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«Lirio es el lirio» y Francisco lo entendió

Desde su fin del mundo, la Latinoamérica, le supo enseñar al mundo que la única verdad es la realidad. Esperemos que nuestras posteridades lo puedan ver.

Por Adán Costa.- “El hierro será el hierro, pero el lirio es el lirio”, escribió el poeta argentino Hamlet Lima Quintana. Y Francisco lo entendió. Pero nunca habló en términos de burocracia religiosa, aunque conmovió hacia adentro al Vaticano, amplió los territorios donde la Iglesia jamás entraba. Le habló al mundo en términos de sentido político. Ser puente cuando podría ser eje. Ser oveja cuando pudo ser un César. Ser periferia cuando pudo ser el centro. Empezó pidiéndoles a los jóvenes que sean jóvenes, es decir, necesariamente rebeldes. Quizá por ellos, en un mundo en donde los tecnofeudales y sus plataformas de odio y violencia los tienen de rehenes, levantó su voz.

Quizá aún no se puedan ver con total nitidez sus horizontes. Pero preparó el camino. Retornar a lo humano, los pobres, la naturaleza, los indígenas, la justicia social, los migrantes forzosos. Techo, trabajo, tierra y texto. En un mundo que concentra cada vez más riqueza, un capitalismo de comunicación y coprofilias, fue un verdadero contrapeso de los poderes. Se preocupó por Lampedusa y Gaza, cuando la mayoría de los poderosos miran al Silicon Valey o Wall Street.

A los empresarios digitales les pidió que sean “respetuosos de los países donde funcionan y sean responsables de lo que pasa en las plataformas que controlan. Tienen la obligación de evitar la propagación del odio, y evitar que las redes se usen para diseminar la ludopatía, la pornografía infantil o facilitar el crimen organizado”. Además, les reclamó a los empresarios de la tecnología informática, de las redes sociales, de la inteligencia artificial que dejen de lado la arrogancia de creer que están por encima de la ley.

«…Los empresarios crean puestos de trabajo y contribuyen a la prosperidad económica, es justo decirlo, pero los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien. Esta es una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores. Si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación. Lamentablemente, muchas veces son precisamente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia. Entonces, presionan a los gobiernos para que sostengan malas políticas que los favorecen económicamente…”.

Al contrario de lo que ocurre cuando las personas llegan al poder y se hacen conservadoras, en su paso de Bergoglio a Francisco se radicalizó, fue vanguardia. La única lucha que se pierde es la que se abandona, mandó a escribir en la plaza de San Pedro. Desde su fin del mundo, la Latinoamérica, le supo enseñar al mundo que la única verdad es la realidad. Esperemos que nuestras posteridades lo puedan ver. Yo, que creo en la espiritualidad de la Pachamama, te digo cura Jorge, gracias por tanto.

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