Por Ricardo Miguel Fessia.- La Federación Universitaria Argentina (FUA) fue creada el 11 de abril de 1918 en el marco del movimiento estudiantil por la reforma universitaria, que originado en Córdoba, se extendió por toda América Latina y se caracterizó, entre otras cosas por reclamar un amplio ingreso a las universidades y un sistema de autonomía que les permita el cogobierno y disponer de los planes de estudio.
La Federación Universitaria Argentina es la entidad que nuclea a todos los estudiantes de las universidades públicas argentinas y los representa en el ámbito del territorio nacional, encargándose de defender sus derechos y el modelo de universidad pública de nuestro país. De esta forma, se constituye como actor social que representa a los estudiantes, los contacta y los conecta con diversas problemáticas, estableciendo articulaciones con movimientos sociales, sindicatos y diversas organizaciones, en la búsqueda permanente de salidas y respuestas frente a la realidad que vivimos.
Como entidad de tercer grado, representa y defiende los derechos de los estudiantes ante las autoridades nacionales y universitarias, además de articular acciones con otras entidades de representación gremial y de la sociedad civil, tanto nacionales como internacionales.
Se reúnen casi un millón y medio de estudiantes universitarios en todo el país distribuidos en las universidades del sistema universitario público nacional. Está integrada por los centros de estudiantes (como organismos de representación de 1° grado) de cada facultad y por las federaciones universitarias de cada una de las universidades, mientras que sus autoridades son elegidas en un congreso con representación indirecta y proporcional a la cantidad de votos de cada organización estudiantil. La votación de los delegados del congreso a las diferentes listas presentadas define al presidente, vicepresidente, secretario general y el resto de la junta ejecutiva y comisión directiva de la misma. Desde el inicio se promovió la necesidad de transformar la universidad sobre las bases de una verdadera autonomía, defendiendo el principio del cogobierno entre docentes, graduados y estudiantes, la asistencia libre a clases y el régimen de concursos públicos de antecedentes y oposición como vía para acceder a los cargos docentes. A su vez, estableció la laicidad de la formación universitaria, e introdujo críticas a la formación netamente profesionalista y a la visión enciclopedista de los docentes de antaño, sentando los principios de la universidad investigadora y extensionista, inserta en la búsqueda permanente de respuestas a los problemas de su tiempo. De su fundación se inspiró el movimiento estudiantil latinoamericano, y así fueron surgiendo federaciones estudiantiles en los vecinos países de Chile, Perú, Paraguay y Cuba.
En este sentido, en 1921 se realizó el Congreso Internacional de Estudiantes en México en donde se resolvió, entre otras cosas, extender la organización estudiantil, y con ello los principios reformistas a todo el subcontinente.
Se caracteriza el movimiento estudiantil por su pluralidad y la Federación Universitaria Argentina alberga en su seno a las más variadas tendencias, ideologías, partidos políticos y líneas de pensamiento.
Una de esas agrupaciones es la “Franja Morada”, brazo universitario de la Unión Cívica Radical, es la que ha conducido la FUA en mayor cantidad de ocasiones desde 1970 y ha ocupado la presidencia ininterrumpidamente desde 1983 hasta la actualidad.
Conviven otras agrupaciones de relevancia en la vida institucional de la FUA como la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y el Movimiento Nacional Reformista (MNR), que reconoce pertenencia al Partido Socialista, que ha ocupado la presidencia en la década del 70. También son importantes en la FUA las agrupaciones de izquierda como la CEPA (Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista), el Partido Obrero, y algunas como el Movimiento Universitario SUR o el Frente Popular Darío Santillán.
Han pasado muchos años y la FUA ha sido engranaje fundamental de muchas de las transformaciones que dieron a los argentinos más derechos y libertades, y fue durante toda su vida el principal defensor de la educación pública y gratuita, basada en los pilares reformistas. A lo largo de su historia tuvo participación decisiva en la defensa del modelo de universidad pública argentino, sobre todo en los períodos de interrupción democrática: desde Uriburu en la “década infame”, pasando por el Onganiato, con la “Noche de los bastones largos”, hasta la última dictadura militar que terminó en 1983.
La Federación Universitaria Argentina se convirtió en factor de resistencia frente a la intervención de las diversas gestiones nacionales dentro de los gobiernos autónomos de las universidades y a las prácticas autoritarias y violentas que fueron el denominador común de la etapa más oscura en nuestra historia.
Es harto evidente el rol protagónico que esta organización tuvo en la defensa del modelo reformista durante el llamado “primer peronismo”, que con la Ley 13.031 intentó desplazar los postulados de autonomía y cogobierno conquistados en la Reforma Universitaria de 1918, interviniendo universidades, castigando las expresiones de autonomía científica o política, y reduciendo a su mínima expresión la participación estudiantil en los órganos de cogobierno. Así también, durante la década del 90 el gremio de los estudiantes universitarios se constituyó en acérrimo defensor del modelo de universidad pública frente a los embates del gobierno neoliberal de Carlos Menem, el cual sancionó la ley de educación superior en el año 1995.
Hoy, una nueva realidad interpela a la sociedad y en particular a la educación y por lo tanto la FUA debe responder a la misma. Se continúa en esa brecha de pugnar por la defensa de los derechos estudiantiles, la autonomía política, científica y académica de la universidad pública, y un sistema de educación que posibilite erradicar de manera definitiva la pobreza y la marginalidad en la Argentina, dotando a los ciudadanos de herramientas igualadoras para el ejercicio pleno de su dignidad humana.
Hoy como ayer se repite aquello de “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”.