Por Guillermo Briggiler.- Hoy se define el futuro económico del país para los próximos cuatro años. Se abre una instancia decisiva donde los ciudadanos eligen entre, continuar con un proceso populista, o cambiar hacia un camino de más largo plazo. La típica decisión entre el camino amplio o la puerta estrecha (1). ¿Pero todos eligen libremente? Es claro que no todos pueden estar libres al momento de elegir, quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, es difícil que elijan libremente un camino de largo plazo. El mecanismo de otorgar beneficios, buscando un cambio de humor en el corto plazo, para conseguir un voto, tomó dimensiones nunca vistas en este último tramo de campaña, lo que sumado a la situación de pobreza en que se encuentra más del 40% de la sociedad argentina, hace que peligre el futuro de la patria. Para adelante debería reverse el sistema de los Tribunales Electorales actuales y su potestad para intervenir en situaciones faltas de ética como, que un ministro pueda ser candidato o de anuncios y medidas electoralistas durante la campaña.
Los cristianos tienen una fiesta en su calendario litúrgico que se denomina Cristo Rey. Esta expresión «Cristo Rey» se refiere a la idea de que Jesucristo es el rey y señor de todo, incluyendo los asuntos temporales y políticos. ¿Pero cómo hacerlo en el mundo actual? Bajo esta premisa, se debe elegir a los gobernantes teniendo en cuenta los valores que estos presentan y optar por el que mejor represente los valores cristianos, que son al final los mismos que llamamos, común y simplemente, valores. Entre dichos valores podemos destacar, honestidad y coherencia, respeto por los individuos y las instituciones, búsqueda de la equidad y la imparcialidad, responsabilidad para asumir las consecuencias de las propias acciones, la promoción del bienestar de los demás, empatía, tolerancia, defensa de la vida y por sobre todo la búsqueda de la verdad en todos los ámbitos.
Se debe elegir entre candidatos imperfectos, el que mejor refleje esos valores. También hay que tener en cuenta al elegir, la búsqueda del que nos dé la mayor libertad posible, alguien que deje en libertad a los ciudadanos para vivir acorde a sus propios valores, ya que la religión cristiana no se impone, por el contrario, quien lee, se instruye, termina siempre en la verdad. Y es esta verdad la que persigue el cristianismo. La verdad los hará libres (2), motivo por el cual, la mentira debería evitarse y combatirse. Libres para vivir como deseen, para profesar su fe, sea cual sea y para comerciar libremente ganando su pan, sin que le regalen nada que los haga esclavos. Aquí nos encontraremos con muchas personas que son víctimas del actual sistema populista, que los deja sin capacidad para discernir con libertad.
Entre las situaciones sin libertad, nos encontramos con los impuestos, en principio es inmoral quitarles a unos de manera compulsiva para darle a otro. Son más fáciles de percibir las tasas de peajes sobre caminos o de puentes o las que se abonan por servicios como la recolección de basura domiciliaria, donde se observa una contraprestación a cambio de un servicio. Más complejo es cuando el cargo se cobra sin contraprestación, impuestos al comercio exterior, a las ganancias, a las ganancias presuntas y especialmente en el valor agregado. Si los impuestos son utilizados para redistribuir recursos, hay que tener especial atención en su captación compulsiva en el origen y en su utilización luego. Por ejemplo, hoy se recauda el IVA tanto en el multimillonario como en la persona bajo la línea de pobreza, no existe redistribución aquí, ¿Cuál sería el sentido de este impuesto? La forma correcta de distribuir bajo las premisas del evangelio de los cristianos sería que cada uno lo haga libremente . En otras palabras, poniendo mis herramientas a disposición del prójimo de manera libre y que quien lo reciba pueda hacerlo si lo desea. Un ejemplo de esto puede ser la donación de Messi de respiradores, no se le exigió, no se lo obligó, lo hizo porque así deseaba hacerlo, en un tiempo donde la pandemia pedía a gritos solidaridad. Como también lo pide hoy, donde el sistema económico imperante en el país, basado en el populismo, se convirtió en una maquinaria para generar pobres.
Bajo estos criterios es inmoral también obligar a liquidar a los exportadores a un valor muy por debajo de precio de mercado y encima, sobre eso, aplicar retenciones impositivas, quedándose con hasta el 75% del producido en algunos casos, a todas luces confiscatorio. Todo para hacerse de fondos que van en muchos casos a malgastarse en políticas que no ayudan a mejorar al país y en muchos casos son caprichos de minorías.
No pretendemos que Jesús sea el presidente del país, pero si deseamos que los valores fundamentales del cristianismo o simplemente, para no excluir a nadie, los valores fundamentales, reinen en nuestra tierra.
(1) Mateo 7, 13-14
(2) Juan 8, 32
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Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/