Por Sebastián Sansón Ferrari.- «Hablamos de la paz, pero seguimos fabricando armas para matar». El papa Francisco vuelve a denunciar la contradicción entre los llamados a la paz y el continuo impulso armamentista global. El Pontífice comparte estas consideraciones durante una extensa entrevista con la periodista Bernarda Llorente, publicada el viernes 20 de diciembre por el Canal Orbe 21 de la Arquidiócesis de Buenos Aires.
La conversación, grabada tras la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, se emite a cuatro días del inicio del Jubileo de 2025, previsto para el martes 24 de diciembre.
En el diálogo, el Santo Padre destaca que, a pesar de los esfuerzos de las organizaciones internacionales por promover la paz, los intereses económicos y políticos a menudo sabotean esos intentos. «La guerra no se puede resolver con la destrucción de una de las partes. Se resuelve con el diálogo», insiste.
Acciones de guerrilla, no de guerra
Francisco señala lo que considera «una tendencia universal a la autodestrucción por la guerra”. En particular, al referirse a los conflictos en Ucrania y Tierra Santa, el Papa repudia las acciones “criminales”, que, según su juicio, se asemejan más a técnicas de guerrilla que a una guerra convencional.
En alusión a Gaza, añade: “Cuando te encontrás con que una mamá con sus dos chicos pasa por la calle, porque fue a buscar una cosa a su casa y vuelve a la parroquia donde está viviendo y la ametrallan porque sí, no es una guerra, con las reglas normales de una guerra. Es tremendo”.
Preocupación por Ucrania
Hablando de la guerra en Ucrania, Francisco evidencia que existe una “gran hipocresía”. Según él, a pesar de la urgencia de un tratado, cuando uno habla de paz, «empiezan a bailar el minué con cosas secundarias”. En este contexto, expresa su preocupación por la situación de los jóvenes que se alistan para combatir: “Ocurre que no tienen tantos hombres, en cambio Rusia tiene muchos».
Debilitamiento de las instituciones
El Papa también reflexiona sobre el deterioro de las instituciones. Si bien no sabe precisar los mecanismos exactos que están fallando, reconoce que “existe una falla en la ética personal”. Sobre los encuentros internacionales que buscan la paz, considera que, en ocasiones, “son encuentros de intereses más que de un verdadero compromiso por la paz”.
En cuanto a Europa, subraya que, aunque la Unión Europea tiene la capacidad de fomentar el diálogo, las instituciones, que “se han debilitado un poco”, todavía conservan la fuerza para mediar.
La Iglesia de abajo se expresa y crea comunidad
Al abordar el proceso sinodal, Francisco recuerda que el Sínodo no tiene como objetivo emitir una nueva declaración de fe, sino reflejar lo que emerge de la reflexión colectiva de grupos y personas. El Papa explica que este modelo “ya no es la Iglesia que impone desde arriba hacia abajo”, sino que es la “Iglesia de abajo” la que se expresa y construye comunidad.
Asimismo, el Papa elogia la “madurez” de las mujeres laicas que participaron en el Sínodo, poniendo de relieve el coraje con el que compartieron sus ideas, algo “impensable hace 40 años”, comenta. También alaba la participación de los hombres, afirmando que el Sínodo ha provocado una Iglesia “que camina unida en armonía”.
Para Francisco, la clave de la Iglesia sinodal es la “armonía”, y recuerda la confusión inicial de Pentecostés, para enfatizar que una Iglesia sinodal es aquella que busca la armonía, “escuchando a todos”.
Todos dentro de la Iglesia, todos
El Papa reitera que en la Iglesia “hay espacio para todos” y refuerza su llamado a la acogida, subrayando que una vez dentro, la comunidad debe discernir y dialogar. Señala que “no es lo mismo no dejar entrar a alguien que expulsarlo una vez dentro, sobre todo si esa persona no tiene, como dice el Evangelio, el traje de bodas puesto”. “Todos adentro, todos”, recalca el Pontífice.
Frente a aquellos que defienden una postura de condena, el Papa clarifica que la Iglesia «sí condena la inmoralidad de las personas, pero las acoge para ayudarlas a caminar». En este sentido, recuerda que “todos somos pecadores”, y la misión de la Iglesia es ayudar a «resolver nuestras situaciones deficitarias».
No enredarnos en nuestras lógicas conflictivas
Reflexionando sobre la creciente ola de nacionalismo extremo y los fundamentalismos religiosos, Francisco advierte que cuando la religión se convierte en política de Estado, la convivencia pacífica se ve comprometida. Para ilustrar su punto, relata una lección de su abuela: cuando era niño, le preguntó sobre un grupo de mujeres del Ejército de Salvación, y su abuela le respondió: “No son monjas, son protestantes, pero son buenas”. Esta enseñanza de “ecumenismo y no condena” marcó profundamente al Papa, quien insta a evitar “enredarnos en nuestras conflictualidades y salir del laberinto por arriba”.
Un humanismo rígido no conoce la proximidad ni la misericordia
El Papa recuerda que “Dios acaricia” a sus fieles y alerta sobre los peligros del “clericalismo cuadrado” que, según él, se aleja del estilo divino de cercanía, compasión y ternura. En este contexto, Francisco exhorta a los confesores a ser más compasivos y menos inquisitivos en el sacramento de la reconciliación: “Escuchen sin preguntar demasiado y perdonen. No torturen a la gente, la confesión es algo para abrazar, para recibir”.
En cuanto a la propagación de discursos rígidos e intolerantes entre los jóvenes, el Santo Padre considera que, si un chico no es creativo en la amistad, en la vida social, “es un tonto pobrecito”, sentencia. En cambio, brega por “ayudarlos en la vida a que sean creativos, y que hagan algo”, proponerles desafíos y contribuir a su crecimiento.
Ayudar a los jóvenes a ser creativos
Sobre los discursos rígidos y excluyentes que proliferan entre los jóvenes, el Papa menciona la problemática de aquellos no son creativos en sus relaciones sociales. En lugar de ello, aboga por fomentar su creatividad y ofrecerles desafíos que contribuyan a su maduración.
“El cristianismo no es una ideología, es una vivencia”
En relación con la batalla cultural que promueven algunos sectores que cuestionan incluso la Doctrina Social de la Iglesia, Francisco es contundente: el cristianismo es una vivencia que va creciendo por el camino que Dios le da a cada uno. “Los jóvenes que van a trabajar solidariamente comparten una vivencia que los va comprometiendo en la vida”, valoriza.
Con claridad, el Papa observa: “Cuando ves jóvenes que pertenecen a estas organizaciones más ideológicas que cristianas -de derecha, de izquierda, lo que sea- son pequeños monstruitos aferrados a la idea”. Por tal razón, el Santo Padre invita a preguntarse cómo ese muchacho trata a su novio, a su novia, a su esposo, a su esposa. “Con ideas”, plantea, haciendo notar “una deformación en el amor mismo de la persona”.
“La educación es un alimento”
Al ser interpelado por los modelos económicos de ajuste que apuntan contra la educación y la cultura, el Papa deplora estas políticas y establece que “no se puede hacer ajuste en el desarrollo educativo de un país, es criminal”. Por tanto, manifiesta su satisfacción al ver las movilizaciones de personas que se dan cuenta, se oponen y reclaman: “Porque la educación es un alimento. Es lo mismo que quitarle la comida a la gente. Es la comida del alma, de la mente, del espíritu”.
El Pontífice asegura que en la Argentina, la historia de la educación “es muy linda” y el pueblo siempre tuvo la percepción, el sentimiento, de que la educación “es una de las cosas que no se tocan”. “La escuela es como un segundo hogar”, sostiene el Pontífice, quien recuerda que su primera maestra lo acompañaba mucho y acudía al arzobispado de Buenos Aires hasta que ella falleció a los 98 años.
Francisco agrega que la universidad es fundamental, pues la ciudadanía necesita formar cabeza con “una cultura universitaria grande” y resalta que una nación debe proveer los recursos para que su universidad “cree los nuevos cerebros del futuro”.
El Papa defiende, a su vez, la promoción del gusto a la literatura en la formación humana y en la formación sacerdotal, y exhorta “a ir a lo nuestro y también a lo universal”.
La inteligencia artificial, el Jubileo de 2025 y sus autobiografías
Sobre la inteligencia artificial, Francisco considera que es un reto que debemos enfrentar con criterios humanos y sin deshumanizarnos.
En relación al Jubileo 2025, explica que es una oportunidad para la renovación y el perdón, y observa que no debe reducirse a un simple turismo religioso, sino ser una experiencia de conversión y reconciliación personal. Argumenta que el perdón comienza con el deseo sincero de ser perdonados y con el acto de pedir perdón a Dios.
Respecto de sus autobiografías, menciona que una de ellas, que iba a publicarse después de su muerte, se adelantó porque temían que perdiera actualidad. Al ser preguntado sobre cómo le gustaría ser recordado, contesta con humildad, confesando que se considera un «pobre desgraciado» al que Dios le ha tenido mucha misericordia.
El Espíritu va conduciendo a la Iglesia
Sobre la futura Iglesia, argumenta que está bien diseñada y guiada por el Espíritu Santo, y vislumbra una mayor inclusión del laicado, especialmente en las parroquias, que deben ser comunidades de interacción con el párroco.
Un mensaje al pueblo argentino
Finalmente, Francisco dedica unas palabras de aliento a su tierra natal, incentivándola a seguir luchando por sus derechos, defendiéndose de las ideologías y sin dejarse engañar.
Fuente: https://www.vaticannews.va/es