«El 75% del territorio argentino tiene algún nivel de aridez y creo que con distinta intensidad los procesos de desertificación se encuentran en la mitad de esa cifra. La aridez es una causa natural y la desertificación, que es mucho peor, es un proceso acelerado por el hombre. Con la aridez hay que convivir; a la desertificación hay que combatirla».
José Luis Panigatti, coordinador del área de Control de Desertificación del INTA, definió así el problema en la Argentina. Precisamente su importancia y el mejoramiento de la producción animal fueron temas de un seminario que reunió durante una semana en el país a encumbrados especialistas nacionales y extranjeros. Representantes de Marruecos, Argelia, Egipto y Libia dijeron presente. «Nosotros no les vamos a enseñar a ellos, que tienen desierto, pero sí se puede hacer un intercambio de conocimientos», sostuvo Panigatti.
Para el especialista, Argelia, por ejemplo, tiene un 80 por ciento de desierto, «a nosotros nos interesa el proceso de desertificación, no tanto el desierto. El desierto ya es desierto. Pero nosotros, un país con 75% del área con problemas de aridez, con sobrepastoreo, desmonte, expansión de la agricultura y el sobreuso de los suelos y los ambientes, estamos como acelerando un proceso de cambio ambiental en las zonas con aridez, que producen desertificación», señaló el técnico del INTA.
El problema es una suma de acciones. Por ejemplo, se puede identificar a la Patagonia como que es un desierto con agua porque tiene ríos importantísimos, pero al oeste de la isohieta de 600 mm hay algunos lugares en los que el problema es muy grave, como en la Puna, por ejemplo, donde el 85% de la superficie tiene algún estado de desertificación que va desde leve hasta muy grave.
¿Qué es la desertificación exactamente? Para el especialista, es el proceso de degradación del ambiente donde se compromete el recurso natural. Hay muchas definiciones, pero el concepto más generalizado es que en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por el mal manejo del hombre y por las sequías, se va degradando el ambiente. Entonces, se produce un proceso de degradación, de pérdida de productividad, de pérdida de la economía, que se llama desertificación; no es el verdadero desierto, pero es un proceso de degradación.
Tema incorporado
Este tema el INTA lo tiene muy incorporado, y donde tal vez tenga mayor impronta es en la Patagonia, en donde se lo relaciona con el manejo, con el ambiente frágil, y en donde la carga animal disminuyó la protección del suelo e hizo que parte de las especies naturales produjeran menos, desaparecieran y los campos se empezaran a volar.
«Entonces el INTA trata de organizar a los productores. Por un lado, para el trabajo conjunto, porque no es sólo una cuestión técnica, es, también, un problema de educación, de normativas y de decisiones políticas», dijo Panigatti.
Además, el INTA pone todo el énfasis en la organización del manejo de los sistemas. «Por ejemplo, se evalúan las pasturas, y ahora, con la ley ovina, se va a tratar de conocer cuál es la producción dentro de cada predio o lote para determinar la carga animal que ese lote debe recibir. Y esto no es sinónimo de que hay que bajar la carga, sino que hay que reordenarla», explicó Panigatti. En algunos casos se ha visto que algunos potreros están sobrecargados o subutilizados, y ahora se conoce, sobre la base de metodologías que han desarrollado el INTA y las distintas universidades, cuál es la carga óptima que se puede lograr como para poder tener una mejor producción sin comprometer los recursos naturales.
Para el oeste del Chaco se puede decir dónde se debe desmontar, cómo desmontar, cuál es la carga animal, cuáles son las barreras contra el viento, cuál es la calidad del suelo y de la vegetación, cuál puede ser mantenida como vegetación natural y cuál puede ser reemplazada por la agricultura. «Entonces, hay un cúmulo de información como para bajar el impacto ambiental, reducir lo que ya se hizo y tratar de frenar o revertir los procesos de desertificación», sostuvo el especialista.
Héctor Müller
Fuente: diario La Nación, suplemento Campo, Buenos Aires, 29 de abril de 2006.