Por María Florencia Forni.- Unas 45.000 personas procedentes de 1.200 organizaciones de todo el mundo participaron en la XI edición del Foro Social Mundial (FSM) que se celebró en Dakar (la capital de Senegal), entre el 6 y el 11 de febrero. Una multitudinaria movilización popular el día de la apertura; la diversidad de talleres y asambleas temáticas; las mini-movilizaciones a favor de causas específicas a lo interno del recinto de la universidad capitalina Diop; y el clima festivo y al mismo tiempo reflexivo marcaron la tonalidad de esta nueva edición.
Pese a varios problemas organizativos al comienzo (que paralizaron parcialmente las actividades al no haber aulas libres para realizarlas), el Foro excedió, a nivel de resultados, las perspectivas de los coordinadores africanos.
Si se trata de evaluar el impacto de la sesión de Dakar en la vida interna del proceso iniciado en Porto Alegre en 2001 (que celebra su primera década de existencia) las pulsaciones vitales son de continuidad más que de cambios conceptuales bruscos. “El FSM es un espacio abierto. No nos proponemos reunir a todos los actores participantes para imponerles una voluntad política única. Una declaración final en vez de abrir el espacio arriesgaría dividirlo, debilitarlo… Lo que no impide que los movimientos, redes y campañas que trabajan juntos puedan producir sus propias declaraciones comunes, como ha sucedido en ediciones anteriores”, enfatiza Taoufik Ben Abadía, intelectual tunecino que integra el Comité Africano de Organización.
Degradación del
medio ambiente
La preocupación por la degradación del medio ambiente que requiere un cambio radical de los modelos de consumo y producción ha sido uno de los temas dominantes en las asambleas. La escritora canadiense Naomi Klein calificó de «espantosas» las tecnologías que pretenden impedir el cambio climático y apeló a un «cambio de relato». «Nos cuentan siempre las mismas historias sobre nuestra capacidad de salvar el planeta, nos dicen que no tenemos que lidiar con las consecuencias de nuestros actos ya que siempre habrá una solución», dijo la activista canadiense, que criticó así la llamada «economía verde».
Carles Riera, uno de los organizadores del Foro, abogó por «renunciar a los paradigmas del crecimiento y del desarrollo ilimitados» como vector de felicidad y de relaciones humanas. «Hay que apostar por el crecimiento de los bienes comunes, como las energías renovables, la educación, y el decrecimiento de los que no benefician a todos», dijo. (www.publico.es/internacional).
Las asambleas de movimientos sociales sirvieron para fijar una agenda común sobre esta cuestión. Las entidades se comprometieron a actuar durante la conferencia de Durban sobre cambio climático que se celebrará este año, y la cumbre sobre desarrollo sostenible de 2012.
Migraciones
Los derechos de los migrantes fueron otro tema de reflexión. Al respecto, se difundió la Carta Mundial de los Migrantes que exige el derecho a la libre circulación y reclamaron que las personas en esta situación gocen de los mismos derechos que los ciudadanos que viven en el país donde se establecen.
Soberanía alimentaria
La reivindicación de un cambio de modelo se reflejó en los debates sobre la soberanía alimentaria, un tema recurrente en el Foro. Organizaciones de agricultores, como Vía Campesina, insistieron en el necesario apoyo a la agricultura campesina y abogaron por la soberanía alimentaria. Aline, activista del movimiento campesino de Brasil, criticó así el agronegocio que se instauró en su país y que, en su opinión, «produce hambre, expropia a los campesinos y destruye el suelo».
Vía Campesina también denunció el fenómeno del «acaparamiento de tierras» en África y América Latina, especialmente por países árabes, China y fondos de inversión, con el objetivo de especular con las materias primas, lo que provoca la inseguridad alimentaria entre las poblaciones africanas.
Levantamientos populares
A pesar de que los temas de los talleres se habían decididos anteriormente, los levantamientos populares en Túnez y Egipto durante las últimas semanas estuvieron “omnipresentes” en los debates del Foro.
“Es una coyuntura política que no se veía desde años. Son países del África, son naciones árabes… y lo que se vive allí tiene un impacto directo en todo el continente y en el mundo árabe”, explicó el intelectual senegalés Demba Moussa Dembélé. “Muchos otros presidentes de Estados africanos hoy están temblando al ver lo que pasa allí. Y el mensaje es claro: los pueblos siempre tienen la última palabra” (www.ecoportal.net).
Para Esther Vivas, investigadora de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y ponente en Dakar, la importancia de las revueltas para las luchas sociales es que rompe «la idea transmitida por los que detentan el poder según la cual no hay alternativa». Fathi Chamki, miembro del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, opinó que «se están escribiendo las primeras páginas de las revoluciones del siglo XXI».