Por Alicia Riberi.- La fe fue, es y será el regalo más maravilloso de Dios a los hombres, es un don que nos mantiene vivos cuando nos sentimos muertos, nos reviste de esperanza y nos aleja del pesimismo.
Analizando lo que está pasando actualmente, en este prolongado tiempo de aislamiento, deseo traer a colación un extracto de algunas definiciones y reflexiones de Juan Pablo II en un documento sobre la Fe…El misterio de la iniquidad, el abandono de Dios según las palabras de una carta de Pablo, tiene una estructura interior y una secuencia dinámica bien definida: «…tiene que manifestarse el hombre impío… el enemigo que se eleva por encima de lo que es divino o recibe culto, hasta llegar a sentarse en el santuario, haciéndose pasar a sí mismo por Dios» (2 Tes 2, 3-4).
Creo que realmente, estamos viviendo un tiempo en que el hombre juega a ser Dios y se convenció a sí mismo que lo puede todo, pero se olvidó que Dios es más grande que todo y tiene poder sobre todo lo que existe y no es bueno desafiarlo, porque Dios no necesita competir ni demostrar nada, Dios es, por sobre todas las cosas. Tristemente asistimos a un momento de la humanidad, en que los poderosos, pelean por tenerlo todo, sin siquiera advertir, el sufrimiento de sus semejantes, la pobreza, el hambre, la enfermedad, las catástrofes- en donde la naturaleza le muestra al hombre lo pequeño que es, ante su furia y su devastación-. El hombre en general dejó de buscar su interioridad, su espiritualidad, dejó de disfrutar del encuentro personal con Dios, nuestro creador y Cristo, nuestro salvador. No advierten que en un segundo, pueden perderlo todo, pueden quedar vacíos, puede terminar su vida y el silencio definitivo embargarlos.
Hay odios, enfrentamientos, violencia, no se puede pensar distinto, nos están quitando hasta el derecho de pensar por uno mismo, quieren dominarlo todo.
Existe un virus llamado COVID, pero surgió un virus mayor, el miedo…el miedo paraliza, baja las defensas de nuestro cuerpo, nos inquieta, nos angustia y hemos dejado de lado algo fundamental, la Fe en Dios, ÉL todo lo puede, si nosotros hacemos nuestra parte, ÉL hará el resto´, pero debemos confiar plenamente, sin dudarlo. Todos los años mueren miles y miles de personas de cáncer, de diabetes, del corazón, de ACV, de accidentes en la vía pública. El mundo no se detiene y no solo muere gente de COVID, debemos darnos cuenta, hoy le toca a alguien más, otro día me puede tocar a mí o a cualquiera de ustedes, pero sigue muriendo gente de muchas enfermedades en todo el mundo.
Finalmente existe un virus letal, que destruye y deja que el mundo se convierta en un desierto, en un hueco oscuro y es la indiferencia…Indiferencia por el dolor ajeno, por la carencia de casi todo de muchos hermanos, que no son vagos, trabajan y no llegan, porque hoy para subsistir hace falta mucho y hay muchos seres, que trabajaron toda la vida de sol a sol y hoy le dan migajas para continuar con sus vidas, cuando en realidad se los debería compensar, para que el tiempo de descanso sea sereno y feliz y no una tortura, porque si comen, no pagan los impuestos o no pueden pagar los remedios, cuando los poderosos tienen seguramente remedios, a los que la gente de a pie, no puede acceder, pero para ellos tengo una noticia…hoy tendrán lujos, poder, creerán que lo tienen todo, pero Dios existe, y Él, es el único que marca los tiempos de vida y de muerte, es el único que tiene promesas reales de vida eterna para quién es fiel, aún en los momentos duros.
Tengamos fe, la fe salva, serena, hace feliz, aún en los momentos de carencias y pena, no perdamos la Fe, que es un regalo que el señor tiene para todos sin distinción de raza, situación económica o social. Si entendimos esto de la Fe, no le temamos ni a la pandemia, sigamos luchando y comprendamos que en algún momento todos nos vamos de esta vida, por eso hay que hacer méritos para encontrarnos con el Señor de los cielos, que espera a los hijos que entendieron su mensaje, sé que a veces, no es fácil para nadie, pero no es mejor luchar en esta vida de dolor para encontrar una vida eterna, que nos puede contener a todos, pero a las que muchos renuncian por ambición, por tenerlo todo y se quedan con la peor parte, en lugar de elegir a quién siempre está ahí, para nosotros.
La fe reconforta el alma, sino miremos a la Madre Teresa que iba a buscar amorosa a los enfermos escondidos, olvidados o tirados y almacenados como chatarra inhumana en los suburbios de la ciudad por el cruel egoísmo de los poderosos.
A los poderosos les digo, sean políticos o multimillonarios… cuando mueran no se llevan nada, se irán con un corazón hueco y vacío, si no aprendieron a compartir, si no advirtieron que cuando lleguen a la meta, pueden elegir lo trascendente, encontrarse con Dios o perecer como si nada, como si no hubiesen existido….Dios es misericordioso, por eso acepta a todos los arrepentidos, hasta el último momento.
La fe salva, ojalá la pandemia no nos haya tapado el sol, ni la luz.