Desde el ámbito de la comunicación, “nos encontramos en la cabina de conducción de este barco, sabiendo que las grandes crisis, surgen también las grandes oportunidades”, afirmó.
“La Iglesia en general, con nuestras distintas limitaciones, hemos dado respuestas acordes a este desafío en que vivimos. Dando respuestas muy adecuadas, adaptándonos a esta realidad”, señaló, haciendo hincapié en que nuestro país, al ser tan grande, presenta un variado contexto, que revela diferencias considerables “por los tiempos, por las distancias”. Por eso, continuó, “no hay un solo camino en la comunicación, mostrándonos que hay muchas maneras de poder comunicarnos”.
“El único que crea de la nada es Dios, nosotros tenemos que ir recreándonos entre nosotros. Esto no es copiar, es aprender a ver lo que hizo y logró el otro y aplicarlo. Tomar conceptos y herramientas y readaptarlos a las propias culturas, tiempos y lugares, eso es lo que tenemos que hacer”.
Monseñor Barba dio luego la bienvenida al profesor en comunicación e investigador de la Universidad Austral, Juan Pablo Cannata, quien desarrolló el tema central.
Al inicio de su exposición, planteó el concepto “vivir en modo aprendizaje”, que indudablemente se aplica al tiempo de la pandemia y que demanda una constante revisión del cómo estamos trabajando, cómo estamos comunicando.
“Debemos centrar nuestra tarea en el mensaje, la comunicación es aprender”, afirmó Cannata, por lo tanto, “la comunicación es aprender cómo conectar con las personas reales y partir de ello”.
A esto, explicó, “se lo puede denominar modelo conversacional. Es decir, no pensar la comunicación como una flecha, un mensaje que tengo que emitir, que se eleva y llega a un sector, sino pensar específicamente en el destinatario, pensar qué pasa cuando llega al que la recibe”.
Por otra parte, se refirió a “La Iglesia en tres palabras”, y relató una anécdota de San Juan Pabllo II, quien había acudido a una entrevista televisiva y tras haber conversado durante más de 40 minutos, el reportero le pidió a modo de síntesis que describa a la Iglesia en esos términos. Allí, San Juan Pablo II respondió, “No hacen falta tres, me alcanza con una sola: La Iglesia es salvación”.
Esto, reflexionó el profesor, “nos lleva directamente a que para tener estas respuestas sintéticas, claras, contundentes debemos estudiar. Es necesario profundizar en el mensaje, que no es solamente interacción, cercanía, sino que es reflexión”. Y recordando al papa emérito Benedicto XVI, expresó: “La fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad”. En ese sentido, consideró: “Esto nos revela qué hay que estudiar, pues hay nuevas preguntas, y por lo tanto hay que buscar nuevas respuestas, pero éstas deben surgir de grupos de estudios, de reflexión, profundizando en el gran tesoro de la fe, de la vida cristiana”.
En tercer lugar, el docente animó a pensar la comunicación como un proyecto de reflexión, puesto que necesitamos encontrar en nuestras raíces la savia que permite hidratar, vitalizar con visión cristiana. “Tenemos que ir más a fondo de los contenidos, al estudio de lo que uno transmite, aportando profundidad, eso exige un estudio concreto”, consideró.
En cuanto al valor de “sintonizar con el ambiente”, destacó la importancia de saber la realidad, para así poder brindar luego un servicio, en este caso el de comunicación. “Hoy por hoy una tentación de nuestro servicio de comunicación es innovar en lo tecnológico, modernizarnos, lo cual es cierto en partes, pero por sí solo no alcanza”.
“Necesitamos profundizar en los contenidos que puedan portar en sí mismos toda la sabiduría de la visión cristiana del mundo, del Evangelio, del mensaje de Jesucristo, que sean capaces de llegar al corazón de las distintas personas”. Para poder llegar con nuestro mensaje, aseguró, es necesario “potenciar el trabajo en equipo que debe estar ‘al servicio de’”. Sobre este punto detalló: “Toda esta complejidad en que estamos viviendo (pandemia), trasciende la dinámica de nuestro trabajo. Hay que cultivar entonces la generosidad y la colaboración entre todos los que forman parte de nuestra red comunicacional, sabiendo que la realidad nos está incitando a una mayor colaboración”.
Pero, además, advirtió, la comunicación exige “creatividad y calidad profesional”. Para ello necesariamente debemos profundizar en nuestras capacidades, en no agotar los medios para poder llegar con el mensaje al corazón de quien lo recibe. No nos debemos conformar con hacer las cosas caseras, no será igual en un lado que en otro el modo de cómo comunicar, debemos prestar mucha atención a los estándares de calidad, ofrecer siempre lo mejor, esto sin duda es un gran desafío”, sostuvo.
Por último, Juan Pablo Cannata planteó el modo de “comunicar en círculos concéntricos”. Al respecto, explicó: “Todos somos comunicadores, todos somos portavoces en el ámbito en que nos manejamos. Los círculos concéntricos son clave, pues esa noticia va del centro a la periferia y de ella vuelve a cada uno y se retroalimenta”.
“Allí, observamos que, en la suma, somos muchísimos los portadores del mensaje, pues cada persona es como un micro medio de comunicación y ayudamos a propagar la noticia”.
Finalmente, utilizando una imagen de un rubí en una mano, que fue empleada por el papa Francisco durante un retiro, concluyó: “La fe es como un rubí, una piedra preciosa, la que podemos ofrecer en la mano, podemos lustrarla, sacarle brillo, para que esa joya se vea atractiva, conmovedora para la persona a la que se la ofrecemos o, por el contrario, se la podemos tirar en la cara y lastimarla. Este es el desafío de la comunicación, por un lado, no tirar las piedras a nadie, entender la gradualidad, el diálogo. Y, por otra parte, profundizar, iluminar de la mejor manera posible a las personas, y al mundo entero, de tal forma que, esa relevancia que para nosotros tiene la fe pueda también interpelar a cambiarle su vida”.
Luego de un espacio para preguntas, monseñor Barba agradeció al expositor, a los delegados de comunicación presentes en el encuentro, y a quienes siguieron la transmisión vía Facebook Live, e impartió su bendición junto con los sacerdotes presentes.
Fuente: https://www.aica.org/