Por Emilio Grande (h.).- En el marco de los tres proyectos de agroquímicos, presentados por los concejales Brenda Vimo, Lisandro Mársico y Leonardo Viotti, por el término de casi tres horas brindaron sus miradas profesionales y técnicas el doctor Enrique Marchiaro y el ingeniero químico Horacio Beldoménico hoy a la mañana en el Concejo.
La presentación estuvo a cargo del presidente del cuerpo Germán Bottero, quien mencionó que este encuentro fue a pedido de Vimo, recordando que Marchiaro hizo un dictamen para sesionar por zoom debido a las restricciones por la pandemia y es especialista en derecho ambiental; y Beldoménico es investigador del Conicet, especialista medioambiental, plaguicidas y agroquímicos. La única ausencia fue el edil Juan Senn.
Marchiaro aclaró que “en 20 años se estableció un nuevo modelo de producción, somos la excepción entre 4 países con la soja, el glifosato y productos agropecuarios. Nadie tiene una respuesta justa sobre las externalidades negativas de modelo extractivo agropecuario hacia un modelo agroecológico. Nadie tiene respuesta exacta. Hay que intentar soluciones y abordajes de los municipios de periurbano”.
Mencionó que hay tres criterios: el mayoritario que es agronómico o productivista, ambiental y sanitario con otros actores y saberes. “Las políticas públicas tienen que equilibrar estos tres elementos. Los fitosanitarios y las buenas prácticas hablan la postura agronómica con una lectura acotada y reduccionista. El principio precautorio tiene el foco en lo ambiental y sanitario de la mano de lo productivo. La provincia de Chubut prohibió el glifosato”, agregó.
En el Derecho el principio precautorio apunta a dos cuestiones: peligro de daño grave o irreversible y ausencia de información científica. “Las cortes supremas de Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y Chaco avalaron las líneas protectorias municipales con distintos criterios desde los 800 a 1.500 metros; hay numerosas ordenanzas en el país y las provincias de San Luis, Chaco, Misiones y Chubut con criterios de tutela del periurbano muy claro de 1.000 a 1.500 en las aplicaciones terrestres y mucho más en el aéreo”, graficó.
Sobre el glifosato, el doctor rafaelino (ex secretario del cuerpo legislativo) dijo que “el producto se lo produce, rotula y regula a nivel internacional y nacional con criterio de contaminación grave o aguda, no de contaminación crónica o toxicidad acumulada, ahí está el problema. Ese producto aún bien aplicado produce niveles de contaminación serios en el medioambiente, es muy delicado y en la población humana, especialmente en los niños”.
“Cuando hay que tomar la decisión de poner x cantidad de metros, los 1.000 m no es caprichosa ni ideológica sino que derivan de estudios y consensos internacionales. El arsénico en el agua es legal, pero ese límite es muy nocivo. Está claro que el horizonte es ir hacia lo agroecológico, los productores no son enemigos, creo en el campo, pero hay un sistema bastante perverso de producción con rentas para importantes para el país y el productor. Naturalizar 20 años de contaminación acumulada y se necesita un debate público porque el mercado impone un producto y no se debate. Hay que empezar a tomar algunas medidas”, concluyó.
Principio precautorio
Por su parte Beldoménico, sostuvo que “estoy metido con este tema desde hace 40 años y hace 10 años se hizo un informe con acciones concretas, aplicando un principio precautorio que se utilizó en San Jorge. Discutir la cantidad de metros es realmente importante, pero parece que es la única discusión; hay pautas para la salud y el ambiente, y entonces pongamos un metraje que garantice esto. Hay que dar un mensaje a la sociedad comprometido con la salud y el ambiente”.
“Los plaguicidas -añadió- están considerados tóxicos porque todos tienen grandes niveles, si es cancerígena hay que tomar precauciones. La visión productivista minimiza la cuestión peligrosa. Para el IARC (Agencia Internacional de Investigación en Cáncer), es peligroso, la evidencia es que son sustancias peligrosas como el glifosato”.
“El IARC trata sobre la mirada proteccionista de la salud, hay mecanismos de toxicidad y peligrosidad, no hay ninguna sustancia que es inocua con perturbación en la endocrina. La dosis hace el veneno y aumenta la toxicidad”, sentenció.
En otra parte de su exposición, el ingeniero precisó que “hay una sinergia entre plaguicidas y arsénico, y también hay efectos por la industria. Hay un sub-registro en el país del 30% porque el resto de la población no va al hospital ni se hace el registro de los casos. Mal podemos decir que en Rafaela no pasa nada, hay dificultades tremendas en todas las cuestiones, no sabemos cuánto se tira de agronómicos, se calcula 500.000 tn en 24 millones de ha cultivadas en Argentina. ¿Por qué no se dice la cantidad que se tira?”.
Recordó que “hay una visión productivista de hace más 10 años atrás y ahora no podemos tener la misma mentalidad. No hago sensacionalismo sino una exposición crónica permanente de plaguicidas y la miel también tiene glifosato. En Europa apuntan a no usar más plaguicidas. Estamos igual que hace 10 años atrás con las buenas prácticas que no dan resultados y con mayor uso de agroquímicos. Sobre cuántos metros, no puedo decir menos de 1.000 m”.
Luego vino la ronda de preguntas de los ediles Raúl Bonino, Mársico, Jorge Muriel, Viotti, Bottero, Vimo, Miguel Destéfanis.
Beldoménico enfatizó que “estamos produciendo en forma equivocada y hay que avanzar hacia más una producción armónica y biodiversidad, y no tirar toneladas de agroquímicos. Hay tensión entre salud, medio ambiente y producción”.
Contó la experiencia de 25 ha de trigo no transgénica en Hernandarias (Entre Ríos), donde en vez de usar plaguicidas tiraron bioles (abonos de tipo foliar orgánico) y a las 120 ovejas no la van a desparasitar. “Hay que sacarse los filtros y la cabeza se abre. No confiemos que la solución son los químicos”.
“Cuando se adoptó el glifosato era inocuo durante 2 o 3 años. Hay que cambiar el paradigma porque se viene otra cosa que es la agrobiodiversidad. No hay controles de la verdura que se consume, la horticultura tiene niveles de precariedad y el grueso de lo comemos no se controla y tiene cantidades de plaguicidas”, mencionó Beldoménico.
Marchiaro opinó que “es difícil tomar decisiones. El Estado en los 3 niveles tiene que preguntarse porque el desarrollo está rengo con este modelo extractivista, con el precio de juntar mangos para que el país no se vaya para abajo. No se ven medidas de control del Estado”.
En los tramos finales, los visitantes plantearon fijar metas a corto, mediano y largo plazos con el objetivo de pasar de una producción agronómica hacia otra agroecológica, que a decir verdad sería una alternativa a tener en cuenta en el proyecto final a tratarse la semana que viene en el cuerpo legislativo, especialmente en la cantidad de metros.