Por Guillermo Briggiler.- El tiempo de Pascua, es un momento muy especial para los cristianos y judíos, ambos festejan el día que se volvieron libres. En caso del pueblo judío con la salida de Egipto, donde eran esclavos, su peregrinar por el desierto y la llegada a su tierra prometida. Para los cristianos, el tiempo en que Jesús se entrega libremente a la Pasión y Muerte, liberando a todes para siempre de la muerte y la esclavitud del pecado, permitiendo que hasta el fin de los tiempos, cada individuo elija libremente su proyecto de vida, tan libre que permite que se adopte una forma cristiana de vivir, o que ni siquiera se le parezca, pero que igual, unos y otros obtienen el beneficio del sacrificio de Cristo, la vida eterna (Mateo 25, 31-46).
Lo que haremos ahora es amalgamar la forma de vida del cristiano, con la teoría económica. Si definimos a Dios bajo la visión cristiana, nos encontraremos con que la definición máxima es, Dios es Amor. Entonces tendremos que aplicar a la economía el concepto de Caridad. Es decir una visión amorosa sobre el mercado, el dinero y la mercancía, el empleo, el crecimiento y la reducción de la pobreza. En otras palabras una visión con la vista puesta en el prójimo. Pero como el amor no puede obligarse, entonces la única forma de llegar a esta economía es por el camino de la libertad económica, para que cada uno pueda decidir otorgar o no su amor en la economía.
No estamos diciendo que el mercado soluciona todo, o que el liberalismo es la mejor versión económica, estamos diciendo que para llegar a una economía basada en el amor al prójimo, debemos pasar por la libertad primero. Dios tiene un infinito respeto por la libertad del hombre, aún sabiendo que la puede utilizar mal. La meta final sería formar hombres autónomos, capaces de decidir por si mismos, quienes con amor en su corazón y deseo de santidad, interactuarán entre ellos en el libre mercado con una visión en la caridad y en el prójimo. Hablamos aquí del sistema de libre mercado, solo que entendemos diferente la motivación del individuo, que no será el beneficio personal, sino el del prójimo.
El sistema económico ideal del cristianismo es de una libertad extrema. Donde la distribución se realizará voluntariamente, con espíritu de hermanos, no puede haber nada compulsivo que represente a Dios, todo debe ser libre y voluntario, aunque por supuesto, con consecuencias de las elecciones.
Hay un concepto clave para la economía, esta es la motivación. Lo que motiva a los individuos en la vida, y en el mundo económico, es la fuerza que moverá a todos, que dará fuerzas a cada uno para levantarse de los golpes, las caídas y los planes fallidos, para comenzar de nuevo. Si solo la motivación pasa por el dinero, será motivación miope y temporal, pero si esta es la motivación por el bien del prójimo, por acabar con la pobreza, reducir el desempleo, lograr el crecimiento sostenido y darle la posibilidad a todos de que cumplan sus sueños, estarás en lo que podemos llamar una economía cristianizada.
Las distintas motivaciones pueden explicarse a través de la pirámide de necesidades (Maslow), donde una vez satisfechas las más básicas, como alimentos y seguridad, se le da lugar a las de más alto rango, pero desde el punto de vista religioso, se puede aspirar directamente a la de más alto rango como las de auto realización, sin tener satisfechas las primeras. De esta forma le da pie a la teoría subjetiva del valor de la escuela Austriaca compatibilizándola con la economía de Jesús o economía cristiana, solo cambiando la razón de la motivación y la valoración subjetiva contradiciendo la pirámide.
En lo que podemos llamar la economía de la salvación, Jesús es libertario porque se entrega libremente para todos, no solo para los que lo siguen o los que lo quieren, para todos y de esa manera se libera El y libera a todos. Para contrastarlo podemos ver a Judas que trata de salvarse solo negociando por algunas monedas con el dinero y un final poco feliz. Esa entrega total y libre del Salvador es difícil de entender, aún para los que vivían con él y a veces para nosotros con dos mil años de análisis, estudio y magisterio de la Iglesia, pero debe ser la base para lograr una vida plena, con las herramientas que nos toquen usar, en este caso, la economía.
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