Francisco declaró venerable al empresario argentino Enrique Shaw

Fue laico, marino y empresario de Cristalerías Rigolleau, quien se casó con Cecilia Bunge, teniendo 9 hijos; murió a los 41 años por cáncer. Por su vida ejemplar, la Iglesia aceptó que se inicie su proceso de canonización. Fue el fundador de ACDE en 1952 y su primer presidente. Para ACDE Rafaela, “es motivo de enorme alegría”; en 2020 organizó un conversatorio sobre su vida.

Por Emilio Grande (h.).- El sábado pasado, el Papa promulgó el decreto sobre las “virtudes heroicas” que declara venerable a Enrique Ernesto Shaw durante una audiencia con el prefecto de la “Congregación de las Causas de los Santos”, cardenal italiano Marcello Semeraro, en el marco del proceso que se lleva adelante en su causa de canonización, con lo que podría convertirse en el primer empresario santo en el mundo.
El presidente de ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa) a nivel nacional Gonzalo Tanoira señaló: “Es una noticia que nos llena de gozo y nos conmueve, porque es un reconocimiento al testimonio de un hombre que dedicó su vida a Dios, a su familia y a desarrollar las empresas en el sector privado, mientras construía una trayectoria de vida para los trabajadores que dirigió en momentos de incertidumbre y de grandes dificultades, como el que nos toca atravesar hoy. La vida de Enrique Shaw es un testimonio inspirador para Argentina y el mundo del desarrollo socialmente inclusivo en la actividad privada, una agenda que hoy cobra especial relevancia a nivel global ante la necesidad del mundo de encarar transformaciones profundas”, según publicó Infobae.
Se trata de un laico fiel y padre de familia, nacido el 26 de febrero de 1921 en París y murió en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962. Al respecto, el obispo castrense Santiago Olivera (delegado para las causas de los santos de la CEA) destacó que “nuestro querido siervo de Dios fue cristiano laico, padre de familia, esposo ejemplar y empresario. En sus orígenes de profesión militar en la Armada Argentina. Supo integrar en su vida cotidiana la respuesta evangélica bautismal de la santidad”.
A los 14 años ingresó a la Escuela Naval Militar de Río Santiago, donde aprendió a valorar la camaradería y el trabajo en equipo. Como cadete naval, aprendió a realizar todo tipo de trabajos, comenzando desde el puesto más bajo, picareteando cubiertas y mamparos, pintando maderas y metales, limpiando baños, paleando carbón o asistiendo al funcionamiento de una caldera. De esta forma, se forjó comprendiendo la esencia de las tareas para poder fundamentar las órdenes que en breve impartiría.
Apodado “el empresario de Dios”, fue el fundador en 1952 y primer presidente de la ACDE, en el que concibió y empezó a desarrollar conceptos sobre el papel fundamental de las empresas en la economía y la sociedad de un país. Esta organización nació con el objetivo de conectar la Doctrina Social de la Iglesia con los empresarios.
Fue director delegado de la firma Cristalerías Rigolleau SA, una de las principales empresas industriales de Argentina hacia la década del cincuenta, ocupándose del bienestar de cada uno de sus 3.400 trabajadores y de sus familias. Además, asumió el cuidado del medio ambiente como responsabilidad hacia la sociedad y las generaciones futuras, y se preocupó para que las mejoras implementadas en su empresa se plasmaran en políticas públicas (fue impulsor de la ley de asignaciones familiares) y promovió decididamente el desarrollo de su comunidad.
En 1943 se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve hijos. Fue activo en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano y junto a otros empresarios participó en la organización de ayuda a la Europa de post-guerra que en 1946 promovió el Episcopado argentino, respondiendo al llamado de Pío XII. De ahí, intentó crear una entidad para que los empresarios “sean más cristianos”.
Durante la segunda presidencia de Juan Perón, en el contexto del conflicto del gobierno con sectores de la iglesia católica, Enrique fue encarcelado en dos oportunidades. La primera vez fue liberado de inmediato, pero la segunda, ocurrida el 7 de mayo de 1955, fue más prolongada. Recién el 17 de mayo de ese año y por la presión mediática de periódicos uruguayos, se liberó a los encarcelados.
En 1957 se le detectó un cáncer incurable, que “aceptó con cristiana serenidad”, pero sin bajar los brazos, según la biografía de la página web de la ACDE. Siguió participando en congresos, dictando conferencias, editando y escribiendo. En pequeñas libretas, cuadernos y papeles sueltos, Shaw solía dejar plasmados sus pensamientos y reflexiones, que hoy resultan actuales.
“Más que nunca en los tiempos actuales, y a pesar de las dificultades, tienen el deber los Dirigentes de Empresa, como intelectuales y dirigentes, de aportar un mensaje y la luz de la fe al desarrollo de los espíritus, de esforzarse por secundar, a la luz de los principios sociales cristianos, la búsqueda de las soluciones adaptadas a las realidades siempre mudables”, escribió. “Debemos crear trabajo y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre pobres y necesitados”.
Poco antes de morir, el 9 de julio de 1962, se puso “en conmovedora evidencia la relación de comunicación y afecto que mantenía con la gente, cuando, en una reunión con el personal, agradece cálida y humildemente a quienes donaron sangre para las intervenciones que prolongaron su vida”, puede leerse en su biografía, que precisó que falleció el 27 de agosto de ese mismo año en Buenos Aires, después de un breve viaje a la Virgen de Lourdes (Francia).
Poco después de su fallecimiento, a los 41 años, comenzó a trabajarse en su causa de canonización que, en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires y cardenal Jorge Bergoglio también lo había impulsado. Fue él quien en 2001 pidió y obtuvo el permiso para iniciar el proceso de parte de la Congregación de las Causas de los Santos, recordó Elisabetta Piqué (corresponsal en Italia del diario La Nación).
Según las etapas del proceso de canonización, para que el reconocido empresario pase a ser beato, es necesario que se produzca un milagro debido a su intercesión. Para que sea santo otro más. Dicen que la comisión ordinaria de obispos y cardenales de la Congregación para la Causa de los Santos podría expedirse antes de mitad de año y que el supuesto milagro, cuyos detalles mantienen en reserva, ya fue enviado a Roma: es la curación de un chico que sufrió un accidente.
Para ACDE Rafaela, “esta noticia es motivo de enorme alegría, ya que es un reconocimiento a una persona cuyo testimonio es inspiración para cada uno de sus miembros. Enrique Shaw supo conciliar en su vida, eficazmente, el ser padre de familia y empresario comprometido con el desarrollo de las empresas del sector privado, mientras construía una trayectoria de vida para los trabajadores. Todo esto en momentos de gran incertidumbre y dificultades como los que nos toca atravesar hoy”.
En este contexto, el 6 de agosto de 2020 organizó un conversatorio sobre la vida de Enrique Shaw con la participación de más de 300 personas de Argentina y de otros países. “Pudimos descubrir y dimensionar la persona y el testimonio de Enrique Shaw como un mensaje actual. Así lo destacó su hija Sara en aquel momento: «es posible combinar una trayectoria empresarial eficaz y exitosa con valores éticos»”.
ACDE Rafaela nació el 4 de noviembre del 2004 por iniciativa del entonces obispo Carlos Franzini. Su presidente por 15 años fue el reconocido empresario rafaelino Oscar “Pacha” Parra, remplazado el 4 de noviembre de 2019 por Javier Di Biase, quien está participando en ACDE Rafaela desde el inicio.
Los objetivos son los mismos que tuvo Enrique Shaw y el grupo fundador: proponer la Doctrina Social de la Iglesia a los empresarios; organizándose como una asociación de ejecutivos, emprendedores, profesionales independientes y empresarios, que tiene como finalidad constituirse en un ámbito de análisis y reflexión de la vida empresaria a la luz de los valores cristianos; y de acción, a través de su compromiso social en una labor empresarial regida por principios éticos y al servicio del bien común. ACDE es una asociación de personas y no de empresas, siendo éste un elemento distintivo respecto de otras organizaciones y es ecuménico, es decir está abierto a las personas que coinciden con los valores citados.

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