Por Emilio Grande (h.).- Recientemente, el Indec informó una caída de más de tres puntos con relación al último dato oficial. Así, la pobreza se redujo significativamente en 2021 y bajó al 37,3%, más de lo que se esperaba.
Sin embargo, pese a haber reaccionado positivamente a la fuerte emisión monetaria, la reapertura de paritarias, el congelamiento de tarifas de los servicios públicos y parte de los alimentos básicos, sumado al atraso del dólar en un semestre electoral, la pobreza sigue siendo más alta que en 2019, al final del gobierno de Mauricio Macri.
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec calculó que la pobreza tuvo un pronunciado descenso de más de tres puntos desde su última medición, el primer semestre de 2021, cuando era de 40,6%. Esa caída es incluso mayor si se calcula de manera interanual. A fines de 2020 -año marcado por la pandemia con las estrictas y prolongadas cuarentenas eternas-, la pobreza había tenido una fuerte alza, que la llevó al 42%. A fines de 2019, cuando la gestión de Juntos por el Cambio le entregó el poder al Frente de Todos, era de 35,5%.
En este contexto, el Ministerio de Economía informó que en 2021 salieron de la pobreza 920.400 personas (el dato llega a 1,5 millones proyectado al país) con relación al semestre previo. Siguen siendo pobres, si se expande el relevamiento a todo el territorio nacional, unos 17 millones de argentinos. Un dato significativo fue la caída de la indigencia a un dígito (pasó en seis meses de 10,7% a 8,2%).
La pobreza ente los niños tuvo un fuerte retroceso, pese a que es la más alta entre los diferentes segmentos. Entre los 0 y los 14 años bajó al 51,4% frente al 54,3% que marcó en el primer semestre de 2021. La pobreza infantil (0 a 17 años) fue de 51,8% el año pasado cuando en el primer semestre era de un 54,9%.
Más allá de los números, lo más preocupante es la inexistencia de un proyecto de nación a largo plazo porque estamos enredados en las coyunturas cortoplacistas y electorales que privilegian intereses personales y sectoriales por encima del bien común. A decir verdad, sigue siendo un escándalo social la existencia del 37% de argentinos pobres y urge pasar del clientelismo político con asistencialismo a la promoción humana con la creación de fuentes laborales dignas, especialmente en el sector privado.
En la misa crismal, celebrada en la Catedral San Rafael el jueves último, el obispo diocesano Luis Fernández expresó que “en nuestra patria hay una profundización de la crisis social y económica, con falta de trabajo, deterioro serio en la educación, alejamiento de la juventud y de la familia muchas veces tanto de Dios como de los valores culturales, que sostenían con firmeza los avatares y pruebas que conlleva el existir en esta vida”.
Hace casi 50 años, en 1974 la pobreza en la Argentina era del 4%, con el paso de las décadas fue in crescendo hasta llegar al 50% en la crisis del 2001-2002 con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, con el pico del 58% en febrero de 2003. En estos últimos años tuvo vaivenes de bajas y subas, que van de la mano de las políticas coyunturales de los distintos gobiernos de turno.
Un síntoma de esta realidad es la cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que desde hace muchos años están emigrando de la Argentina a otros lugares del planeta porque en este bendito país no se solucionan los graves problemas de fondo: inflación, presión fiscal, corrupción, falta de trabajo y de oportunidades, inseguridad, que generan lamentablemente los altos niveles de pobreza.
Finalmente, no tenemos que acostumbrarnos a vivir con tantos pobres, sino que debe sacudir las “estanterías” de nuestros corazones para trabajar en consecuencia, teniendo mayores responsabilidades la dirigencia política en todos los niveles…