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Lluvias récord en Santa Fe: 3 muertos y 26.000 evacuados

Temporal devastador ya que cayeron 586 milímetros en marzo. Las fuertes tormentas afectaron también a Entre Ríos, Mendoza y el Gran Buenos Aires.Por José Bordón

SANTA FE.– Andrés tiene miedo. Oscurece y sabe que le espera una noche de vigilia si no quiere perder lo poco que le queda en su vivienda a manos de los oportunistas, siempre presentes. Nelvia Acevedo, en tanto, dormirá en una casa prestada, separada de su marido que, al igual que Andrés, se quedó en su casa para protegerla de posibles asaltos.

Pocas cuadras más allá, Luciana Hernández pasará otra noche aislada y sin comida en un segundo piso. Es que en su barrio, desde anteayer, es imposible conseguir alimentos. Ella no para de lamentarse: “¡Otra vez el agua, no lo puedo creer!”

Esas son las historias que, a cada paso, quedaban al desnudo en los 15 barrios del oeste de esta ciudad sitiada por las aguas en el día más crítico, a raíz de las inundaciones provocadas por las permanentes lluvias que, por el volumen de agua caída, son récord en esta provincia.

Con tres muertos en Rosario, 26.000 evacuados en toda la provincia, rutas cortadas y tres millones de hectáreas productivas anegadas, la situación roza ya la calificación de catástrofe y el fantasma de las inundaciones por la crecida del río Salado de hace cuatro años merodeaba amenazante aquí y allá en suelo santafecino.

Las fuertes tormentas afectaron buena parte del centro del país –en Entre Ríos ya hay tres muertos y 3400 evacuados, y en Buenos Aires, otros 700–, pero están haciendo verdaderos estragos en Santa Fe capital, donde ayer había ya 20.000 evacuados, lo que hizo que la ayuda de la Nación se enfocara en esta ciudad, en particular, y en la provincia toda, en general. Tanto que de los 66 camiones con ayuda social, exactamente dos tercios fueron para Santa Fe.

El gobernador Jorge Obeid, que a causa de la catástrofe debió adelantar su regreso desde Venezuela, reunió muy temprano a su gabinete, escuchó los informes de los funcionarios de cada área e, incluso, el que sobre salud le presentó el ministro nacional del área, Ginés González García, que ayer dijo aquí que, no obstante la gravedad del cuadro, la situación sanitaria estaba «controlada», y que los equipos técnicos de la Nación y la provincia «trabajan intensamente para dar atención directa y rápida».

González García comprometió el apoyo de su cartera para una campaña masiva de prevención de la leptospirosis y vacunación contra la hepatitis A, que es uno de los principales temores en situaciones como la que se vive actualmente en la provincia, expresó. Desde Salud se enviaron a Santa Fe más de 15 toneladas de leche en polvo, 60.000 pastillas potabilizadoras y 3000 dosis de vacunas polivalentes.

En tanto, el Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Alicia Kirchner, repitió durante la jornada envíos de ayuda en aviones Hércules, hasta totalizar 10.100 colchones y 5400 frazadas.

Evacuaciones

Como consecuencia de los anegamientos, producto de las incesantes lluvias de las últimas dos semanas, el intendente Martín Balbarrey dispuso la evacuación preventiva de todos los barrios del oeste de la ciudad, con el objeto de evitar que nuevas lluvias posteriores aumentaran la emergencia.

Tras esa decisión, rápidamente la ciudad pasó de 12.000 a 20.000 evacuados, que fueron asistidos en 46 centros, la mitad de ellos, escuelas públicas.

En las primeras horas de la tarde el panorama en la provincia se complicó mucho más con la caída de un puente sobre la ruta nacional 11, entre las localidades de Coronda y Arocena -55 kilómetros al sur de esta capital-, lo que prácticamente dejó sin conexión a esta ciudad con Rosario, la más importante ciudad provincial.

Así, la capital permanecía virtualmente sitiada por los cortes en los accesos. Para llegar desde Buenos Aires hasta esta ciudad era necesario cruzar a Entre Ríos en Rosario, ir desde Victoria hasta Nogoyá, y de allí a Paraná, para poder cruzar por el túnel subfluvial y, al fin, llegar a Santa Fe.

El transporte público de pasajeros sufría el obvio impacto de la crecida de las aguas, circulando por avenidas y sin entrar en los barrios anegados.

En tanto se sucedían las denuncias por la falta de funcionamiento de las bombas extractoras y la atención a destiempo de la comida en los centros de evacuados.

Por ejemplo, se citaron casos de que la cena del día anterior había arribado a las cuatro de la mañana y el almuerzo de ayer, pasadas las 16.

El panorama en la ciudad sigue siendo crítico. El 40 por ciento de la población carece aún de energía eléctrica, debido a que decenas de subestaciones subterráneas están anegadas y, por otra parte, salió de servicio la estación transformadora Santa Fe Oeste. Santo Tomé, Recreo, Esperanza, Franck y San Carlos viven una situación similar.

Las clases están suspendidas y la mayoría de los negocios, especialmente aquellos vinculados con la provisión de alimentos, están cerrados por el temor de sus dueños a eventuales saqueos.

Hubo quienes, incluso, tradujeron sus miedos y su impotencia por las importantes pérdidas en bronca y manifestaciones. La Nación pudo verificar la existencia de piquetes de vecinos en decenas de puntos de la provincia.

El gobierno declaró la emergencia provincial para facilitar trámites de logística, especialmente, la compra directa de insumos.

Además de Santa Fe capital, la emergencia se refleja en otros departamentos cercanos. Lo más preocupante se observa en Las Colonias -cabecera de Esperanza- donde por lo menos seis poblaciones están aisladas.

Según datos a los que tuvo acceso La Nación, más de 3 millones de hectáreas productivas quedaron anegadas, con pérdidas que hoy se justiprecian en un 30 por ciento de merma en los cultivos de temporada, soja y trigo.

Las inundaciones también afectan el resto de la producción agraria. Por caso, la cooperativa SanCor ya anticipó que habrá faltante de leche, algo que se había observado en los últimos días. Como la red caminera de tierra está cortada, los camiones cisterna de las usinas pasteurizadoras no pueden acceder a los tambos. Además, una complicación extra que ya se evidencia es la falta de forraje.

Los técnicos sostienen que cuando cese el período de lluvias serán necesarias por lo menos cuatro jornadas con funcionamiento a pleno de las bombas extractoras para retirar la actual masa líquida que afecta a esta capital.

Todos aquí esperan que se cumpla el pronóstico del Servicio Meteorológico, que aventura un mejoramiento de las condiciones climáticas, para que el buen tiempo aleje el miedo a la catástrofe ambiental.

Por José Bordón

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 31 de marzo de 2007.

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