El obispo de Rafaela, monseñor Luis Alberto Fernández, presidió el 23 de abril en la parroquia San Roque, de Ataliva, la celebración eucarística en la que ordenó diácono permanente a Daniel Germán Silvestroni. Una semana más tarde, el viernes 30, en la localidad de Tostado, ordenó diáconos permanentes a Martín Fantini, Mario Riveros y Fernando Verón.
En su homilía, dirigiéndose al diácono Silvestroni, el obispo expresó: “Querido Daniel, lo que hoy recibís por la imposición de manos del obispo no es para distinguirte o ser distinto a todo el Pueblo de Dios, al contrario, es para que al estilo de Jesús, diácono del Padre, puedas identificarte cada día más con Su pueblo, como se identificó Cristo haciéndose hombre verdadero y asumiendo el dolor y el pecado humano, igualándose y ofreciéndose en servicio a toda la humanidad, entregando Su vida”.
“Al recibir hoy el diaconado permanente, Cristo te entrega el poder (como un don) para que puedas ser ese grano de trigo que cae en la tierra y muere, para que tu ministerio diaconal pueda dar mucho fruto”.
Para ello, exhortó a que, unido a la Cruz de Cristo, se anime a “morir” a sus propios intereses, y afirmó: “Solamente muriendo al triunfalismo, a la conquista altanera de llevarnos todo por delante, como autómatas y dueños de la gente, devotos de ideologías o teorías profanas, se logra sencillez y humildad, pobreza y entrega que nacen de la vida de Jesús y el Evangelio”.
“Seguilo unido a la Iglesia, unido a los sacerdotes, a los laicos y al obispo; buscalo en tu pueblo, entre tu gente, en los niños y catequistas, en los enfermos y pobres, en las instituciones y áreas pastorales de la Iglesia, pero también fuera de la Iglesia, entre los que piensan distinto o practican otras religiones, en tu trabajo profesional en la Comuna, ten siempre esa mirada amplia y evangelizadora como Jesús”. » Texto completo de la homilía
Por su parte, en la ordenación de los diáconos permanentes Fernando Verón, Mario Riveros y Martín Fantini, en vísperas de la festividad de San José Obrero, el obispo los animó a vivir el diaconado “como una Iglesia que no es autorreferencial, o se queda encerrada en la sacristía, sino que sale al encuentro y se pone en camino, cercana al pueblo, compartiendo sus dolores y angustias, así como su ‘hambre y sed de la Palabra de Dios’, llevando a la humanidad sufriente la vida plena de los sacramentos como son el Bautismo, el Matrimonio y la Eucaristía que los identificará en un servicio especial al preocuparse decididamente por los más vulnerables y olvidados de la comunidad”.
“Llevados por el Espíritu Santo, vayan y anuncien a Jesucristo sin falsificar la Palabra de Dios; no se dejen llevar por la astucia y corrupción de muchos que sólo miran sus propios intereses. Ustedes saben que llevan el tesoro y el poder de Dios, que es el Orden Sagrado en vasijas de barro, que es la misma Vida de Jesús, que es ‘Camino, Verdad y Vida’”, recordó.
“No dejen de redescubrir cada día la alegría del servicio, ante un individualismo indiferente y culturas nuevas «light» donde poco interesa la solidaridad y fraternidad; no dejen de promover ‘la cultura del encuentro’ acogiendo fundamentalmente a los niños y los ancianos mediante la misión; no dejen de formarse ayudando a los fieles a crecer en la espiritualidad popular, generando espacios de escucha, contención y amistad social”.
“La entrega generosa de sus vidas: Martín fundamentalmente en el campo, en los parajes y escuelas, con responsabilidades rurales; Fernando en medio de la ciudad comprometido con la pastoral urbana y la esencial misión educadora; y vos Mario con el profesionalismo y la hoy tremenda responsabilidad sanitaria salvando vidas. No duden que son la presencia del mismo amor de Cristo que sigue, hoy como ayer, y seguirá siempre, compadeciéndose y viviendo donde más le gusta a Dios, que es en medio de su pueblo”. » Texto completo de la homilía.
Fuente: https://aica.org/