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La violencia sin fin en la Argentina en crisis

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela. ¿Cómo encontrar un equilibrio entre las protestas callejeras pacíficas, que están garantizadas por la Constitución Nacional, y evitar una represión del Gobierno con graves consecuencias?

Por Emilio Grande (h.).- Cada tanto vuelve a repetirse la vieja “película” violenta, que lamentablemente no termina de cicatrizar en nuestro país con las imágenes muy tristes de la violencia callejera, casi siempre ocurren en el centro porteño, con un saldo en esta oportunidad de 114 detenidos (ya fueron liberados por la jueza Karina Andrade) y decenas de heridos, dos de ellos de extrema gravedad (un policía y un fotógrafo).

En esta oportunidad,  se trató de una marcha convocada para rechazar el ajuste del gobierno nacional a los jubilados, que cobran un ingreso mínimo de casi 350.000 pesos, a la que se sumaron hinchas y “barrabravas” de distintos equipos de fútbol y agrupaciones de izquierda, que derivó en graves incidentes en las inmediaciones del Congreso, donde un masivo operativo de las fuerzas de seguridad (más de un millar entre Gendarmería y la Policía de la CABA) impidió a los manifestantes reunirse en un punto de encuentro, lo que dio lugar a que los violentos se enfrentaran con policías y gendarmes, que los dispersaron utilizando gases y detonaciones de balas de goma.

Como ejemplo, la jubilada de 87 años Beatriz Bianco fue herida de consideración tras haber golpeado la cabeza contra el piso, como consecuencia de un empujón que le dio un efectivo cuando quiso sacársela de encima; el fotógrafo y militante peronista Pablo Grillo recibió el impacto de una cápsula de gas en el cráneo y peligra su vida en el hospital Ramos Mejía, donde fue intervenido; y un policía de la ciudad de Buenos Aires debió ser operado por una herida de bala de fuego; como así también un patrullero de la Policía porteña fue dado vuelta e incendiado y decenas de contenedores de basura, sumado los ataques a una ambulancia del SAME. El cronista de LN+ Ramiro Fornataro y su colega de la señal TN Manu Jove fueron agredidos por manifestantes.

Al mismo tiempo, dentro del bloque libertario hundió al oficialismo en la anarquía en la Cámara de Diputados, donde hubo insultos, piñas y una diputada la arrojó a otra un vaso de agua. El kirchnerismo quiso ratificar a Marcela Pagano como presidente de la Comisión de Juicio Político, buscando establecer el involucramiento de Milei en el presunto desfalco de U$S100 millones tras la promoción de la cripto $LIBRA, lo que desató un escándalo al final de la sesión en la que previamente se había mostrado madurez política al votar por unanimidad la emergencia en Bahía Blanca.

En este contexto violento, Mario Firmenich reapareció en un video, que se difundió por redes sociales, con imágenes grabadas en España, convocando a la marcha: «Los jubilados son uno de los sectores de nuestro pueblo más desprotegidos», opinó el ex jefe de Montoneros, quien nunca se arrepintió y pidió perdón por los graves hechos violentos de la sangrienta década del setenta del siglo pasado en la Argentina.

En materia económica, el costo de los destrozos provocados por los violentos varía entre 260 y 414 millones de pesos, según las estimaciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que se pagarán los tributos de los argentinos.

Históricamente, los ingresos de los jubilados estuvieron muy bajos luego de aportar más de 30 años de servicio, a excepción de los que accedieron por moratoria, especialmente en años electorales como fueron en 2015 y 2023, en gobiernos kirchneristas. Es hora de una discusión de fondo sobre el sistema previsional argentino deficitario porque es necesaria una urgente reforma para que los trabajadores informales, que cobran en negro, empiecen a aportar a las cajas jubilatorias para un mejor financiamiento.

Volviendo al problema de fondo, la violencia encarnada en la sociedad argentina desde hace varias décadas sin soluciones a la vista. Desde que asumió, el presidente Milei vive insultando y maltratando en público a distintos actores sociales con palabras violentas, que se trasladan a distintos ámbitos institucionales como en el Congreso, y tarde o temprano es un caldo de cultivo para que la gente de a pie tome como ejemplo esas bravuconadas en cualquier lugar social.

¿Cómo encontrar un equilibrio entre las protestas callejeras pacíficas, que están garantizadas por la Constitución Nacional, y evitar una represión del Gobierno con graves consecuencias?

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