Por Emilio Grande (h.).- Este lunes 8 de diciembre se celebró la fiesta de la inmaculada concepción de María a nivel mundial. En nuestra ciudad, la principal misa fue presidida por el obispo diocesano Pedro Torres en la Catedral San Rafael, concelebrada por Alejandro Mugna (párroco) y Alexis Cardo (vicario parroquial). Al final de la celebración, las familias fueron consagradas a la Virgen María.

“Hoy la Iglesia, en el camino del Adviento, se detiene a mirar a María y ella siempre nos prepara a recibir a Jesús. Con ella viviremos la Navidad porque encontraremos al Niño en sus brazos. El Señor hizo maravillas en ella y revirtió el pecado de Adán en ese momento de desconfianza porque el hombre se escondía”, expresó el titular de la diócesis de Rafaela en la homilía.
Y agregó: “las maravillas están relatadas en este encuentro en Nazaret. El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea a una ciudad marginal. En ese lugar está la Virgen comprometida con un hombre de la familia de David llamado José. Cinco veces aparece el nombre de María en este texto; en hebreo significa estrella del mar y en egipcio la elegida y la amada”.
Más adelante, Torres señaló que “es el nombre que le pusieron sus padres Joaquín y Ana, y cuando entra el ángel no le dice el nombre, sino que le dice alégrate llena de gracia. También le dice el Señor está contigo. ¿Cómo miramos, honramos y rezamos a María? Si queremos conocer a la Virgen está el Magníficat (san Lucas 1, 46-55) porque en este cántico María expresa su alegría con 12 citas bíblicas, 5 salmos y los cánticos del Antiguo Testamento”.
“María -continuó- nos muestra su corazón. La invitación es rezar el Magníficat todos los días, cómo no honrar a la Virgen aprendiendo de memoria el cántico que ella cantó después del anuncio del ángel. Los escritos de san Francisco de Asís son una invitación del Magníficat, creando alabanzas con frases de la Palabra. El documento de Puebla (1979) decía que ese cántico es el espejo del corazón de María”.

En otra parte, el obispo diocesano resaltó que “ella comprendió ante los ojos de Dios que era amada, la alegría de María ´proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humillación de su esclava´. Ella se sabe pequeña y la esclava del Señor. Su alegría no es ella misma, sino que se alegra en Dios, en el Salvador, en su misericordia, que Dios obra en la historia, él hace proezas, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, auxilia a Israel su siervo acordándose de su misericordia”.
En los tramos finales, recordó que “desde hace 1600 años, desde san Benito, la Iglesia reza el Magníficat todas las tardes. Qué bueno que todos los bautizados hagamos esto; es una invitación de la liturgia, que ya hacía san Ambrosio en el siglo IV, que recogieron las últimas catequesis de Juan Pablo II antes de su Pascua y en las primeras catequesis de Benedicto XVI también”.
“Vale la pena preguntarnos: ¿dónde está nuestra alegría? ¿nos alegramos por nuestros logros o nos alegramos de la misma alegría de la Virgen? Saber que Dios nos ama, nos salva y nos perdona”, concluyó Torres.
Nuevos destinos pastorales
Por otro lado, el obispo Torres dio a conocer los nombres de los sacerdotes y parroquias en las que comenzarán una nueva etapa en su tarea pastoral, los que fueron anunciados en las misas dominicales de las parroquias del territorio diocesano (Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio).
*Párrocos: Daniel Ferrero nuevo párroco de San Cristóbal, Lucas Pessot de San Pedro-Santa Josefa Rosello en Rafaela, Walter Perelló de Nuestra Señora de Guadalupe en Frontera y San José de Josefina, Antonio Grande de San Guillermo y Fabián Ribero de Villa Minetti.
*Vicarios parroquiales: José Luis Riberi vicario parroquial de Ceres y Miguel Cerminato de San Vicente.







