Juan Manuel Fangio: el hombre, la leyenda, el mito

A 25 años del fallecimiento del "Quíntuple", recorremos su colosal trayectoria deportiva en las rutas del Turismo Carretera y las pistas de la Fórmula 1, sin olvidar el legado que aún hoy hace brillar su figura.
El "Chueco" de Balcarce saluda tras ganar con su Mercedes-Benz W196 el Gran Premio de Italia, en Monza, en 1954
El «Chueco» de Balcarce saluda tras ganar con su Mercedes-Benz W196 el Gran Premio de Italia, en Monza, en 1954 (La Nación).

Por Agustín Lafforgue.- Vale, apenas, con decir «Fangio». La historia que escribió Juan Manuel trascendió fronteras y con el paso del tiempo agigantó su figura. A 25 años de su fallecimiento, ahondamos en la faceta menos conocida del piloto argentino más destacado en la historia del automovilismo.

Su proeza en la Fórmula 1, con los cinco títulos logrados, las 24 carreras ganadas sobre 51 Grandes Premios disputados, y las marcas grabadas a fuego que dejó en la máxima categoría mundial lo llevaron a estar, al menos, en el podio de los mejores pilotos de la historia de la F1, con todo lo que ello significa. Son muchos, incluso, los que no dudan en ponerlo al tope. Pero hay una historia quizá menos conocida del hombre que dejó Balcarce para conquistar el mundo.

Amante de los deportes, Juan Manuel inició su actividad como futbolista a los 16 años. Tras recuperarse de una pleuresía (inflamación de los tejidos que recubren los pulmones y la cavidad torácica) que lo tuvo casi un año en absoluto reposo, se incorpora a Rivadavia. Fue ahí donde a este mediapunta veloz lo bautizan «El Chueco», apodo que le quedó para siempre.

La pasión por los autos no era menor. Por el contrario, puede afirmarse que eran su gran devoción. Pero, a diferencia del fútbol y el boxeo, disciplina que también practicó, el automovilismo siempre fue un deporte caro. Merced a la invitación que recibe de Manuel Ayerza y con apenas 18 años, debuta como acompañante en una prueba zonal que unía ida y vuelta a las ciudades bonaerenses de Coronel Vidal y General Guido.

«La primera carrera que corro la hago de acompañante porque tenía que aprender. En esa época todo se aprendía mirando, no había otra manera», expresó Fangio (ya retirado), quien cada vez que podía manejaba, sin importar de qué auto se trataba. Aquella competencia con el Chevrolet ’28 fue la primera experiencia automovilística del «Chueco» y ahí mismo obtuvo su primer podio, dado que concluyeron en el segundo lugar.

El comienzo de una pasión

La constancia fue siempre un distintivo en él. Desde aquel Overland que recibió como parte de pago de un trabajo en 1927 y que lo transformó en un auto de competición (aunque nunca lo pudo correr) hasta su estreno como piloto pasó casi una década. En el medio, cumplió con el servicio militar obligatorio, volvió a jugar al fútbol y abrió un taller mecánico. Pero siempre, en cada uno de los momentos, estaba su ilusión de probarse al volante.

Finalmente, ese día llegó. Fue el 25 de octubre de 1936 en una competencia disputada en Benito Juárez, Buenos Aires, cuando se presentó con un Ford A modelo 29 que lució el número 19. Aunque el resultado fue un abandono, aquella carrera que disputó con el seudónimo «Rivadavia» fue su estreno como piloto, una faceta que luego lo llevaría a la cúspide mundial.

Chevrolet vs. Ford

Así como sucedió en sus inicios, su irrupción en el Turismo Carretera la realizó como acompañante. En este caso, en el Ford modelo 37 del también balcarceño Luis Finocchietti, en el Gran Premio Argentino de 1938, el cual se efectuó entre el 18 y el 30 de octubre.

Tras esa experiencia en la que finalizó 7°, llegó el momento de la presentación como piloto. Fue al año siguiente, nuevamente en el Gran Premio Argentino. La gran diferencia, además de que era 100% piloto, es que lo hizo con una coupé Chevrolet ’39, adquirida con la colaboración de 240 coterráneos que participaron de una colecta. A partir de entonces, Fangio y Chevrolet serían sinónimos en el TC.

Turismo Carretera. Fangio y Chevrolet, los Gálvez y Ford; una rivalidad deportiva que dividió al público

A tal punto, que fue el «Chueco» quien llevó la bandera de la marca frente a la contienda que comenzaron a tener con Ford, lucha que con el correr del tiempo se convertiría en la pugna histórica de la categoría. En la vereda de enfrente estaban, como máximos defensores, los hermanos Oscar y Juan Gálvez.

Luego de tres títulos en fila para Ford, llegó el momento de la primera corona de Chevrolet. Y fue gracias al campeonato logrado por Juan Manuel Fangio en 1940, temporada en la que obtuvo su debut triunfal en el Gran Premio Internacional del Norte (tras 109 horas de carrera), el primer capítulo de una lucha que no parece tener fecha de vencimiento. Al año siguiente, el Chueco repitió el título, relegando a Juan Gálvez a la segunda posición en el torneo, y se convirtió en el primer bicampeón en la historia del TC.

Tras el receso obligado por la Segunda Guerra Mundial, en 1947 se reactivó la actividad. Y fue Fangio, precisamente, quien obtuvo la victoria en la primera carrera de posguerra del TC, en la Doble Vuelta de la Ventana. En 1948, siempre con su Chevrolet, logró sus últimas victorias en el Turismo Carretera. En la Vuelta de Pringles celebró su quinto éxito y en la Vuelta de Entre Ríos el sexto y definitivo.

La conquista de Europa

Por aquellos años, el bonaerense empezaba a mostrar que su futuro estaría en el exterior. Incluso, antes de que la actividad del TC regresara tras el conflicto bélico, hizo su presentación en la Mecánica Nacional, la antesala para los autos de Grand Prix (luego Fórmula 1). En 1949, se impuso en nuestro país en dos pruebas contra pilotos extranjeros lo que le abrió nuevas fronteras para empezar a escribir su historia en Europa. En su debut en el Viejo Continente consiguió la victoria con un Maserati, en Monza.

El sábado 13 de mayo de 1950, en Silverstone, Fangio fue parte del primer Gran Premio de la historia de la Fórmula 1, con el privilegio de lucir el número 1 en su Alfa Romeo 158. Llegó a liderar la prueba, pero debió abandonar cuando era 2° del finalmente ganador, Giuseppe Farina. La revancha llegó pronto, dado que en la siguiente prueba, nada menos que en Mónaco, el argentino anotó su nombre como ganador en la F1.

La historia que vino después es sumamente conocida. Se impuso en el 47% de las competencias en las que participó en la Fórmula 1, siendo el piloto con mayor efectividad entre los que compitieron regularmente en la categoría. «Fangio ha inspirado a cientos de personas a ser piloto», afirmó en su momento el español Fernando Alonso.

La obra maestra. Con esta Maserati 250F, el balcarceño consumó su trabajo supremo al ganar el GP de Alemania de 1957 en Nürburgring, y obtuvo así su quinta corona mundial

Si bien Michael Schumacher y Lewis Hamilton lo superaron en cantidad de títulos, Fangio sigue siendo el único en haberse consagrado con cuatro marcas diferentes: Alfa Romeo, Maserati (con la que repitió), Mercedes-Benz y Ferrari. Dicho logro, entre otras variantes en las que se destacó, hizo que Andrew Bell, de la Universidad de Sheffield, dictaminara tras un minucioso estudio, que contempla muchas facetas, que Fangio fue el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1.

El 6 de julio de 1958, en el GP de Francia en Reims, finalizó 4° con su Maserati en la que fue su última participación en la F1. «Se habían juntado varias cosas: mi secuestro en Cuba (N. de la R.: el 28 de febrero de 1958), que el automovilismo se estaba volviendo muy comercial y mientras estaba corriendo decidí que dejaba de hacerlo y así fue», dijo el argentino. Aquel día, el italiano Luigi Musso perdió la vida tras protagonizar un fuerte accidente con su Ferrari, situación que afectó al balcarceño.

Muchos pilotos de la F1 que fueron testigos de la presencia de Fangio en los Grandes Premios posretiro del argentino, aseguran que su figura generaba una conmoción. «Era una leyenda, pero también un mito. Nunca vi un piloto así. Mi respeto por Fangio va tan lejos que cuando logro mi cuarto título estaba feliz de dejarlo ahí; él tenía cinco y yo cuatro. Me hacía feliz dejar que él siguiera siendo el maestro. Sin lugar para discusión, él fue el mejor», afirma Alain Prost en el recomendable documental Fangio, el hombre que domaba las máquinas.

La Misión Argentina

A los 57 años, y a una década de haberse retirado de la Fórmula 1, Fangio seguía demostrando que su talento y capacidad no tenían límites. De visita en Nürburgring, y sobre un Torino estándar, el Quíntuple giró en el «Infierno Verde» y quedó a menos de un segundo del récord del trazado alemán. Fue entonces que comenzó a forjarse la histórica presentación nacional que se concretó al año siguiente.

De viaje por Europa, Fangio supo de la realización de las 84 Horas de Nürburgring de 1969. Inmediatamente contactó a Oreste Berta, el prestigioso preparador argentino, y le dijo que sería el Director Técnico de la Misión Argentina. A partir de entonces se comenzó a trabajar en los Torino 380W, los mismos autos con los que el santafesino brillaba en el TC, que serían los que se utilizarían en la cita europea. Inicialmente se pensó en correr con dos y dejar uno de reserva, pero finalmente fueron tres los Toro presentes en la mítica pista alemana.

La prueba se desarrolló entre el 19 y el 23 de agosto de 1969, y la delegación nacional concretó una excelente presentación que quedó en la historia del automovilismo argentino. Es que el Torino número 3, que condujeron Eduardo Copello, Oscar Franco y Alberto Rodríguez Larreta «Larry», fue el auto que más vueltas acumuló en la prueba (334, dos más que el Lancia ganador). Sin embargo, las penalizaciones le quitaron 19 giros lo que terminó clasificándolo en el 4° lugar.

Memoria. El Museo Juan Manuel Fangio, inaugurado en 1986, atesora casi 50 vehículos y cientos de trofeos en sus seis plantas

Los restantes Torino no pudieron completar la prueba. El N° 1, que condujeron Luis Di Palma, Carmelo Galbato y Oscar «Cacho» Fangio, se quedó sin luces en la noche cuando lo conducía el arrecifeño y un despiste provocó la deserción. En tanto, el N° 2 de Eduardo Rodríguez Canedo, Jorge Cupeiro y Gastón Perkins, también abandonó cuando este último sufrió una salida de pista.

La satisfacción del éxito logrado se reflejó en los ojos de Fangio. Cuando el sonido de los motores se silenció luego de largas 84 horas, el balcarceño, conmovido como pocas veces, lloró de la emoción. De su mano, la bandera argentina había quedado bien en lo alto en una prueba automovilística.

Aniversarios icónicos

Juan Manuel Fangio fue rápido hasta para nacer. Es que apenas diez minutos habían pasado del sábado 24 de junio de 1911 cuando llegó el cuarto hijo del matrimonio conformado por Loreto Fangio y Herminia Déramo. En su homenaje, desde 2007, por una iniciativa en conjunto de la CDA del ACA y la ACTC, se estableció que el 24 de junio fuese declarado como el Día del Piloto en la Argentina.

A los 84 años, tras algunos deterioros en su salud que lo llevaron a ser internado en el sanatorio Mater Dei, a las 4.10 del lunes 17 de julio de 1995, Juan Manuel Fangio falleció como consecuencia de una bronconeumonía con complicación renal. En honor a su trayectoria deportiva, la cual lo llevó a ser reconocido y distinguido en muchas partes del mundo, el 9 de diciembre de 2017 se sancionó, mediante la Ley 25.076, que el 17 de julio sea reconocido en nuestro país como el Día del Automovilismo Deportivo.

Memoria y homenaje

Retirado de la práctica automovilística, Fangio comenzó a pensar en la idea de reunir en su ciudad natal la mayor cantidad de recuerdos de su rica carrera deportiva. Llevó su tiempo, pero lo concretó. La Municipalidad de Balcarce le donó a su hijo pródigo el edificio situado en Dardo Rocha esquina Mitre, donde antiguamente había funcionado el Concejo Deliberante.

Ahí, en 1981, comenzó la obra (conservándose la fachada histórica) y un lustro más tarde, el 22 de noviembre de 1986, se inauguró el Museo Juan Manuel Fangio.

En ese espacio se exhibe una enorme cantidad de elementos relacionados con el automovilismo. El propio Juan Manuel aportó nueve autos, 129 trofeos y 40 plaquetas. Luego se sumaron otros elementos, al punto de, por ejemplo, contar con 49 vehículos fijos (hay otros que son itinerantes) distribuidos en los seis niveles del museo, el más grande del país. También se pueden observar piezas que desde muchos lugares de la Argentina y del mundo son enviados para enaltecer, todavía más, el lugar.

Fuente: suplemento Autos, diario La Nación, Buenos Aires, 18 de julio de 2020.

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