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Jesús sigue naciendo en la Navidad

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela. ¿Seguimos anclados en la soberbia de Herodes o meditamos la sencillez y humildad de los pastores y reyes magos, quienes fueron a descubrir al Niño en un establo?

Por Emilio Grande (h.).- El espíritu navideño de estos días se puede caer en la tentación que nos propone la sociedad del consumo de quedarnos anclados en los regalos solamente, compartir con familiares y amigos, comer y tomar más que otras veces hasta la madrugada.

¿Es solamente eso o hay algo más profundo en el sentido de la Navidad en la que el hijo de Dios se hace hombre en una familia de Nazaret hace más de dos milenios? En realidad, es la presencia de Dios que viene a iluminar las realidades más dolorosas y oscuras.

Por eso el ángel Gabriel le dijo a la Virgen: “No temas María porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús: el será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin” (Lc. 1, 30-33).

Entonces, hay que dejarse iluminar con la estrella que nace en Belén para que la solidaridad y el amor nos hagan diferentes. Justamente, celebrar la Navidad es creer que la vida siempre tiene sentido y la muerte ha sido vencida con la luz de una nueva esperanza.

En este contexto, el papa Francisco destacó en su catequesis de la audiencia general del miércoles último en el Aula Pablo VI del Vaticano: “Y el belén nace para reconducirnos a lo que realmente es importante: a Dios, que viene a habitar entre nosotros. Por eso es importante mirar el pesebre, porque nos ayuda a entender que es lo que cuenta y las relaciones sociales de Jesús, José y María y los seres queridos, los pastores. Las personas antes que las cosas. Y tantas veces ponemos a las cosas antes que a las personas. Esto no funciona”.

La Navidad debe ser una oportunidad para cuestionarnos sobre el sentido de la vida que está tan amenazada en la actual coyuntura argentina con el aborto legal, un crimen para el bebé indefenso en la panza de la madre, el abandono de las personas mayores que nos dieron la vida (en varios países es legal la eutanasia), los jóvenes desorientados a causa de la esclavitud de las adicciones, la necesidad de crear puestos estables de trabajo en lugar de planes y subsidios permanentes del Estado, en un gravísimo contexto del 45% de los argentinos sumidos en la pobreza, según el reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

En “Relato navideño”, el doctor y docente rafaelino Rodolfo Zehnder testimonia: “(…) no pierda el sentido del Milagro, que no sólo ocurrió hace más de 2.000 años, sino que sigue produciéndose, cada vez que un niño asoma la cabecita desde el vientre materno. Es el que representa el Camino, la Verdad y la Vida, sigue apostando a la humanidad” (Voces y colores de Navidad, 2023: 268).

El pesebre de Belén nos puede iluminar a discernir los interrogantes sobre el futuro, el sentido en definitiva de la vida eterna que solamente se encuentra en Dios. ¿Seguimos anclados en la soberbia de Herodes o meditamos la sencillez y humildad de los pastores y reyes magos, quienes fueron a descubrir al Niño en un establo?

Vivimos un alocado mundo del consumo desenfrenado, el egoísmo y la indiferencia frente a tantos hermanos necesitados, enfrentamientos sociales, guerras sin sentido (Ucrania, Israel, Sudán, Birmania, entre otros) y el secularismo que le da la espalda a Dios, quien envió a su Hijo, nació en un pesebre de Belén y hoy nos sigue invitando a convertirnos de un corazón egoísta abierto a las necesidades del prójimo…

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