Por Alicia Riberi.- ¿Qué entendemos por paz? ¿La ausencia de guerra? No es solo eso. La paz -Shalom en hebreo- es mucho más. Es un estado de bienestar total en todos los órdenes de la vida; es armonía y plenitud con Dios, con nosotros mismos y nuestro prójimo.
Comencemos que debemos partir primero de la paz interior y para lograrla hay que estar bien con uno mismo, ¿y como se está bien? Aceptándonos como somos, siendo honestos con nosotros mismos, cambiando lo que hay que cambiar, sumando lo que hay que sumar y restando lo que hay que restar. ¿Quién puede tener paz mintiendo, lastimando, estafando, engañando y mostrando a la sociedad algo que no somos?
El que construye y a medida que lo va haciendo va corrigiendo, seguramente se siente pleno al final del día, pero el que destruye, aunque no lo reconozca, tiene algo adentro que permanentemente le señala sus errores.
Visualicemos un camino largo y recto que sabemos que nos lleva a la meta y otro que alguien nos señala también, pero tiene muchos recovecos, vueltas, cortadas y no es tan seguro. ¿Por qué será que en general los seres humanos no tomarían el recto porque les parece aburrido y considerarían más emocionante el incierto, aunque terminaran desbarrancando en un precipicio?
La paz, la da el actuar sin herir a nadie, sin elaborar planes macabros en contra de alguien, sin destruir vidas por poder o por dinero, sin atropellar convencidos de que nadie los puede parar.
La paz te la da una familia que te da amor, entrega, acompañamiento, pero cuidado, hay gente que recibe todo eso de una familia y luego le da la espalda… entonces, ¿se preguntarán por qué? Por un simple hecho… Dios nos dio libertad para que seamos como queramos, nadie es dueño de nuestra libertad, solo nosotros y lo que hagamos es nuestra responsabilidad.
Podemos llegar a ser grandes profesionales, con principios, valores, convicciones nobles y ser recordados en el tiempo o ser profesionales mediocres, sin valores, ni principios, ni convicciones y así también nuestro pasar será efímero; es más, a lo mejor recuerden la huella siniestra del paso de alguien nefasto, pero no será para alabarlo sino para criticarlo o repudiarlo, aunque a sí mismo hay gente que sigue los malos pasos de algunos por fanatismo o `por interés y la historia lo dirá.
La paz es algo prioritario para la sociedad, para el crecimiento y desarrollo del ser humano.
La encíclica de Juan Pablo II que trata principalmente de la paz es Redemptor Hominis, haciendo un llamado de atención. En esta encíclica publicada en 1979, el Papa aborda la importancia de los derechos humanos como fundamento para construir la paz y destaca la figura de Jesucristo como Redentor del hombre y fuente de esperanza para la humanidad.
Demos un pantallazo por el mundo, es un desastre lo que sucede: guerras, asesinatos intrafamiliares, aborto, dictadura de género, odio al hombre, destrucción de los niños, desamor hacia los abuelos, adicciones en muchos jóvenes y hasta en niños, desvalorización de la vida… y podríamos seguir todo el día.
Es que no nos damos cuenta que no se dialoga, se grita, se pelea, no nos escuchamos más, no se buscan consensos, el que piensa distinto es un enemigo. ¿Hasta adónde nos dejará seguir la historia?, no creo que mucho más. El hombre se está destruyendo por su propia ambición de poder, de jugar a ser Dios, qué ilusos; Dios hay uno solo y nadie podrá equipararlo.
Cierro con tus propias palabras Jesús: “(…) la paz les dejo, la paz les doy, no como la da el mundo”. Jesús promete a sus seguidores una paz que viene de Él, una paz que trasciende las situaciones externas y que viene de nuestra relación con Dios.
Señor, ojalá la humanidad despierte del letargo, antes de que sea tarde.