Por Emilio Grande (h.).- Esta noche abramos nuestros corazones como las mujeres que fueron al sepulcro y quedaron sorprendidas ante la presencia del Angel del Señor quien les dijo: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba y vayan enseguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán»” (Mt. 28, 5-7).
Frente a una sociedad que pareciera dar la espalda a Dios y vive este fin de semana largo sin cuestionarse sobre el sentido más profundo de la Semana Santa, Jesús nos ayuda a comprender el triduo pascual: la pasión, muerte y resurrección.
Atrás quedaron los cuarenta días que marcaron el tiempo de la Cuaresma, justamente de preparación y revisión de nuestras vidas para buscar un cambio interior, de aquellos cosas un tanto oscuras para así pasar de las tinieblas a la luz.
Se dice con razón que la Semana Santa es la semana mayor de la cristiandad, donde el misterio del amor por la humanidad se hizo palpable, llevando Jesús a la cruz nuestras debilidades y pobrezas humanas y materiales, no solamente de hace más de dos mil años sino que es la representación diaria de nuestra locuras e incoherencias.
El obispo diocesano Carlos Franzini dice en la carta pastoral de Cuaresma titulada “Cincuentenario: una Iglesia joven, servidora de la vida”: “En sintonía con la propuesta de la Conferencia Episcopal Argentina para este «año de la vida», nuestra Iglesia diocesana quiere celebrar su cincuentenario comprometiéndose en favor de la vida, no sólo mirando agradecidos hacia atrás sino también pensando en los que vendrán. La misión familiar, la misión joven y la misión solidaria que nos hemos propuesto para los próximos años será la mejor manera de brindar este servicio en favor de la vida, sobretodo donde esté más amenazada”.
Este domingo los cristianos celebramos la Pascua, en la que el hijo de Dios después de haber vivido la pasión y la muerte fue resucitado en el tercer día, como estaba anunciado en las escrituras, para la salvación de la humanidad de los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Como dice el arzobispo de San Salvador Oscar Romero acribillado a balazos en 1980 mientras celebraba una misa: “Las victorias que se amasan con sangre son odiosas; la victoria que triunfa es la de la fe, la victoria de Cristo que no vino a ser servido sino a servir. Y el triunfo de su amor es este triunfo pacífico, es el triunfo de la vida sobre la muerte, el triunfo de la paz y de la alegría, el triunfo de la resurrección del Señor”.
Una vez más es un desafío ser cristianos por propia convicción con la esperanza en la vida eterna más allá de lo temporal y no ser cristianos por tradición. Tampoco perdamos de vista la realidad temporal en este año electoral: votemos a los defensores de la vida…
La Pascua es un cambio de vida
Se trata del editorial "Sábado 100" por radio Sol (FM 90.9) que conduce Emilio Grande (h.). Los cristianos celebramos la Pascua, en la que el hijo de Dios después de haber vivido la pasión y la muerte fue resucitado en el tercer día, como estaba anunciado en las escrituras, para la salvación de la humanidad.