En todo el país se vivieron emotivos y masivos actos en el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, especialmente con epicentro en Buenos Aires en el que calculan una participación de 2 millones de personas.
Respecto a otras movilizaciones populares en la historia se pueden mencionar: el recibimiento en Ezeiza a Juan Domingo Perón, el 20 de junio de 1973, cuando 1,7 millones de personas se congregaron para lo que sería una fiesta y terminó siendo una masacre.
El 17 de octubre de 1945, cuando la gente solicitó la liberación del entonces coronel Perón, cautivo en la isla Martín García. El 22 de agosto de 1951, cuando Eva Duarte renunció a integrar una fórmula presidencial, en ambos casos con más de un millón y medio de personas.
También se encuentran los festejos por el Centenario, en 1910, cuando más de un millón de personas presenciaron los festejos. Y finalmente el cierre de campaña de Raúl Alfonsín, en octubre de 1983, cuando finalizaba la última dictadura militar en el país: convocó más de un millón de personas en el Obelisco.
Conviene aclarar que eran otros contextos sociales, políticos, culturales y en todos los casos con menor densidad de población comparada a la actual, con lo cual las mencionadas concentraciones históricas cobran mayor relieve en el análisis cuantitativo.
Volviendo a los festejos del último fin de semana, querer adueñarse de las convocatorias y con ello buscar un rédito político es tan falaz porque las actuales autoridades nacionales, provinciales y locales son circunstanciales en esta coyuntura de 2010 y en todos los casos excedió a los colores partidarios que están en el poder.
Obispos de distintas diócesis del país aprovecharon la ocasión en los Tedeum para reflexionar sobre esta fecha. En el caso del obispo diocesano Carlos Franzini recordó el documento “Hacia el Bicentenario 2010-2016” de noviembre de 2008: “Anhelamos poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social. Estar a la altura de este desafío histórico, depende de cada uno de los argentinos. La gran deuda de los argentinos es la deuda social. Podemos preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar y a comprometernos para saldarla. ¿No deberíamos acordar entre todos que esa deuda social, que no admite postergación, sea la prioridad fundamental de nuestro quehacer?”.
Este reencontrarse socialmente en términos de argentinidad puede servir como una oportunidad para superar las antinomias, egoísmos, intereses personales y sectoriales, para así buscar consensos y el bien común entre los distintos sectores y actores sociales en el marco de una diversidad cultural.
¿No capitalizarán nuestros dirigentes políticos esta bocanada de aire fresco del fervor popular para trabajar por la erradicación de la pobreza que constituye un escándalo?
Lecciones del Bicentenario
Se trata del editorial del programa radial "Sábado 100" por Mitre Rafaela (FM 91,9) que conduce Emilio Grande (h.). ¿No capitalizarán nuestros dirigentes políticos esta bocanada de aire fresco del fervor popular para trabajar por la erradicación de la pobreza que constituye un escándalo?