«Para estar al frente de un jardín hay que tener amor recíproco con los chicos y con los padres. A lo largo de mi trayectoria nunca tuve problemas y en cambio tuve reconocimientos en forma constante», expresa Imelda Brussa de Scavino en una entrevista con este cronista.
Se recibió de maestra normal nacional en 1957 en el Colegio Misericordia, luego efectuó una especialidad en jardines y preescolares con la recordada Aurora Borda Freddes (ver aparte) durante un año.
«Con Aurora aprendí muchísimo sobre cómo tratar al chico de esa edad, enseñarle a poner límites, juegos, cuentos, manualidades; valores como el amor, el respeto a los docentes y mayores, y la solidaridad. Me dejó una gran enseñanza que pude aplicar en mi trayectoria», destaca.
En 1959 enseñó a unos chicos en la sacristía de la capilla Santa Josefa Rossello (ahora parroquia) del barrio Italia. Al año siguiente se incorporó como maestra en la Misericordia y permaneció en el cargo durante 33 años para después realizar una «tarea diferente» en la biblioteca hasta que se jubiló en 2001.
«En 1960 había 12 nenas en el jardín de 4 y 5 años, ocho años después ya eran 55 chicas (hubo que desdoblar en dos cursos) y actualmente hay unos 170 entre nenas y varones, a cuyo crecimiento contribuyeron los docentes que estuvieron en estos años», compara.
Y siguiendo con las comparaciones, «los chicos de ahora son diferentes porque respetan menos al maestro, casi no hay presencia familiar -que es el eje de la sociedad- porque la madre tiene que trabajar y los sectores pudientes mandan a sus hijos todo el día a la guardería», reflexiona Imelda.
-¿Cómo incide la televisión en la educación?
-Hay dibujos animados que tienen una buena enseñanza y otros que instan a las peleas y en muchos casos son agresivos.
-Se observa una mayor presencia de maestras jardineras.
-Esto se debe a la educación a través de los profesorados como hay en nuestra ciudad, pero no todas tienen vocación.
Sobre su familia
Imelda nació hace 70 años en Angélica y se casó con Elvio Scavino, teniendo cuatro hijos. Después la familia se agrandó con 10 nietos y 2 bisnietos.
«A los pequeños de la familia les doy el mismo trato que cuando estaba en actividad escolar, pero cuando los padres le dan una orden nunca los contradigo, pero si me molestan lo disimulo. Con todos tengo una relación muy buena», concluye.
Emilio Grande (h.)