Por Emilio Grande (h.).- El informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA muestra una mejora en las condiciones de vida de los hogares alineada con la estabilización de precios y una recomposición parcial de ingresos, advirtiendo sobre la persistencia de un núcleo duro de exclusión estructural desde hace dos décadas.
La pobreza medida por ingresos bajó al 36,3% en el tercer trimestre de este año, tras el pico del 45,6% alcanzado en el mismo período de 2024, es decir el 9%. El indicador llegó el año pasado al valor más alto de la serie desde 2005. El registro actual representa el nivel más bajo desde 2018. Las estadísticas del INDEC situaron la pobreza del primer semestre en un 31,6%.
El colega Joaquín Morales Solá opinó en La Nación que “el prestigioso Observatorio Social de la UCA consignó una caída en el nivel de pobreza del país, pero también constató que casi la mitad de los argentinos no llega a fin de mes con sus ingresos. Es un problema serio que afecta sobre todo a la clase media y que provoca un alto nivel de estrés económico”.
Refleja un descenso en la cantidad de personas sin cobertura de necesidades alimentarias básicas. Los datos ubican a la indigencia del tercer trimestre de 2025 en el 6,8%. Esta cifra marca una baja sensible frente al 11,2% de igual período de 2024. En la serie del INDEC este indicador fue del 6,9%.
Las estadísticas surgen de una encuesta focalizada en centros urbanos con más de 80.000 habitantes como el AMBA, Rosario, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Mendoza, Mar del Plata y Salta. La muestra abarcó 3.000 hogares durante cuatro meses en el segundo semestre. El error muestral informado es del 1,8%.
Los investigadores advierten sobre un estancamiento de las variables sociales más allá de los ciclos económicos. Existe un “piso estructural” en los últimos 20 años: alrededor del 5% de personas en indigencia y 25% en pobreza, mientras que un 30% y 40% de la población depende de programas de transferencia de ingresos.
“En el estrato muy bajo se combinan alta cronicidad y más trayectorias desfavorables durante el ajuste. Aunque en la estabilización aumentan las mejoras, la pobreza crónica persiste en los más vulnerables, mientras los estratos medios muestran mayor recuperación”, señalaron los autores. Este indicador no perforó el 25% en lo que va del siglo en la serie de la UCA y del INDEC.
El análisis de los últimos doce meses destacó los efectos positivos de la “estabilización inflacionaria” y la “recuperación parcial” de los ingresos laborales, las transferencias y los sistemas de protección social. La mejora relativa observada entre 2024 y 2025 no constituye la evidencia de un cambio estructural en las condiciones de vida. La tendencia se asemeja a las mejoras registradas en 2018/2019 y 2022/2023. Esas etapas también se caracterizaron por “altos niveles de déficits monetarios, exclusión y tensiones en el mercado de trabajo”.
Plantearon que “es necesario matizar las mejoras. Su sostenibilidad en el tiempo y su capacidad para generar cambios persistentes al interior de la estructura social aún deben ser evaluadas. Persisten dudas respecto de si estas mejoras representan una recuperación duradera o solo un alivio transitorio”.
El documento detalla una disminución de la población bajo “estrés financiero”. Este indicador cayó al 46,8% tras ubicarse en el 50% el año pasado. El concepto abarca a quienes tienen una percepción subjetiva de insuficiencia de ingresos para cubrir necesidades básicas.
La capacidad de ahorro mostró un leve repunte. El porcentaje de hogares que pueden ahorrar pasó del 8% en 2024 al 10,2% en 2025. “El repunte reciente es acotado y alcanza apenas para regresar a niveles comparables a 2022-2023 o a los de 2018, sin revertir el deterioro acumulado”, sostuvieron. El mejor registro se dio en 2011 con un 15,9%.
Desde hace casi dos años hay mejorías en la macroeconomía con la baja de la inflación y la estabilización de los precios. Hay que apuntar la generación de nuevos puestos de trabajo formales porque hace 11 años que no crece el sector privado y el 40% de los trabajadores son informales, que redundará en el sistema previsional en bancarrota.







