Por Emilio Grande (h.).- Luego de dos meses de silencio por el atentado, hace unos días reapareció la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner en un acto organizado por la Unión Obrera Metalúrgica en Pilar.
En la oportunidad, aseguró que va «a hacer lo que tenga que hacer» para lograr que el pueblo pueda «organizarse en un proyecto de país» para que «vuelva a recuperar la ilusión, la fuerza y la alegría».
En este breve párrafo, hay varios interrogantes para hacer en voz alta: ¿Se lanzará como candidata a presidente u otro cargo en 2023? ¿Integra el actual gobierno nacional o juega a las “escondidas” en la oposición? ¿De qué manera, la gente recuperará la alegría con una inflación galopante que rondará el 100% durante este año y con un 40% de pobreza?
Además, Cristina se manifestó a favor de que «es necesario hablar de un nuevo acuerdo democrático en la Argentina», pero al mismo tiempo culpó a sus opositores hasta de intentar terminar con su vida.
En este sentido, mencionó que «esos presuntos indignados era gente pagada por empresarios que se identificaron con el anterior gobierno, con el macrismo que endeudó a la República Argentina».
¿Cuáles son las pruebas que tiene la Vicepresidente para asociar a los jóvenes atacantes con empresarios y con dirigentes macristas?
En este contexto, Cristina Kirchner anunció que recusará a la jueza María Eugenia Capuchetti en la causa por el atentado del 1 de septiembre pasado y sus abogados planean cumplir con esa instrucción en los próximos días.
Esta recusación podría demorar el avance de la causa, que la Jueza planeaba elevar a los tribunales orales a finales de la semana próxima o durante la semana siguiente. La decisión de cerrar una primera etapa y llevar a juicio a los tres procesados (Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo) es muy resistida por el kirchnerismo, que dice que es la prueba de que los investigadores no quieren avanzar sobre los “autores intelectuales” del ataque. En los tribunales advierten que no hay pruebas en la causa de que haya otros autores intelectuales distintos de los procesados.
Cristina volvió a acusar al diputado nacional Gerardo Milman (PRO) de estar detrás del atentado contra su vida, pero hay varios indicios en el expediente judicial que desacreditan esas afirmaciones, que son tan inverosímiles que la propia jueza Capuchetti dispuso investigar al denunciante por falso testimonio ante la sospecha de que todo se trata de una maniobra montada, según el colega Hernán Cappiello de La Nación.
Otro relato kirchnerista, que se cae a pedazos frente a la realidad contrastante, es que la Corte de Justicia anuló el decreto parlamentario de Cristina Kirchner que forzó la partición del bloque del Frente de Todos para poder colocar tres representantes del Senado en el Consejo de la Magistratura. De este modo, el senador kirchnerista Luis Doñate debe dejar el Consejo. El máximo tribunal hizo lugar al recurso del senador Luis Juez, quien entendió que ese lugar de consejero le correspondía a él como representante de la segunda fuerza política. La Corte habló de “maniobra”, “ardid”, “manipulación”, “artificios”, “hechos falsos”; de una actuación sin “buena fe” y de un “juego de sorpresas” de parte del kirchnerismo.
Finalmente, frente a estos claros ejemplos de un relato que viene haciendo “agua” desde hace mucho tiempo en la Argentina, conviene recordar uno de los principios del papa Francisco dice que “la realidad es superior a la idea”… (Evangelii Gaudium, 2013: 176).