La Revolución del Parque

Dio lugar al nacimiento de los partidos políticos modernos en la Argentina, de ella nacieron radicales, socialistas, demócratas progresistas. La siembra de esos días fue el inicio de un sistema político plural, el camino para la construcción de la democracia sólida.

Por Ricardo Miguel Fessia.- La situación política era de descontento general con una marcada crisis social, política y económica. En año anterior, en 1889 había nacido un movimiento político, la Unión Cívica, que tomaba los reclamos y le daba contenido filosófico y político. Uno de sus referentes era Leandro N. Alem que con su brega reunía voluntades en torno reformas políticas y sociales.

De esta forma, la nueva agrupación se presenta como una respuesta a la creciente insatisfacción popular con el Gobierno, marcado por la corrupción y la falta de transparencia y en franca oposición al Partido Autonomista Nacional, vigente en ese momento, y sus principios ideológicos generaron un debate político intenso.

Pero la particularidad de este hecho revolucionario es no buscaba eternizarse en el poder, tal como ocurrieron con los regímenes totalitarios, ni siquiera pretendía tomar el poder. Una revolución pidiendo votar, dejar atrás años donde pocos decidían por todos.

Uno de los episodios de la historia argentina más emblemáticos de fines del siglo XIX fue la insurrección armada conocida como la Revolución del Parque, que desembocaría en la conformación, al año siguiente, de un importante partido político: la Unión Cívica Radical.

Cumpliendo el ciclo de la renovación de acuerdo a Constitución, el 12 de octubre de 1886 Julio Argentino Roca entregó el mando a Miguel Juárez Celman, un cordobés que había sido gobernador y aparte era su concuñado. A poco de ello, el novel mandatario, que provenía de una familia de prosapia, empezó a distanciarse de los consejos y de la influencia de su predecesor, pretendiendo obtener, para sí, el mayor cúmulo de poder posible, nada nuevo. En el modelo de unicato, también asumió la presidencia del Partido Autonomista Nacional, lo que motivó a sus opositores lo denuncien por su autoritarismo al concentrar en una misma testa la jefatura de la nación y la de partido en el poder.

De esta forma, se inició un tiempo de confrontación con su concuñado al ordenar la intervención federal de varias provincias donde Roca tenía partidarios. El general, que era un hombre de estado y tenía poder, lo llamó “vil y ruin”. De a poco y con la gran ayuda de don Julio, el “burrito cordobés, como lo llamaban los adversarios, fue sumando rivales, algunos de fuste.

A las rivalidades políticas, sumó a la Iglesia ya que continuó su prédica anticlerical, como lo hiciera cuando gobernaba Córdoba. Ello significó la oposición de importantes sectores católicos, encabezados por José Manuel Estrada y Pedro Goyena. Los opositores empezaron, entonces, a reunirse en distintas parroquias porteñas, donde eran bienvenidos.

El 3 de noviembre de 1887 el Gobierno sancionó la ley de bancos nacionales garantidos, por la cual autorizaba a los bancos a emitir billetes a cambio de realizar un depósito en oro en el Tesoro Nacional; por el cual, se entregaban títulos públicos contra los que la entidad bancaria emitía moneda. La irresponsabilidad fiscal y la desmesurada emisión dispararon una inflación descontrolada. Los bancos de las provincias de Tucumán, Salta, Mendoza y Buenos Aires, entre otros, emitieron moneda de curso legal. Estas emisiones provinciales y privadas recién se detuvo en 1890, cuando el Gobierno de Carlos Pellegrini estableció una Caja de Conversión.

A mediados de 1888 se fue agravando la crisis económica. Comenzaron a sucederse huelgas, fenómeno hasta entonces desconocido en el país. Acusaciones de corrupción y de negocios espurios cayeron sobre el Presidente y su círculo. Se le criticaron algunas privatizaciones llevadas a cabo bajo su mandato, así como su persecución a opositores y sectores religiosos. La enorme inflación golpeaba en los bolsillos de la ciudadanía y el descontento reinaba en la opinión pública. El Estado se endeudaba irresponsablemente y el ingreso de capitales especulativos a la Bolsa de Comercio porteña hizo subir artificialmente los valores de los papeles. Los bancos empezaron a sufrir crisis de pagos y hacia fines de 1888 quebró el Banco Constructor de La Plata.

En junio de 1890 el Estado argentino entró en cesación de pagos. El principal afectado fue el legendario Baring Brothers Bank, que admitió haberse equivocado al invertir en la burbuja especulativa argentina, y, a partir de ese momento, los capitales dejaron de fluir hacia el país. Empezó una importante corrida bancaria y bursátil que desplomó los valores de la Bolsa y dejó a varios bancos en estado desesperante. El Estado nacional y algunas provincias dejaron de pagar a los bancos garantidos y así se terminó de gestar la tormenta.

Las columnas de los diarios era una tribuna caliente donde los distintos grupos opositores y desde su perspectiva, arreciaban con las críticas. El abogado gualeyo Francisco Antonio Barroetaveña, de buena pluma, fustigaba la arbitrariedad y los abusos del régimen, mientras que llamaba a los jóvenes a oponerse a sus designios.

El 1 de setiembre de 1889 convocó a un gran mitin en el “Jardín Florida”, en la esquina de Florida y Paraguay de Buenos Aires que era propiedad de Adolfo Bullrich. Con la multitudinaria convocatoria juvenil de entonces se constituyó la Unión Cívica de la Juventud, entre ellos, Francisco Barroetaveña, Emilio Gouchón, Juan B. Justo, Marcelo T. de Alvear, en contraposición al Partido Autonomista Nacional, conducido por el primer mandatario. Este nuevo movimiento empezó a organizar mitines opositores por doquier. Los orientadores eran Leandro Alem, Aristóbulo del Valle, Vicente Fidel López, Bernardo de Irigoyen y otros

El 15 de diciembre de ese año, los cívicos fueron atacados al salir de un mitín por grupos armados partidarios del Gobierno y reprimidos por la Policía. Esto llevó a los futuros dirigentes radicales Aristóbulo del Valle, Leandro N. Alem y Mariano de María a tramar un golpe de Estado para deponer a Juárez Celman.

A los efectos de sumar fuerzas, a alguien se le ocurrió integrar al ex presidente, don Bartolomé Mitre, quien con su prestigio influenciaba a las Fuerzas Armadas y contaba con una tribuna como “La Nación”; esto lo hacía un personaje fundamental en la trama. A tal fin, decidieron contactarlo por intermedio de su amigo, el general Manuel J. Campos, recién llegado de Europa, quien de inmediato se sumó incondicionalmente.

Urgía armar un movimiento político más amplio para dar cabida a todos los opositores al juarismo. Ello tuvo lugar en otro importante mitín celebrado el 13 de abril de 1890 en el “Frontón Buenos Aires”, calle Viamonte, entre Libertad y Cerrito, donde se fundó la Unión Cívica. Allí convergieron los activistas católicos -Pedro Goyena y José Manuel Estrada-, los viejos conservadores desplazados del poder -Bartolomé Mitre, Bernardo de Irigoyen, Vicente Fidel López-, los cívicos juveniles -Francisco Barroetaveña-, el legendario general Juan Andrés Gelly y Obes, los futuros radicales -Aristóbulo del Valle, Leandro N. Alem y Mariano de María-. El acto terminó con una gigantesca marcha hacia Plaza de Mayo, encabezada por Mitre, Alem, Estrada, Vicente F. López y Del Valle tomados del brazo. El resultado fue la renuncia masiva de todos los ministros de Juárez Celman, impactados por la magnitud de la movida que se avecinaba.

Empoderados por la convocatoria y la repercusión, decidieron conformar una junta revolucionaria para dirigir el movimiento, que entró en combinación con la Logia de los 33 oficiales, grupo secreto del Ejército que daría apoyo armado a la sublevación. Uno de los miembros de esta logia era un subteniente salteño de veintidós años llamado José Félix Uriburu -el mismo que depondría a su camarada de la Revolución del Parque, Hipólito Yrigoyen, cuarenta años después-. La logia prometió el apoyo de dos regimientos de infantería, uno de artillería, un batallón de ingenieros, una compañía, algunos cadetes del Colegio Militar y unidades de la Armada.

El 29 de mayo de 1890, el senador Aristóbulo del Valle denunció la circulación de emisiones clandestinas de papel moneda como causante de la crisis. Esta denuncia tuvo gran repercusión mediática y arrojó mayor descrédito sobre el Gobierno. El 18 de julio el general Campos, jefe militar del golpe, se reunió con sesenta oficiales del Ejército y la Marina para comunicarles el plan de acción.

La revolución estallaría el 21 de julio de 1890 a las 4 am en el Parque de Artillería, -donde hoy esta el Palacio de Tribunales de Buenos Aires-, en la manzana de Talcahuano, Lavalle, Uruguay y Tucumán. Allí se instalaría la Junta Revolucionaria, desde donde se comandarían las operaciones. Simultáneamente, la Armada bombardearía el cuartel de Retiro y la Casa Rosada. Entre tanto, milicianos armados capturarían al presidente, al vicepresidente, al presidente del Senado que era Julio A. Roca y al ministro de Guerra, Gral. Nicolás Levalle. Luego, cortarían las comunicaciones postales, telegráficas y ferroviarias.

Algo se filtró, no se habían tomado las medidas necesarias y día siguiente, Campos y otros oficiales golpistas fueron detenidos. Se corrió la versión de que el expresidente Roca se habría entrevistado con Campos para convencerlo de hacer fracasar la trama. Pocos días después, Campos ya estaba libre y en condiciones de encabezar el movimiento, que se postergó para el 26 de julio. A la madrugada de ese día llegaron al arsenal del parque cientos de efectivos y ciudadanos complotados. Adentro se encontraron personalidades que después serían célebres: Juan B. Justo, Marcelo T. de Alvear, Hipólito Yrigoyen, Lisandro de la Torre y José F. Uriburu.

Dentro del edificio Alem se sentía ya presidente. Los civiles complotados empezaron a lucir boinas blancas, antes de apostarse con las armas que acaban de sacar del parque, en los edificios de las proximidades. Este atuendo de la cabeza, llegaría a ser luego distintivo característico del radicalismo.

El Parque de Artillería parecía una fortaleza. Se formaron barricadas y cantones en las proximidades. Ante el cariz de los acontecimientos, Roca y Pellegrini aconsejaron a Juárez Celman abandonar la capital, dejar la defensa en manos del Gral. Levalle y del vicepresidente. Durante el sábado 26 y el domingo 27 de julio tuvieron lugar choques armados importantes en las proximidades de la Plaza Lavalle. Se luchó también en algunas unidades de la Marina.

En un momento más virulento de la lucha, el Gral. Campos no arremetió con ímpetu contra el cerco que las tropas oficiales estaban tendiendo a las revolucionarias. Yacían varios centenares de muertos en las calles. Los líderes de la asonada discutían y no se ponían de acuerdo. Ese domingo se hizo un alto el fuego. Los mitristas y antiguos conservadores querían llegar a un arreglo con el ex presidente Roca. Los jóvenes dudaban. Los futuros radicales querían continuar la lucha. Para el 28 de ese mes los alzados pidieron un armisticio que Pellegrini se apresuró en conceder. El 29 se firmó una capitulación en el Palacio Miró que estaba en las inmediaciones, en la manzana de Viamonte, Talcahuano, Córdoba Libertad, y Leandro Alem y algunos cívicos fueron los últimos en salir del parque, totalmente desairados.

Al retornar Juárez Celman a la capital, privado de todo apoyo político, debió renunciar y retirarse a la vida privada. Completaría su mandato el vicepresidente Carlos Pellegrini. Al tiempo, las diferencias entre la facción mitrista y los seguidores de Alem hicieron eclosionar la Unión Cívica, que terminó partiéndose en dos: Unión Cívica Nacional, los primeros y Unión Cívica Radical, los últimos.

La Revolución del Parque significó el nacimiento del partido político más antiguo de la República Argentina, con vigencia hasta el día de hoy. Sin embargo, habría que esperar otros veintiséis años para que este alcanzara el poder, de la mano de uno de los más encumbrados revolucionarios del parque, don Hipólito Yrigoyen.

El radicalismo no nació como un partido del poder, soñado desde un cuartel, una estancia, o la casa de gobierno. Se estaba en 1890, mucho más allá de un golpe de Estado, se luchaba contra el golpismo permanente que se manifestaba a través del fraude y la violencia. El radicalismo es una fuerza movilizadora, y de esa capacidad de construir poder desde la gente -y no poder desde el poder- nace su fuerza política.

La gesta de 1890 era un movimiento profundo de la sociedad, que engloba a inmigrantes que vinieron al país buscando una libertad que era negada en Europa, a las familias tradicionales y con la presencia de los morenos, era una sociedad en toda su pluralidad indicando un camino a recorrer, ese día, se ponen en marcha para recorrerla. Gabino Ezeiza, uno de los mejores payadores afrodescendientes, dejaba la guitarra para defender la idea de democracia, en los cantones radicales donde se expresó primero su necesidad. La idea de democracia expresaba un escalón mas de la lucha por la libertad, que significó la Revolución de Mayo y las reformas que implementó.

La Revolución del Parque dio lugar al nacimiento de los partidos políticos modernos en la Argentina, de ella nacieron radicales, socialistas, demócratas progresistas. La siembra de esos días fue el inicio de un sistema político plural, el camino para la construcción de la democracia sólida.

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