ROMA, domingo, 13 enero 2008 (ZENIT.org).- La noticia de la entrada en la Iglesia católica del anterior primer ministro Tony Blair poco antes de las Navidades ha suscitado un notable debate. El cardenal Cormac Murphy-O’Connor presidió la misa en la que Blair fue recibido en la Iglesia, en la casa del arzobispo, en Westminster, el 21 de diciembre.
Criado en la Iglesia anglicana, Blair se une en la Iglesia católica a su esposa, Cherie, y sus hijos. Durante años han circulado rumores sobre su posible conversión, avivados en parte por la asistencia regular de Tony Blair a la misa del domingo con su familia.
Uno de los factores que retrasaron la entrada de Blair en la Iglesia católica fue el deseo de no parecer excesivamente religioso en una sociedad cada vez más secularizada. De hecho, sólo menos de la mitad de los ministros del Partido Laborista en el gobierno admiten creer en Dios, informaba el periódico Daily Mail el 23 de diciembre.
Según una encuesta llevada a cabo por el periódico, sólo 8 de los 22 ministros estarían dispuestos a decir que son cristianos, mientas que dos admiten ser ateos. Algunos ministros rechazaron responder a la pregunta sobre sus creencias religiosas.
Poco antes de la entrada de Blair en la Iglesia, Nick Clegg, el nuevo líder del partido Liberal Demócrata de Gran Bretaña, declaraba no creer en Dios, informaba la BBC el 19 de diciembre. Hizo esta declaración en una entrevista de radio en la BBC. La mujer y los hijos de Clegg son católicos.
Diversas han sido las reacciones ante la noticia de Blair. John Smeaton, director nacional de la Sociedad para la Protección de los Niños no Nacidos, afirmaba el 22 de diciembre en una nota de prensa: «Durante el tiempo que ha sido primer ministro, Tony Blair se ha convertido en uno de los arquitectos más significativos de la cultura de la muerte, promoviendo el aborto, los experimentos sobre embriones humanos, incluyendo la clonación de embriones, y la eutanasia».
Ann Widdecombe, miembro del Partido Conservador en el Parlamento y ella misma convertida a la Iglesia católica, también se refirió a las políticos de los gobiernos de Blair en contraste con las enseñanzas católicas, sobre temas de la vida y materias como la homosexualidad, informaba el 23 de diciembre el Sunday Times.
El padre Timothy Russ, párroco de Great Missendon, la iglesia católica más cercana a la residencia del primer ministro en Chequers, defendía a Blair. El padre Russ, según informaba el 24 de diciembre el Times, desempeñó un importante papel en la conversión de Blair.
«Advertiría a los críticos que esperaran a ver qué tipo de hombre será, y cómo puede que ayude a nuestra causa», comentaba el padre Russ.
El biógrafo de Blair, Anthony Seldon, también apoyaba al primer ministro, afirmando que la fe del líder político siempre había tenido una gran influencia en su política, informaba la BBC el 22 de diciembre. De hecho, Seldon atribuía a la religión el primer lugar como la causa que atrajo a Blair a la política.
Anglicanos
El debate sobre la situación de la religión recibió más leña con una serie de artículos sobre las cifras de asistencia a misa publicados el 23 de diciembre por el periódico Telegraph. El periódico informaba que los católicos superan hoy a los anglicanos cuando se trata del número de fieles que van a misa los domingos. Según el Telegraph, una encuesta de asistencia llevada a cabo por la organización Christian Research muestra que los participantes en las misas de los domingos son 861.000, frente a las 852.000 personas en los servicios dominicales de la Iglesia anglicana.
Durante las últimas décadas ambas iglesias han sufrido importantes descensos en las cifras de los domingos, observaba el artículo. Sin embargo, la situación de la Iglesia católica se ha resentido en los últimos tiempos debido a la llegada de grandes números de emigrantes católicos de Polonia y de las naciones del este de Europa.
En otro material publicado el mismo día, el Telegraph examinaba el acusado incremento del número de pentecostales. En Gran Bretaña hay actualmente 2.480 iglesias pentecostales, la mayoría en Londres, y sus miembros han aumentado un 23% del 2000 al 2006.
No todos se han mostrado de acuerdo con las estimaciones del estudio. La Iglesia anglicana criticó la encuesta sobre asistencia dominical, informaba el Telegraph en un artículo publicado al día siguiente.
La reverenda Lynda Barley, jefa de investigación de la Iglesia anglicana, afirmó que, aunque las estadísticas oficiales para el 2006 todavía no se han publicado, esperaba que fueran similares a las cifras de asistencia dominical del 2005, que fueron de 993.000. Barley apuntaba que Christian Research basaba sus cifras sólo en un domingo, mientras que la Iglesia lleva a cabo su encuesta entre los fieles durante cuatro domingos de octubre.
Declive
El ultimo reportaje ha aparecido en un año en el que un buen número de artículos han tratado el descenso en el número de afiliados a las principales iglesias. El 10 de febrero el periódico Times informaba de que de las actuales 47.000 iglesias de Gran Bretaña – por debajo ya de las 55.000 de 1961 – miles pronto cerrarán sus puertas.
El artículo indicaba que no menos de 1.700 iglesias anglicanas han cesado su actividad desde 1969. Esto deja a la Iglesia de Inglaterra con una 16.000 iglesias todavía. Las iglesias metodistas han bajado de las 14.000 de 1932 a las actuales 6.000, y se cierran a un ritmo de 100 al año.
La oposición de cifras entre católicos y anglicanos también fue aireada hace unos meses cuando el Times, el 15 de febrero, informaba que los católicos pronto superarían a los anglicanos en el número de miembros activos. El periódico basaba su predicción en un informe publicado por el Instituto Von Hugel de Cambridge, sobre la influencia de los inmigrantes polacos en la comunidad católica de Londres.
No todo es color de rosa para la Iglesia católica. El 23 de febrero el periódico Guardian comentaba que la envejecida población de monjas británicas, actualmente cerca de 1.100, «está a punto de extinguirse». Según el artículo, sólo hubo siete nuevas novicias que entraron en congregaciones religiosas femeninas en el 2004, y 13 en el 2005.
En contraste, Associated Press comentaba el 20 de abril el crecimiento de los seguidores de los grupos evangélicos. El artículo indicaba que los evangélicos suman cerca del 40% de todos las personas del país que van regularmente a la iglesia, según la organización Christian Research.
Los seguidores incluyen a los fieles anglicanos blancos, que pertenecen a la rama evangélica de su iglesia. Muchos, no obstante, son inmigrantes negros de África. En los últimos años, África ha sido una de las principales fuentes de inmigrantes de Gran Bretaña. Muchos de ellos han traído consigo su fe pentecostal, informaba Associated Press.
El debate sobre Dios
Los inmigrantes, según parece, pueden ser una de las principales fuentes de seguidores para las iglesias cristiana en Gran Bretaña a menos que se encuentre alguna fórmula para revitalizar la fe entre la población en general. Curiosamente, el declive de participación religiosa, y la siempre mayor marginalización del cristianismo en la vida pública, ha tenido lugar en un momento en el que el debate público sobre la religión ha alcanzado un alto protagonismo.
«Desde los tiempos victorianos no había habido un debate sobre la fe religiosa tan intenso y sostenido», comentaba el periódico Times en el editorial de Navidad. El año pasado, el libro de Richard Dawkins, «The God Delusion», vendió más de un millón de ejemplares en Gran Bretaña. Han florecido también los debates públicos sobre Dios y la fe, con motivo de la controvertida película «La Brújula Dorada».
Puede que los enfrentamientos públicos sobre Dios y el papel de la religión sirvan para hacer que la gente reflexione sobre qué lugar ocupa la fe en sus vidas. Además, no todas las noticias son negativas. El 18 de septiembre un reportaje publicado en la página web Christian Today observaba que las vocaciones al sacerdocio están aumentando en la diócesis católica de Westminster.
Con ocho nuevos seminaristas que entraron el pasado septiembre el número de total de quienes se preparan para el sacerdocio ha aumentado hasta los 40, y la media de edad ha bajado hasta los 28, la más baja en muchos años.
Por el padre John Flynn, L. C.; traducción de Justo Amado
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Entrevistas
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Margarita Moro, hija de Tomás, la mujer más culta de Inglaterra en el siglo XVI
Un libro del español Eugenio Olivares rescata su figura
JAÉN, domingo, 13 enero 2008 (ZENIT.org).- Margarita Moro Roper, primera mujer humanista de Inglaterra e hija mayor de Tomás Moro, fue una figura de primera línea como intelectual, además de esposa y madre. Sin embargo, es desconocida.
La primogénita del santo patrón de los políticos era una mujer admirada por el mismo Erasmo de Róterdam, tal y como cuenta a Zenit Eugenio Olivares Merino, profesor de Literatura Inglesa Medieval y Renacentista en la Universidad de Jaén, autor de un perfil biográfico y epistolario de esta mujer, «Padre mío bueno», editado en España por Rialp (www.rialp.com).
Olivares, casado y padre de seis hijos, es miembro del consejo de administración de la Asociación Internacional de Amigos de Tomás Moro.
–¿Por qué no se conoce más a la primogénita de Tomás Moro?
–Olivares: Efectivamente, resulta curioso comprobar que la hija mayor de Tomás Moro no sea más conocida hoy en día. A mi juicio hay dos motivos. En primer lugar, son muy pocos los datos que sobre ella han llegado hasta nosotros.
En todas las biografías sobre su padre, ella ocupa un lugar destacado, pero incluso en la primera de todas, escrita por el esposo de Margarita, no es mucho lo que se nos dice sobre ella. Por tanto, el investigador que encara la tarea de narrar su vida se encuentra con grandes lagunas, que difícilmente se pueden rellenar.
En otro orden de cosas, la crítica feminista no ha reivindicado a Margarita (tanto como a otras mujeres del XVI menos valiosas desde un punto de vista intelectual) porque no encuentra en ella el perfil apropiado para proponerla como modelo de «protofeminista». Margarita era, como tantas otras mujeres de antes y de ahora, hija, esposa y madre.
Esos papeles, que para ciertas tendencias del feminismo radical enmascaran la subordinación al hombre, daban sentido y plenitud a su vida. Eso es algo que para la ideología de género es imperdonable.
–Erasmo de Róterdam dijo de Margarita Moro Roper que era «el orgullo de Inglaterra». Viniendo del padre del humanismo no es un piropo banal…
–Olivares: Estoy totalmente de acuerdo. Erasmo era una persona difícil, con un carácter un tanto taciturno y para nada dado al elogio gratuito.
El hecho de que admirara al padre de Margarita no conlleva necesariamente que fuera a sentir por ella lo mismo. Erasmo, como el español Vives, veían en la familia del inglés un modelo de hogar cristiano, pero ambos sentían predilección especial por Meg (nombre con el que Tomás Moro llamaba cariñosamente a su hija, ndr.).
¿El motivo? Entiendo que ella era la demostración más palpable de que las ideas de Moro sobre el derecho de la mujer a recibir una educación de altura -como los hombres- no eran algo descabellado.
Eso es algo que Vives compartía con Moro desde el principio, pero que Erasmo tardó en aceptar. Magarita, sin duda, contribuyó a esto. Habría que mencionar también que Margarita tradujo al inglés la «Precatio Dominica» del de Róterdam. –¿Qué tenía esta mujer además de una fuerte piedad y gran dosis de sabiduría?
–Olivares: Yo destacaría dos virtudes: su sentido común y su fortaleza. En esto, lo sé, ella es como tantas otras mujeres de entonces y de ahora. Como cuenta uno de los primeros biógrafos de Moro, por casa de Meg pasaron personas muy conocidas (cuyos nombres el autor no revela por pudor) a pedir el consejo de ésta. Cuando su padre fue ejecutado, no lo olvidemos, por la acusación de alta traición, ella vio como todo su mundo se desmoronaba, y no sólo por la muerte de su padre. Toda su familia fue investigada, su marido fue a prisión una temporada y muchos otros católicos próximos a la familia fueron también ejecutados.
En medio de la tormenta, ella procuró que sus hijos e hijas recibieran una buena educación. Unos oficiales del rey fueron a su casa un día a husmear y la encontraron, como diríamos hoy, «haciendo los deberes» con sus hijos.
Y luego está el episodio, no sé si cierto o no, de que se las ingenió para recuperar la cabeza de su padre cuando iba a ser arrojada a las aguas del Támesis. En cualquier caso, insisto, la fortaleza de Meg se mostró, sobre todo, en seguir con su vida día a día, en un mundo abiertamente hostil.
–Tomás Moro es conocido por haber sido fiel a su conciencia y no a los dictámenes reales de su tiempo. ¿Margarita también era así?
–Olivares: Esta pregunta es tan interesante como difícil de responder. Por una parte, he de decir que Margarita había recibido una formación doctrinal esmerada.
Desde el principio, su padre diseñó el tipo de educación que recibieron Margarita, Isabel, Cecilia y Juan. Formó a sus hijos para la vida civil, familiar, pero al tiempo, para el cielo.
A esto hay que añadir que Tomás, en conciencia, veía que no podía acatar -como usted dice- los dictámenes reales, al menos, del modo en el que estaban formulados. Pero gustosamente hubiera escapado del verdugo, si la formulación de los mismos no hubiera planteado problema alguno para su conciencia. No hay más que leer las cartas que mandó a su hija.
Respecto a ella, creo que también se mantuvo fiel a sus principios, tanto si acató los dictámenes reales (como ella parece sugerir en sus cartas a Moro) por no encontrar en ellos oposición alguna a su conciencia, como si lo hizo bajo alguna premisa particular (como sugiere su primo Guillermo Rastell) que hiciera el juramento compatible con sus principios. Más allá no puedo ir…
–¿Podemos situar a Margarita Moro Roper en la historia de las grandes mujeres cristianas, y si así es, por qué casi nadie la cita?
–Olivares: Respecto a su primera pregunta, no me cabe la menor duda de que Margarita fue la mujer más culta de la Inglaterra del siglo XVI.
Si ha de figurar en un elenco de grandes cristianas o no, prefiero dejarla al margen, pues a mí me interesa de ella, muy particularmente, su formación intelectual. Margarita Moro Roper fue una gran humanista y, además, cristiana.
En relación a lo segundo que usted plantea, Margarita es conocida por todos los estudiosos de su padre. Los miembros de la «Asociación Internacional de Amigos de Tomas Moro» (Amici Thomae Mori), a la cual pertenezco, sentimos un gran cariño por ella.
Para el público en general, la figura de Moro es tan imponente que parece ocultar a los que vivían con él. Para ciertos feminismos, como ya he apuntado, Meg no da la talla. Ojalá que mi libro sirviera para espolear el interés por esta gran mujer.