La nocturnidad es un agente de sonidos y de ruidos…

Por Adán Costa.- Ampliar la conciencia ambiental es entender, antes que nada, que la contaminación sonora es una problemática socio-ambiental grave. Y reflexionarla desde una perspectiva de pensamiento ambiental latinoamericano es comprender que la afectación de derechos al ambiente sano involucra tanto a los seres humanos como las plantas, los árboles, las aves, los animales, la naturaleza.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibeles y este ruido se vuelve dañino si supera los 75 decibeles y doloroso a partir de los 120 decibeles. En consecuencia, se recomienda no superar los 65 decibeles durante el día e indica que para que el sueño sea reparador el ruido ambiente nocturno no debe exceder los 30 decibeles.

La contaminación acústica provoca daños en los árboles, aunque no se puedan visualizar en lo inmediato. El ruido puede provocar episodios de estrés, fatiga, depresión, ansiedad o histeria tanto en seres humanos como en animales, como así también aceleración del pulso, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza y, ante sonidos extremos y constantes, gastritis, colitis o incluso infartos. Para alguna persona que se haya expuesto al menos dos horas a un ruido sostenido de 80/110 decibeles necesita de al menos dieciséis horas de silencio para regenerar sus capacidades auditivas, que fatalmente pueden terminar en hipoacusia o sorderas.

La nocturnidad es un agente de sonidos y de ruidos. El problema no es solo para los vecinos linderos sino también a quienes concurren a los eventos. Así como una banda musical local es un maravilloso mecanismo de reproducción cultural, tiene que ser consciente que está contaminando el ambiente con la emisión de ruidos de 110 decibeles de promedio, sea de las personas que disfrutan de ese arte, tanto como de todas las familias linderas al local en su derecho al descanso.

Esta complejidad social necesita ser resuelta como práctica social con la ampliación de esta conciencia y con regulaciones normativas que dispongan de insonorizaciones, contralores con multas más significativas para los infractores o gravámenes a la actividad nocturna afectados a políticas de promoción ambiental entre otros. Muchos de los problemas ambientales contemporáneos se concentran en las ciudades o en sus áreas de influencia y son originados principalmente por el daño producido por la acción de los humanos sobre los denominados bienes ambientales o bienes comunes como el agua, el suelo, el aire o el sonido, así como por los modos de producción y consumo asociados a la vida urbana. Lo cual es particularmente grave en un país como la Argentina donde el 90% de su población vive en ciudades y la mitad de la misma en grandes concentraciones urbanas.

El “Gran Santa Fe”, desde Desvío Arijón hacia el sur, y, Los Zapallos, Monte Vera-Arroyo Aguiar y Recreo-Candioti hacia el norte, con la ciudad de Santa Fe en su epicentro, es uno de los doce aglomerados urbanos más poblados del país, ya que lo habitamos más de 550.000 personas. Desde esta dimensión tenemos que pensar la nocturnidad, la recreación nocturna y construir conciencia para el ruido se transforme en sonido y todos podamos disfrutar de un ambiente sano. Argumentos vertidos en la audiencia pública para tratar las nuevas reglas de juego para la nocturnidad en Santa Fe, HCM, 31/8/22.

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