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“La democracia no culmina el día de las elecciones y nadie gobierna solo”

Es la mirada del obispo Pedro Torres sobre el ballotage. Sobre las deudas de los 40 años de la democracia, dijo que “hace falta más diálogo e insertar la educación en un cambio de época”. Destacó las acciones por la paz del papa Francisco. Participó de la asamblea del Episcopado. A casi un año de la asunción de la Diócesis, “traté de estar cerca y visité el 95% del territorio desde Gato Colorado hasta María Juana”, graficó.

Por Emilio Grande (h.).- A pocos días del ballotage previsto para este domingo 19 de noviembre entre los candidatos a presidente Sergio Massa y Javier Milei, que definirá el futuro de la Argentina de los próximos cuatro años, este cronista entrevistó al obispo diocesano Pedro Torres, luego de participar de la 123° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) en Pilar.

“Hace 42 años la Iglesia Argentina promovió la vuelta a la democracia con el documento «Iglesia y comunidad nacional» y desde entonces se viene diciendo que la democracia tiene un momento culminante en las elecciones; siempre lo mejor es ir a votar, elegir lo que tenemos luego de una selección que tuvo un proceso. La democracia no culmina el día de las elecciones y nadie gobierna solo; en abril de hace 40 años se presentó el documento «Dios, el hombre y la conciencia» con un llamado a descubrir que la patria necesita un compromiso moral para reconstruirse, yendo a las mejores reservas morales. Lo que pasó en la época más oscura de la Argentina merece un examen de conciencia, también ahora para ver que hemos hecho con el bien común, los más frágiles, con los dones que Dios nos dio porque es una patria maravillosa y ver de administrarlos mejor. Siempre es un momento donde se palpan los límites y con qué recursos tenemos para seguir adelante con mucha esperanza”, destacó.

-Este año se cumplen 40 años del retorno de la democracia, ¿cuáles son las deudas?

-Una gran deuda es la educación que prevea también que quien se educa pueda encontrar canales de futuro, trabajo, compromiso, vocación; los jóvenes sienten que no hay lugar para ellos. Hace 40 años nadie pensaba en la automatización, la robótica, la biotecnología; hay que replantear la educación, preguntar a los empresarios qué formación necesitan los alumnos para que al salir de su etapa educativa puedan encontrar un espacio laboral. Hace falta más diálogo, insertar la educación en un cambio de época y educarnos con todos los recursos; muchos argentinos triunfan en el exterior por su creatividad e ingenio. Además, la democracia es un estilo de vida, implica participación, corresponsabilidad y compromiso para construir el bien común.

-Terminó la semana de la CEA con la novedad de la beatificación del cardenal Eduardo Pironio, ¿cuáles fueron las mayores preocupaciones de los obispos?

-La buena noticia fue la beatificación para el 16 de diciembre a las 11 en la basílica de Luján. Las grandes preocupaciones fueron la desesperanza, el desánimo y el desconcierto en mucha gente; nuestro compromiso de ser anunciadores de la buena noticia de Jesús que siempre renueva la esperanza y la situación de la paz y la violencia en el mundo. La guerra en la tierra de Jesús, que nos golpea mucho porque están nuestros orígenes, se viene a sumar a un montón de guerras que vienen lastimando a las culturas como Siria, Ucrania, Armenia y Africa. Fue un momento de oración junto a la oración por la patria; por eso, fuimos a pedir ayuda y luz a la Virgen a Luján para esta nueva etapa que tenemos que afrontar, también con el desafío de recrear la esperanza.

-Como integrante de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y ex miembro de COMIPAZ (Comité Interreligioso por la Paz), ¿cómo se explica este nuevo conflicto entre el grupo Hamás y el gobierno de Israel?

-El cardenal Pizzaballa dijo hace unos días que en todos estos años se fue construyendo un andamio y cada tanto caían algunas tablas, ahora se cayó todo el andamio de diálogo, confianza y convivencia. Estábamos en las puertas del “pacto abrahámico” con el restablecimiento de relaciones de Israel con algunos países árabes; esto significó volver a la “guerra de los 6 días”, un conflicto que no comenzó en 1967 sino que viene de siglos y a veces rebrota con una virulencia y una crueldad terribles. Nuestra misión como cristianos es ser instrumentos de paz y ofrecer todo lo que tengamos para recrear el diálogo y los puentes. El papa Juan Pablo II, quien sufrió la guerra durante años en Polonia, dijo que al final de un conflicto siempre hay que tender la mesa de la negociación, tratemos de no ponerla después de que haya tanta sangre sino antes. Es lo que hizo el papa Francisco con las llamadas a los presidentes de Irán, Israel, Ucrania, Rusia; tenemos que acompañarlo con la oración porque cuando nació Jesús los ángeles dijeron “Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad”. Después de un momento con una acción terrorista sin ningún justificativo, donde sigue habiendo niños secuestrados y una represalia que fue más allá de los límites, las víctimas civiles fatales son más de 11.000 de los cuales 4.000 son niños, sino también los desplazados, en un solo día se tuvieron que ir 50.000 personas de Gaza, perdiendo su trabajo, futuro, vínculos. Hamás no ama al pueblo palestino sino que lo usó de escudo; es una muestra de los frágiles que somos y la tentación de la violencia que siempre está en las puertas del corazón de Caín con el tentador queriendo que mate al hermano Abel, como dice el Génesis.

-Hace casi un año que asumiste la diócesis de Rafaela, ¿cómo acortar las enormes distancias geográficas y cuáles son las luces y las sombras?

-Traté de estar cerca y visité el 95% de la Diócesis desde Gato Colorado hasta María Juana; me recibieron muy bien y tengo que agradecer el cariño y la mirada de fe de la gente. De las cosas más dolorosas es descubrir las heridas de la pandemia y de la sequía con distintas características en el norte y en el sur, y el desconcierto de las cosas que pasan en la patria. De las más positivas la bondad, la laboriosidad, el sentido de familia, la búsqueda de Dios. Participé en muchas fiestas patronales y confirmaciones en la ciudad de Rafaela, Dos Rosas y la Legua (departamento San Cristóbal), Colonia Bicha, Susana. La verdad que me alegra ver el compromiso de la gente por su hogar pequeño. Esta región la considero mía, me siento parte y pido a Dios amarla; cada vez más tiene dones y valores inmensos, que Dios permita que la ayudemos a fructificar. Es una sorpresa encontrar tantos universitarios que posibilitan que no se vayan lejos como se iban en otras épocas; también la gente que trabaja con el sacrificio que hacen los tamberos, que disminuyeron, y otros sectores del campo, sin la cual Argentina no comería. Es la conciencia de un pueblo trabajador, emprendedor y alegre; participé en muchas fiestas como la Bagna Cauda y la Reina de la Pizza, llamándome la atención el clima festivo.

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