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La política exterior de Alfonsín: ¿principismo o realismo moderado?

Por Virgilio Jiménez Grotter.- Hace treinta años nuestro país recuperaba la democracia luego de finalizado el gobierno militar denominado Proceso de Reorganización Nacional, que se había extendido a lo largo de siete años, afectando profundamente el prestigio y la imagen de nuestro país en la comunidad internacional toda. El 10 de diciembre de 1983 asumía la presidencia de la Nación el Dr. Raúl Alfonsín y al cumplirse tres décadas del retorno a la democracia nos parece oportuno hacer un breve análisis de la política exterior que implementó el gobierno radical.

            Caracterizando el contexto internacional de aquellos años, el radicalismo desarrolló su política exterior durante la última fase del conflicto Este Oeste,  en lo que autores como Roberto Rusell denominan “nueva Guerra Fría”, la cual se puede describir como una fase de agudización del conflicto, a partir de la decisión del presidente Ronald Reagan de recomponer la hegemonía norteamericana en sus zonas de influencia.

Por otra parte, si bien en la Argentina había retornado el régimen democrático, no ocurría lo mismo en los países de la región, ya que en Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay y Bolivia subsistían dictaduras militares, que recién a mediados de la década del ochenta volverían lentamente hacia el Estado de Derecho.

Con respecto a los ejes de la política exterior de Alfonsín consideraremos los siguientes aspectos: la relación con Estados Unidos, con la Unión Soviética, los vínculos con Europa, el proceso de integración regional  y las cuestiones limítrofes y la participación argentina en organismos internacionales.

En lo que concierne a la relación con los Estados Unidos existieron posturas coincidentes como el respeto a la defensa de la democracia y los derechos humanos, así como la común pertenencia a occidente. Sin embargo, había diferencias en cuestiones puntuales, como la crisis en Centroamérica, el desarrollo del proyecto misilístico Condor II y el tema de la deuda externa, ya que el gobierno radical era partidario de una concertación política multilateral entre los países acreedores y deudores mientras que desde la potencia occidental se entendía que este era un problema exclusivamente financiero que debía resolverse entre cada gobierno deudor y la banca acreedora.

Alfonsín creía que las relaciones con los Estados Unidos resultaban esenciales para la Argentina, pero éstas debían ser relaciones maduras en las que se tenía que defender el interés nacional y la autodeterminación de nuestro país, asumiendo que con el país del norte había intereses comunes pero también distintos y aún enfrentados.

El otro gran protagonista de las relaciones internacionales de esos años, la Unión Soviética, no era una prioridad para la diplomacia radical, si bien se desarrollaron acuerdos comerciales consistentes fundamentalmente en la exportación de cereales y carnes a aquel país. Sin embargo, con el tiempo se empezó a prestar más atención a la URSS como socio comercial, cuando las autoridades nacionales comprendieron las dificultades que había para colocar productos argentinos en Europa Occidental debido a las medidas proteccionistas que adoptaban estos países.

En lo político la ex URSS apoyó los reclamos argentinos de soberanía sobre el tema Malvinas, acusando a  Gran Bretaña de adoptar una actitud colonialista en el diferendo del Atlántico Sur.

Tocante los vínculos con Europa, hay que distinguir dos cuestiones: por un lado, las relaciones en el plano político fueron relevantes, ya que había consenso para dialogar sobre temáticas como la defensa de los principios democráticos, los Derechos Humanos, el apoyo a la Argentina en la renegociación de la deuda externa con los organismos internacionales de crédito, entre otros tópicos. Pero en el plano económico se presentaron obstáculos que tenían que ver con el proteccionismo practicado por los principales países de ese continente. Cabe aclarar que desde un principio el gobierno de Alfonsín priorizó las relaciones con las socialdemocracias europeas, específicamente España y Francia.

Otro de los ejes centrales de la política exterior iniciada por el Dr. Alfonsín fue fomentar e impulsar la integración latinoamericana. De esta forma se multiplicaron los lazos con Brasil, creándose una comisión mixta encargada de impulsar la integración productiva binacional; en 1986 se suscribieron doce protocolos de cooperación económica y en 1988 se firmó la llamada Acta de Alvorada en virtud de la cual Uruguay se incorporó al proceso de integración. Todo lo actuado en estos años primero con Brasil y luego con otros Estados de la región sentó las bases de lo que después en la década del noventa sería el MERCOSUR, creado con el Tratado de Asunción de 1991.

También se privilegió la acción multilateral conjunta para garantizar la paz y las democracias latinoamericanas, países éstos que acompañaron a la Argentina en lo relacionado al reclamo de soberanía por Malvinas.

Alfonsín tuvo también la ardua tarea de cerrar la conflictiva relación con Chile que,  hacia fines de 1978, casi enfrenta a ambos países en una guerra por cuestiones de soberanía en la zona del Canal de Beagle. Hacia 1984 Alfonsín convocó al pueblo a una consulta popular no vinculante respecto a la aceptación o no de la propuesta de mediación que había formulado el Papa Juan Pablo II.

Triunfó ampliamente la opción afirmativa, y el paso siguiente a esa consulta popular sería la aprobación parlamentaria del Tratado de Paz y Amistad, instrumento jurídico que permitió concluir una etapa de desencuentros e hipótesis de conflicto con el país vecino que se remontan a mediados del siglo XIX.

Otro aspecto interesante de la política exterior argentina en esta etapa fue que el titular del Poder Ejecutivo apeló al multilateralismo para solucionar diversos temas. Por ejemplo,  se formó el Grupo de Apoyo a Contadora (formado por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay en 1985), que tenía como principal objetivo defender los principios del derecho internacional y encontrar una solución latinoamericana al conflicto de Centroamérica. También se constituyó el Grupo de Río, concebido como un sistema permanente de consulta para debatir y coordinar problemas regionales y políticos. Asimismo, para el tratamiento de la deuda externa se formó el Grupo de Cartagena. Uno de los aspectos más salientes de este foro fue que los países deudores se asociaron para consensuar políticas a seguir. El consenso de Cartagena, integrado por once naciones latinoamericanas, reclamó el tratamiento político de la deuda externa latinoamericana,  cuestión que solamente había sido abordada desde el punto de vista técnico o económico.

Con el gobierno de Alfonsín la República Argentina participó activamente en diversos organismos internacionales. En Naciones Unidas se discutió el tema Malvinas, más concretamente, esta temática fue instalada en la Asamblea General y en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el canciller Caputo pronunció un discurso en 1984 y realizó u análisis pormenorizado de las medidas adoptadas en esa materia.

La OEA fue un ámbito utilizado por la diplomacia nacional para sumar adhesiones en temas sensibles a los intereses nacionales, como la cuestión Malvinas. Nuestro país propuso la reincorporación de Cuba a la OEA, lo que generó críticas por parte de Estados Unidos, y en este organismo panamericano se trató la crisis militar que vivió la República Argentina en Semana Santa de 1987, obteniendo nuestro país una resolución respaldando al presidente Alfonsín. También se participó en otras organizaciones internacionales como la UNESCO.

Conclusión

La política exterior diseñada por el Dr. Alfonsín buscó implementar una política autonomista con un profundo contenido ético-principista, inspirado en el Krausismo. Hubo adhesión y respeto a los grandes principios del derecho internacional, como el de solución pacífica de las controversias (caso del Beagle), el de no intervención (posición asumida frente a la crisis en Centroamérica) y el de autodeterminación de los pueblos (Palestina, Namibia).

Es interesante observar que la diplomacia nacional tuvo muy en cuenta la coyuntura internacional, sin olvidar la política ético-principista. Antes explicábamos que en una primera etapa se trató de priorizar las relaciones con los países de Europa occidental –muy especialmente con las socialdemocracias-, pero existieron ciertos factores como el fuerte proteccionismo llevado a cabo por Europa que condujo a modificar la estrategia de vincularse con el exterior y a buscar un acercamiento con los Estados Unidos, estableciendo acuerdos pero marcando las diferencias cuando se lo entendía necesario.

Este cambio es lo que se conoce como “giro realista” en la política exterior radical y que se relaciona con la relación madura que la Argentina demostró al pensar el tipo de relación que pretendía tener con la potencia vencedora de la Guerra Fría.

El autor es rafaelino. Licenciado en Relaciones Internacionales. Docente de la UCSF y UCSE DAR. Coordinador de la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales UCSF. Este trabajo es una síntesis de la Ponencia presentada en el VI Encuentro del CERPI y IV Jornada del CENSUD, Universidad Nacional de La Plata, Instituto de Relaciones Internacionales, 13 de septiembre de 2013.

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