Por Mireia Bonilla.- Después de una intensa mañana de encuentros, el Papa Francisco ha recibido por último a un vasto grupo de rectores y profesores de las Universidades e Instituciones Pontificias Romanas. A ellos, mujeres y hombres dedicados al estudio, les ha recordado unas palabras del santo obispo y mártir Ignacio de Antioquía: “comprometeos a hacer coro”. “La universidad -les ha dicho el Papa- es la escuela del acuerdo y de la consonancia entre las distintas voces e instrumentos, no es la escuela de la uniformidad: no, es el acuerdo y la consonancia entre las distintas voces e instrumentos”. A esto, también ha añadido la descripción que hizo San John Henry Newman “como el lugar donde los diferentes conocimientos y perspectivas se expresan en armonía, se complementan, se corrigen y se equilibran mutuamente”.
La inteligencia de las manos
Esta armonía de la que habla San John Henry Newman “exige ser cultivada en primer lugar dentro de vosotros mismos, entre las tres inteligencias que vibran en el alma humana: la de la mente, la del corazón y la de las manos, cada una con su propio timbre y carácter, y todas necesarias”, es decir, insiste el Papa: “lenguaje de la mente combinado con el del corazón y las manos: lo que se piensa, lo que se siente, lo que se hace”. Francisco se ha centrado en la última de las tres: la inteligencia de las manos.
“Es la más sensorial, pero no la menos importante. De hecho, puede decirse que es como la chispa del pensamiento y del conocimiento y, en cierto modo, también su resultado más maduro. Aristóteles, por ejemplo, decía que las manos son «como el alma», por el poder que tienen, gracias a su sensibilidad, de distinguir y explorar. Y Kant no dudó en llamarlas «el cerebro externo del hombre»”.
“La primera vez que salí a la plaza, como Papa, me acerqué a un grupo de chicos ciegos. Y uno me dijo: «¿Puedo verte? ¿Puedo mirarte?». Yo no entendía nada. Sí – le dije. Y con las manos miraba… y yo… «Ah, gracias»: me veía con las manos. Eso me conmovió tanto. Esta inteligencia de manos.”
Sin embargo, Francisco les recuerda que “se necesitan manos sensibles”. “La mente no será capaz de comprender nada si las manos están cerradas por la avaricia, o si son «manos agujereadas», malgastando tiempo, salud y talentos, o si se niegan a dar la paz, a saludar y a estrechar otras manos”. E insiste: “No podrá aprender nada si sus manos tienen dedos apuntando sin piedad a sus hermanos y hermanas descarriados. Y no se asombrará de nada si esas mismas manos no saben unirse y elevarse al Cielo en la oración”. Por tanto, exhorta a los rectores y profesores a “hacer armonía en su interior, haciendo que incluso sus manos sean «eucarísticas» como las de Cristo y acompañando el tacto, en cada roce y apretón, con humilde, gozosa y sincera gratitud”.
Comprometerse a «hacer coro»
El Papa también los invita a «hacer coro» entre los distintos componentes de sus comunidades, y entre las diversas instituciones que representan. “A lo largo de los siglos, la generosidad y la previsión de muchas órdenes religiosas, inspiradas por sus carismas, han enriquecido Roma con un notable número de Facultades y Universidades. Hoy, sin embargo, incluso con menos estudiantes y profesores, esta multiplicidad de centros de estudio corre el riesgo de desperdiciar una energía preciosa. Así, en lugar de favorecer la transmisión de la alegría evangélica del estudio, de la enseñanza y de la investigación, amenaza a veces con ralentizarla y fatigarla. Debemos tomar nota de ello” advierte. Y es que, especialmente después de la pandemia del Covid 19, el Papa explica que “urge iniciar un proceso que conduzca a una sinergia eficaz, estable y orgánica entre las instituciones académicas, para honrar mejor las finalidades específicas de cada una y favorecer la misión universal de la Iglesia” y pide “no pelearse entre nosotros por llevarnos un alumno o una hora más”.
El apoyo del Dicasterio para la cultura y la educación
Por último, Francisco les invita a no conformarse con soluciones de corto aliento, y a no pensar en este proceso de crecimiento simplemente como una acción «defensiva», destinada a hacer frente a la disminución de los recursos económicos y humanos. “Por el contrario, debe verse como un impulso hacia el futuro, como una invitación a aceptar los retos de una nueva era de la historia”. Además, les advierte que pueden promover una nueva vida, “pero también pueden inhibirla si se vuelve demasiado autorreferencial” y convertirse en “una pieza de museo”. Ante esta invitación, el Papa ha ofrecido su apoyo a los rectores y profesores: “El Dicasterio para la cultura y la educación, con mi mandato, os acompañará en este camino”.
Fuente: https://www.vaticannews.va/es