Las consecuencias de la renuncia y el legado del papa Benedicto XVI

Se trata del editorial del programa "Sábado 100" por radio Sol Rafaela (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.). El nuevo Papa debe responder los nuevos tiempos y desafíos para afrontar las denuncias que hizo Benedicto: “hipocresía religiosa”, el “rostro desfigurado de la Iglesia” por culpa de las “divisiones en el cuerpo eclesial” para superar “individualidades y rivalidades”. En el Evangelio Jesús afirma: “no hay nada que no debe ser revelado”

Por Emilio Grande (h.).- En medio del carnaval, la noticia que deslumbró al mundo fue la renuncia del papa Benedicto XVI, argumentando que ya no tenía “más fuerzas” para conducir a la Iglesia Católica, teniendo repercusiones no solamente para 1.200 millones de católicos sino también para las autoridades y la gente no creyente.
Esta decisión la había preanunciado en una entrevista realizada por el periodista alemán Peter Seewald publicada en un libro en 2010. Visitó 22 países en casi 8 años de papado, participando unos 20 millones de personas en los encuentros con el Papa alemán. Publicó 4 exhortaciones apostólicas, 3 encíclicas, 116 constituciones apostólicas, 95 cartas, 5 libros y canonizó a 52 santos.
No es la primera vez que ocurre una situación similar sino que en la historia de la Iglesia hubo ya cuatro renuncias anteriores, la última producida hace casi 600 años: Gregorio XII en 1415, los anteriores fueron Benedicto IX (1032-44), Gregorio VI (1044-46) y Celestino V quien dimitió en 1294.
Le tocó bailar con la más renga: suceder a uno de los pontificados más largo de la historia y ante un Papa mediático, me refiero a Juan Pablo II, quien -a diferencia de Ratzinger- optó por morir muy agotado y sin fuerzas hasta el último día de su vida.
El 28 de febrero Benedicto renunciará formalmente y se recluirá en un convento de clausura para rezar, leer y escribir, las grandes pasiones de su vida.
El conclave de cardenales está previsto entre el 15 y 20 de marzo estando habilitados como electores 118 cardenales (en total son 183 de los cuales Benedicto designó a 90 frente a los 125 en el papado de Juan Pablo II) de todos los continentes con hasta 80 años de edad, participando Argentina con Jorge Bergoglio y Leandro Sandri -radicado en Roma-, habiendo un tercero Estanislao Karlic, quien superó esa edad y ya viajó a Italia.
El continente americano es el que tiene más obispos (1762) frente a Europa (1511) y vive el 42% del total de fieles, pero América tiene el 50% de cardenales (en total 49) respecto a Europa (95) con lo cual el viejo continente tiene más chances de votar por su candidato.
Algunos consideraban a Benedicto como un tibio y timorato porque retoma la tradición de casi 6 siglos, otros consideran como un desapego de humildad al poder temporal de un papado, lo concreto es que -si Dios quiere- tendremos en vísperas a la Pascua de resurrección -gracias al Espíritu Santo- un nuevo Papa que debe responder a los nuevos tiempos y desafíos para afrontar las denuncias que hizo Benedicto en los últimos días: “hipocresía religiosa”, el “rostro desfigurado de la Iglesia” por culpa de las “divisiones en el cuerpo eclesial” para superar “individualidades y rivalidades”.
No es tarea sencilla, pero en el Evangelio Jesús afirma otra vez: “no hay nada que no debe ser revelado”…

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