Por Luciana I. Mazzei.- Hace tiempo que las costumbres familiares vienen cambiando, a partir de la inclusión de la mujer en el ámbito laboral, los horarios diversos de los miembros de la familia, la complejidad de las actividades de niños y adolescentes, hacen que ya no sea común que las familias se encuentren a la hora de la comida. Las familias se ven impactadas por el cambio de vida y de rutina de sus miembros y en cada etapa es necesario rever el funcionamiento para que la educación y calidad de vida de los hijos no se vea afectada.
La palabra nutrir proviene del latín y significa alimentar, proporcionar, suministrar. Por ello, el comer en familia es mucho más que comer juntos, porque la persona no necesita solamente alimento para subsistir, sino también necesita sentirse seguro, amado y parte de la familia. Es la mesa familiar el lugar donde las personas encuentran este sentido de seguridad y pertenencia, mediante la unión y la participación en la mesa.
La familia nutricia es aquella donde sus miembros encuentran amor, apoyo, escucha. La mesa se convierte en un ámbito de escucha, de compartir tiempo, valores y sentimientos, vivencias y sueños. En este sentido la mesa familiar es el ámbito educativo por excelencia dentro de una familia, porque allí todos aprenden de todos.
Tener hábitos saludables a la hora de comer previene conflictos que pueden derivar en problemas de alimentación, de salud, trastornos de conducta y comportamiento. Comer juntos es una experiencia social, relacional y afectiva de gran importancia en la vida de las personas. Promueve el desarrollo intelectual, la adquisición de vocabulario, impactando directamente en el rendimiento escolar a temprana edad. Disminuyen los síntomas de depresión en niños y adolescentes porque el compartir en familia promueve el desarrollo de una autoestima sana.
Aunque la familia ha perdido muchas de sus funciones en la educación de las personas, y es una institución adaptable a las condiciones sociales en la que está inmersa, aún sigue siendo el lugar de desarrollo primario y más importante para la persona. En este sentido, los valores, el amor y los aprendizajes recibidos en la familia son insustituibles e irremplazables.
Vivir en un clima familiar positivo favorece la socialización de las personas, se fomenta la confianza, la autoestima, la participación familiar y social y los vínculos afectivos, que generan personas estables y maduras. Durante las comidas se genera una comunicación fluida que favorece en los niños y adolescentes la relación de apego con los adultos y también facilita la adquisición de valores y normas.
Algunas recomendaciones para tener hábitos saludables a la hora de la comida:
- Tener un horario fijo. Desde el nacimiento es necesario ordenar las horas de comer en los niños, para evitar el picoteo y con ello la ingesta de alimentos poco saludables.
- Integrar a los niños desde pequeños promueve el vínculo de apego y la pertenencia a la familia.
- Adaptar las porciones a las necesidades que cada miembro, entendiendo que cada uno tiene un diferente nivel de saciedad.
- Comer sólo en áreas determinadas de la casa. Eventualmente se puede variar el lugar, pero evitar que se coma en todas las habitaciones.
- La comida no debe usarse como premio o castigo.
- Realizar actividad física, para mantener un peso saludable sin exagerar.
- Evitar las pantallas durante las comidas para fomentar el diálogo y la escucha atenta.
- Estimular el consumo variado de alimentos, especialmente frutas, verduras y legumbres
- Evitar los alimentos de alto contenido calórico y que no aportan nutrientes.
Finalmente es importante generar un ambiente agradable a la hora de la comida, tratando de evitar temas que puedan provocar discusiones. Cuando ofrecemos alimentos nuevos se debe respetar el gusto de cada uno, entendiendo que puede no gustarles algo que les ofrecemos. Evitar que la hora de comer se convierta en una batalla por conseguir que los niños coman, privilegiando el aspecto social y nutricio de ese momento en familia.
Sintetizando, debido a que la familia ha perdido muchos espacios que antes compartían sus miembros debido a la complejidad de la vida actual, es necesario que recuperemos el momento del almuerzo o la cena en familia para encontrarnos y compartir la vida. Cada familia encontrará un modo propio y particular, lo importante es ser conscientes de esta necesidad.
La autora es orientadora familiar, coordinadora de «Protege tu corazón» de Rafaela, correo luchimazzei@gmail.com