En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, volvió a reflexionar sobre «La Familia y la Educación Cristiana en Nuestro Continente», tema del que se ocupó la reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, de la que el prelado participó en enero.
El arzobispo platense destacó que son los padres los que naturalmente tienen el deber y el derecho de educar a sus hijos, y que el contexto social y cultural actual no sólo no facilita tan delicada misión; sino que por el contrario debilita y quiebra a la familia. Afirmó asimismo que el Estado tiene que asumir el papel subsidiario que le compete y no entrometerse indebidamente en la familia; cosa que también hacen los medios de comunicación.
Para que los padres puedan cumplir su misión agregó “habría que volver a pensar en Escuelas para Padres, no tratando como si fueran menores de edad a los padres de familia, pero si para ayudarles buenamente a que adviertan la seriedad, la gravedad de su papel y puedan cumplirlo como corresponde”.
A continuación el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
LA FAMILIA ES LA PRIMERA FUENTE DE LA EDUCACION
“Desde el 17 al 20 de enero pasado estuve en Roma participando de la reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina que es un organismo de la Curia Romana creada por el Papa Pío XII para ocuparse de toda la temática relacionada con la evangelización de América Latina”.
“La reunión plenaria de este año tenía como temática y lema «La Familia y la Educación Cristiana en Nuestro Continente» que es una cuestión de máxima actualidad. No sólo eso, sino que permite descubrir problemas fundamentales de la evangelización y de la cultura de los pueblos americanos. Fueron varios días de trabajo que culminaron con un formidable encuentro con el Santo Padre Benedicto XVI”.
“Todos sabemos muy bien que la familia es la primera escuela en la formación integral de la persona humana. Mucho antes de que el niño acceda a la primera instrucción elemental o incluso a la catequesis en una parroquia o en un colegio católico es en la familia donde debe recibir los fundamentos de la cultura humana y de la fe”.
“Podemos pensar en aquellos valores elementales que hacen a la ubicación del hombre en el mundo: el respeto, el trato con los demás, el sentido de la generosidad, la posibilidad de integrarse adecuadamente en una comunidad determinada, los distintos ambientes donde el niño empieza a sociabilizarse como se dice habitualmente y luego, también, es en la familia donde el niño recibe los rudimentos de la fe”.
“A veces observamos que cuando inicia un chico de 8, 9 o 10 años el proceso catequístico para completar la iniciación cristiana ni siquiera sabe hacerse la señal de la cruz o ignora las oraciones fundamentales”.
“¡Es en la familia donde se orienta el camino de una persona humana! Y los expertos aseguran que es en los primeros años de vida, incluso antes de los 6 años, cuando se configura de un modo casi definitivo esa personalidad. ¿Cómo se hace en un contexto social y cultural como el que vivimos para que la familia asuma en plenitud esta misión que es un derecho y un deber?
“Nuestra cultura de hoy no ayuda precisamente a eso. Todo lo que hace fortalece al debilitamiento interior de la familia, a la quiebra de la unidad familiar, la preocupación a veces imprescindible por sobrevivir en un contexto económico y social muy negativo, la formación escasa de padres y madres para educar a sus hijos.”
“Todo esto hace necesario una revisión de aquellas posibilidades concretas que la familia tenga para llevar adelante, con éxito, la formación de sus hijos y también hace que el papel subsidiario del Estado no se entrometa indebidamente sino que custodie con equidad aquella situación para ayudar a la familia a que pueda desarrollarse de un modo adecuado y hacerse cargo ella de esta educación”.
“En los temas mas delicados se da, hoy, una intromisión de los medios de comunicación, de otras instituciones y aun del mismo del Estado. Intromisiones indebidas como, por ejemplo, en la intimidad de la formación de la persona, es necesario que la familia redescubra su papel y su misión. Tenemos que hacer todo lo posible desde la acción pastoral de la Iglesia para ayudar a los padres a que puedan hacerse cargo de esta misma misión de un modo adecuado”.
“Hoy habría que volver a pensar en Escuelas para Padres, no tratando como si fueran menores de edad a los padres de familia pero si para ayudarles buenamente a que adviertan la seriedad, la gravedad de su papel y puedan cumplirlo como corresponde”.
“Todo esto, detenidamente, lo hemos analizado en esa Pontificia Comisión para América Latina y creo que viene bien pensarlo ahora entre nosotros. Dios mediante, hasta la semana que viene”.
Fuente: Notivida, año VI, nº 418, 11 de febrero de 2006.