Por Emilio Grande (h.).- Este jueves 30 de enero de 2025 el sacerdote Alcides Suppo cumple 90 años, siendo muy querido por varias comunidades de la diócesis de Rafaela (departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio), donde brindó distintos servicios pastorales.
Nació en la zona rural de la vecina localidad de Saguier (Castellanos), siendo hijo de Juan Bautista Suppo y Rosa Marchisone, de cuyo matrimonio también nacieron Onelia (fallecida) y Clelia, con quien vive en la casa de calle Chacabuco 159, donde reza misa y recibe a la gente para charlar y confesar.
Ingresó al seminario metropolitano “Nuestra Señora de Guadalupe” en la ciudad de Santa Fe en 1955 y fue el segundo sacerdote ordenado por Vicente Zazpe, el primer obispo de Rafaela, el 4 de abril de 1965 en su pueblo natal; el primero había sido Raúl Troncoso (falleció el 28 de abril en 2024).
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El obispo Vicente Zazpe ordenó a Alcides Suppo en Saguier en 1965.
Previamente, Suppo ejerció el diaconado en la parroquia de Villa Minetti (9 de Julio). Como cura fue vicario en las parroquias de Ceres, Tostado, Rafaela (San Pedro, Sagrado Corazón, San Rafael y Guadalupe). Estudió Licenciatura en Teología Espiritual en el Pontificio Instituto de Espiritualidad Teresianum de los Carmelitas en Roma (1977-1981), siendo aconsejado por el cardenal Eduardo Pironio.
De regreso a la Argentina, volvió a la Catedral y a partir de 1985 fue nombrado párroco de Guadalupe en Rafaela, permaneciendo 25 años hasta su renuncia al cumplir 75 años. Después atendió la capilla de San Martín de Porres hasta la pandemia. Fue secretario canciller del Obispado de los obispos Antonio Brasca, Zazpe (administrador apostólico), Jorge Casaretto, Héctor Romero y Carlos Franzini.
Desde 2010 asesora a la Asociación Civil “Vistiéndonos de Sol”, que trabaja en la recuperación de los adictos, teniendo varias casas: Hijo Pródigo (barrio Fátima), Hogar Simeón (barrio Barranquitas) y San Benito (barrio 2 de Abril) de Rafaela, y en las localidades de Susana y Saguier.
“Soy parte de un plan de Dios, nací en un lugar donde la vocación sacerdotal no era algo esperable, ni siquiera mi vocación a las lecturas y el gusto por contemplar las obras de arte, porque nací en un ambiente simple, sencillo y poco cultivado intelectualmente. Sin embargo, todo se dio misteriosamente porque Dios lo quiso, me fue preparando de tal manera que cuando yo entré al seminario tenía 20 años y estaba atrasado respecto a mis compañeros que habían ingresado siendo niños, pero tenía una preparación intelectual igual o superior porque había leído mucho”, testimonió en una entrevista con este cronista.
Y agregó: “Todo eso me asombra mirándolo ahora y se dio esto porque había un designio de Dios. La vocación no fue algo que alguien me inculcó, simplemente nació y con fuerza, nunca tuve dudas que yo era llamado a ser sacerdote; siento la presencia y la intervención muy fuerte de Dios que te da mucha seguridad en la vida. Fui viviendo sin tomar conciencia de que la vida era corta, uno se da cuenta que 90 años son pocos, hemos vivido muchas cosas, pero nos queda mucho más para vivir. Que se haga la voluntad de Dios, que parta cuando tenga que partir y no soy anciano (risas)”.
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-A pesar de los 90 años, ¿te mantienes en actividad?
-Me ayuda mucho con una actividad al servicio de los jóvenes y de los niños, que trae ganas de seguir luchando porque vale la pena salvar vidas y salir de esta situación sumamente dolorosa en la que hemos caído, donde tantos son víctimas de adicciones.
-¿Cómo fue el cambio de depender de la Arquidiócesis de Santa Fe a la creación de la Diócesis de Rafaela en 1961?
-Empezamos a experimentar los cambios que se venían cuando la Santa Sede designó la creación de la Diócesis de Reconquista (en 1957) y separó ese sector de la provincia de la Arquidiócesis de Santa Fe, apareciendo un obispo (Juan Iriarte) lleno de vida con la chispa propia de los porteños y nos quedamos impactados. Cuando apareció (Vicente) Zazpe, con la misma línea de creación de nuevas diócesis, nos gustó mucho más. Nos sentíamos muy atraídos por su manera de ser, su persona, su viveza; un hombre lleno de espíritu y nos hizo mucho bien. A mí me costó mucho dejar el seminario y no fue fácil la inserción en la Diócesis. En el seminario aprendí no solo cosas intelectuales sino para la vida como el “scoutismo”, hacer campamentos, estar con los jóvenes como bedel, conductor de los chicos, y lo puse en práctica en la Diócesis, creando el “scoutismo”, hicimos campamentos juveniles. Fue parte del plan de Dios; no nos faltó nunca su asistencia y providencia.
-Se formó un grupo para el inicio de la causa de canonización de Zazpe, ¿fue una voz profética para la Argentina de aquel momento?
-Por supuesto, usaba los medios de comunicación y se lo escuchaba mucho; en general no entró en la zona de las polémicas, siendo una voz escuchada por amigos y los que no compartían sus ideas, pero era respetado y valorado.
-Estuviste en distintas parroquias de la extensa geografía diocesana y muchas de las actividades se realizan en la ciudad de Rafaela, ¿cómo revertir estos problemas?
-La verdad geográfica se impone y, por lo tanto, las distancias siguen. En el servicio de adicciones teníamos una casa en Suardi (departamento San Cristóbal), murió el sacerdote Néstor Vera (de Malabrigo) que la atendía y nos pidieron atenderla nosotros, pero no tenemos estructura ni personal porque está lejos. Lo bueno es que todos los sacerdotes estemos en el norte y en el sur del territorio, teniendo un sentir diocesano a partir del cariño de la gente. Cada tanto tenemos que hacer un esfuerzo de encontrarnos y comunicarnos, siendo el Obispo un nexo que une a todas las parroquias y grupos de la Diócesis. Las limitaciones no se superan simplemente con buenos deseos.
-¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia en el marco del Jubileo 2025?
-Hay muchos desafíos frente a un malestar general, gente que critica al papa Francisco que es muy doloroso; es difícil mantener saludablemente a la gente y adherir a las verdades de la fe. Hay mucha crisis que vienen de distintos sectores, incidiendo en el pensar y el sentir de la Iglesia sobre lo que pasa en los grandes niveles, donde se juegan las ideologías que tocan al género, al sexo y a la vida familiar, afectando a la Iglesia, a los cristianos y, sobre todo, a los más jóvenes, siendo preocupante lo que tienen que escuchar y les hace mucho mal. No tenemos que dejar de lado la fe, que es lo más importante y se hace oración porque las fuerzas del mal son poderosas.
-¿Cuáles son las mayores preocupaciones de la gente?
-Muchas veces te dicen “no tengo paz”, están muy acosados por estructuras y pensamientos muy metidos en la ciudad con la nueva era, el curanderismo y acciones malignas, pidiendo que le hagan daño a tal persona. Hay mucho odio, dolor por separaciones y divisiones, la desconexión entre padres e hijos e incomprensión entre esposos. Hay algo que se ha roto y el tejido que une a las personas es mucho más flojo y débil, se ha deshilachado y golpea a muchísima gente, siendo tierra fértil para las adicciones.