«La fe en Jesús no es mercancía para negociar, es salvación, es encuentro, es redención, no se vende en buen mercado”, expresó esta mañana el papa Francisco al retomar su catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, durante la audiencia general que retomó hoy tras la pausa estival del mes de julio y de su período de convalecencia debido a la cirugía a la que fue sometido el 4 de julio.
El Santo Padre reconoció que “cuando se trata del Evangelio y de la misión de evangelizar, Pablo se entusiasma. Sale de sí. Parece que no ve otra cosa que esta misión que el Señor le ha encomendado. Todo en él esta? dedicado a este anuncio, y no posee otro interés que no sea el Evangelio”.
“Es el amor de Pablo, es el interés de Pablo, la profesión de Pablo, anunciar. Llega incluso a decir: ‘Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio’. Pablo interpreta toda su existencia como una llamada a evangelizar: ¡Ay de mi! -dice- sino predicara el Evangelio”, explicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre recordó que cuando San Pablo escribió a los cristianos de Roma, se presentó “sencillamente así: Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios” y añadió “esta es su vocación”.
“En resumen, es consciente de haber sido ‘apartado’ para llevar el Evangelio a todos, y no puede hacer otra cosa que dedicarse con todas sus fuerzas a esta misión”, señaló.
Sin embargo, el Santo Padre reconoció que es comprensible por tanto «la tristeza, la desilusión e incluso la amarga ironía del apóstol con los Gálatas, que a sus ojos están tomando un camino equivocado, que los llevara a un punto sin retorno, han equivocado el camino”.
“El eje alrededor del cual gira todo -dijo Francisco- es el Evangelio. Pablo no piensa en los ‘cuatro evangelios’, como es espontáneo para nosotros. De hecho, mientras envía esta carta, ninguno de los cuatro evangelios ha sido escrito todavía”.
“Para él el Evangelio es lo que predica, el kerigma, el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como fuente de salvación. Un evangelio que se expresa con cuatro verbos: «Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, fue sepultado, resucitó al tercer día según las Escrituras y se apareció a Cefas».
Este Evangelio es el cumplimiento de las promesas y es la salvación ofrecida a todos los hombres. Quien lo recibe, se reconcilia con Dios, es recibido como un verdadero hijo y recibe la vida eterna como herencia. Ante tan gran regalo que les fue dado a los Gálatas, el Apóstol no puede explicar por qué están pensando en dar la bienvenida a otro ‘evangelio’. Más sofisticado, más intelectual”.
Pablo “no puede arriesgarse a que se creen compromisos en un terreno tan decisivo. El Evangelio es solo uno y es lo que anunció; otro no puede existir”.
“Con la verdad del Evangelio no se puede negociar. O se recibe el Evangelio tal como es, como se anunció, o se recibe cualquier otra cosa. Pero no se puede negociar con el Evangelio. Cuando hablamos del Evangelio y su posible convulsión, no se puede transigir: la fe en Jesús no es una mercancía a negociar: es salvación, es encuentro, es redención. No se vende barato”.
El descrito en la Carta, observa Francisco, “parece paradójico, porque todos los temas en cuestión parecen animados por buenos sentimientos.
Los gálatas que escuchan a los nuevos misioneros piensan que con la circuncisión pueden dedicarse aún más a la voluntad de Dios y, por lo tanto, agradar aún más a Pablo. Los enemigos de Pablo parecen estar animados por la fidelidad a la tradición recibida de los padres y creen que la fe genuina consiste en la observancia de la ley”.
“En definitiva, dijo Francisco, en este laberinto de buenas intenciones hay que desprenderse, captar la verdad suprema que se presenta como la más coherente con la Persona y la predicación de Jesús y su revelación del amor del Padre”.
De este modo, el Papa remarcó que San Pablo fue “bien consciente de que su misión es de naturaleza divina, ha sido revelado de Cristo mismo a él, y por tanto está movido por el total entusiasmo por la novedad del Evangelio, que es una novedad radical, no es una novedad pasajera, ‘no hay evangelios a la moda’, el Evangelio siempre es nuevo, es la novedad”.
Finalmente, el Santo Padre invitó en su catequesis a “saber discernir” porque “hay veces que hemos visto en la historia, también vemos hoy, algún movimiento que predica el Evangelio con una modalidad propia, a veces con un carisma verdadero, propio, pero luego exagera, y reduce todo el Evangelio al movimiento y esto no es Evangelio de Cristo, esto es el evangelio del fundador, de la fundadora y esto podrá ayudar al inicio, pero al final no da frutos con raíces profundas. Por esto, la palabra clara y decidida fue provechosa para los Gálatas y es provechosa también para nosotros”.
“El Evangelio es el don de Cristo a nosotros, es Él mismo que lo revela, es lo que nos da vida”, concluyó el Papa.
Por último, en su resumen de la catequesis para los peregrinos de lengua española, el Santo Padre destacó que San Pablo “viendo que la comunidad de los Gálatas corre el peligro dar oídos a falsos predicadores y desviarse del camino de la fe” los invitó a “permanecer fieles al único Evangelio, que no es observancia de la ley, sino configuración con la persona de Jesucristo, que nos libera de la muerte y del pecado”.
Fuente: https://aica.org/