Por Emilio Grande (h.).- Este 7 de junio se celebró el Día del Periodista en la Argentina, en recordación de la Gazeta de Buenos Ayres, fundada por Mariano Moreno, fecha instituida en un congreso de periodistas realizado en Córdoba en 1938.
Rompiendo la timidez y con total soltura, Diuco Litrac, alumno de 6º grado de la escuela Mariano Moreno, expresó: “pienso en un periodismo libre, orientador y digno, siguiendo el espíritu patrio de la Gazeta de Buenos Ayres. Se trata de los auténticos ideales de la democracia como es el derecho a la libertad de prensa, como así también los valores de la honestidad y la veracidad”, durante el acto del día del periodista, organizado por el Círculo de la Prensa de Rafaela en el SEOM.
En aquella época como en la actualidad no resulta sencillo ejercer esta profesión que es apasionante, porque demanda mucho empeño en la búsqueda de información y el chequeo de las fuentes, para así interpretar los hechos de la realidad con criterios éticos, en un contexto marcado por el cambio con los nuevos paradigmas culturales y tecnológicos con la irrupción de las redes sociales, con el fenómeno del “prosumer” (productores y consumidores de noticias).
¿Cómo decir la verdad en una sociedad cuyos intereses económicos buscan desplazar a la dignidad de la persona? ¿Cómo decir la verdad cuando los valores son pisoteados por intereses políticos y económicos? ¿Cómo decir la verdad cuando los sueldos de muchos periodistas no alcanzan para vivir dignamente y tenemos que trabajar en más de un medio de comunicación para llegar a fin de mes frente a una galopante inflación?
A decir verdad, si no tenemos un periodismo independiente no puede hablarse de una sociedad democrática y en este concepto se encuentra la relación más conflictiva que la actividad periodística debe afrontar, que es la relación prensa-poder.
Por este motivo, el significado social del rol del periodista y los riesgos que el ejercicio profesional comporta fundamentan la exigencia de una ética de la responsabilidad en la práctica profesional del periodista, que contribuirá decididamente en el servicio de la verdad y el bien común, y con un sentido crítico de la realidad.
Si en más de una oportunidad realizamos críticas a la dirigencia por sus malas prácticas, los periodistas tenemos también que hacer una autocrítica sobre determinadas actividades oscuras y en algunos casos poco dignas de nuestra profesión.
Ciertamente, los medios de comunicación y los periodistas tenemos distintas líneas editoriales, que se pueden compartir en un todo, en parte o en nada de sus contenidos escritos y audiovisuales.
Siempre hubo, hay y habrá un conflicto casi permanente con el poder de turno. La función periodística es ser un puente entre las autoridades de los distintos niveles y la gente de a pie, por más que muchos o pocos entiendan esta noble misión de informar, opinar e interpretar los hechos de la realidad con idoneidad profesional, respeto por el que piensa diferente y la permanente búsqueda de la verdad.
En el marco de la 57º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del 2023, el papa Francisco señaló: “Comunicar cordialmente quiere decir que quien nos lee o nos escucha capta nuestra participación en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo. Quien habla así quiere bien al otro, porque se preocupa por él y custodia su libertad sin violarla”.
Finalmente, es bueno recordar un pensamiento del prócer Mariano Moreno: “Más vale una libertad peligrosa que una tranquila esclavitud”. En palabras del colombiano Gabriel García Márquez: “La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido de un moscardón”.