En el marco de los festejos provinciales por el 9 de Julio en nuestra ciudad, los actos comenzaron a las 10:00 horas con el tedeum (acción de gracias) en la Catedral San Rafael, presidido por el obispo diocesano Pedro Torres y concelebrado por Alejandro Mugna (párroco) y Ariel Botto (vicario).
En la oportunidad, estuvieron presentes el gobernador Omar Perotti, el intendente Luis Castellano con su esposa Rosana Gastaldi, el diputado nacional Roberto Mirabella, el senador Alcides Calvo, el presidente del Concejo Municipal Germán Bottero, funcionarios provinciales y municipales, concejales, representantes de Policía provincial y Gendarmería, abanderados de escuelas locales y de las fuerzas de seguridad, entre otros.
Durante la ceremonia también fueron rezados la oración por la patria, el padrenuestro y el canto del tedeum. A continuación se comparte la homilía de Torres:
Queridos hermanos bienvenidos a esta Catedral de San Rafael, que es también la casa de la Madre de Guadalupe. Nos hemos reunido para dar gracias haciendo memoria de los 207 años de la declaración de la independencia en Tucumán. Hacer memoria es un acto de justicia que reconoce el mérito de esos momentos fundantes de nuestra vida institucional como país, que celebramos también 40 años de democracia ininterrumpida y hay que agradecer.
Hacer memoria es renovar la identidad mientras caminamos juntos en medio de tiempos complejos de la patria que todos conocemos, y de un cambio de época en el mundo que añora la paz y la ve tan herida, tiempos de lo que se ha descrito como pensamiento débil, miedo líquido, amor líquido, maldad liquida, y que sufrimos una violencia creciente y toma muchas formas. Hacer memoria orante, agradecida, es también abrazar el futuro con esperanza porque sabemos que no caminamos solos e invocamos, hoy cantando con un himno del siglo IV que da el nombre a esta liturgia, al Dios eterno, como lo hicieron en el acta de declaración de la independencia.
Verdaderamente, me sorprendió releer el acta de la independencia y sentir resonar que aquel primer tedeum, pedido por el primer gobierno patrio del 25 de mayo de 1810, cómo había dejado marcas en los congresistas de Tucumán, que decía:
“Nos los representantes de las Provincias Unidas de Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y de la autoridad del pueblo, protextando (proclamando) al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo, buscamos la libertad y queremos vínculos libres”.
Como saben yo me he sumado al caminar de esta porción del pueblo de Dios de la provincia de Santa Fe hace pocos meses, y al llegar llamando a redescubrir el bautismo que nos ha hecho hijos, discípulos y misioneros; he invitado (y me he invitado) a vivir desde la Palabra, que es más que la escrita, la Palabra se hizo carne, es Jesús. Cómo no dejarse interpelar hoy por el evangelio que nos llama a construir sobre roca y a discernir como lo estamos haciendo. Desde el acto creador del que “preside el universo” se nos ha confiado la misión de edificar y cuidar; y Jesús en el sermón de la montaña nos propone cuidar y edificar en el camino de la felicidad, paradójico en esas 8 propuestas, pero más profundo y permanente: la humildad, la mansedumbre, la misericordia, el hambre de paz y de justicia, la pureza de corazón, el sacrificio de la incomprensión. El ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia.
Muchas veces constatamos que esta vida está enferma, necesitamos su ayuda y su fuerza, por eso “doblamos las rodillas… pidiendo que crezca el hombre interior. La Iglesia lo ha dicho en estos últimos 10 años, estamos enfermos, necesitamos sanar el sentido religioso y moral, y el compromiso por la paz y la esperanza.
Un anciano de más de 90 años, apasionado por la justicia y el bien común, antes de fallecer me decía: “Argentina discute planes para el futuro, necesita el plan H, porque la h es muda, no hace ruido…, H de humildad, de honestidad y de honorabilidad (fidelidad a la palabra dada)”. Es el anhelo de tantos argentinos que amamos este suelo.
En los fundamentos de la declaración de la independencia se lee una necesidad de libertad frente a la experiencia de orfandad experimentada en las invasiones inglesas. Dios nos conceda escuchar los clamores y las orfandades de hoy, los anhelos de felicidad especialmente de los jóvenes y ancianos, y encontrar caminos que enriquezca la paz. Pidamos ser instrumentos de paz en la patria grande de América latina, en la patria nuestra, en la patria chica de cada familia. Quiera Dios que nuestra política sea sin hacer ruido hacer el bien y mucho bien, y confrontando con la Palabra construir sobre roca. Amén.