Festejan la legalización de la matanza de inocentes en Argentina…

Por Emilio Grande (h.).- Lamentablemente, el 30 de diciembre de 2020 será recordado como el día en que legalizaron la matanza de bebés inocentes, sin derecho a defenderse, frente al atropello del poder político y legislativo de la Argentina, sumado a los intereses de los grupos económicos internacionales. Hace más de 2.000 años, el rey Herodes salió a matar a los bebés inocentes cuando nació Jesús por lo que sus padres José y María tuvieron que emigrar a Egipto para salvar su vida.

¿Cómo se puede explicar que los legisladores, que aprobaron el aborto sin rubor en la cara, festejen como si se tratara de un partido de fútbol? ¿Celebrarán así cuando se les muere un familiar o ser querido? ¿Se olvidaron que vinieron a este mundo gracias al sí de sus padres que se jugaron por sus vidas? ¿Cómo justificar alegremente que los representantes del pueblo argentino legalicen el crimen amparados en supuestos derechos antojadizos de las mujeres? ¿El poder obnubila tanto que privilegia la ideología y el pseudo progresismo? ¿Cuáles son los verdaderos intereses económicos de los organismos internacionales?

La Conferencia Episcopal Argentina emitió un breve pero concreto comunicado, advirtiendo que “esta ley que ha sido votada ahondará aún más las divisiones en nuestro país. Lamentamos profundamente la lejanía de parte de la dirigencia del sentir del pueblo, el cual se ha expresado de diversas maneras a favor de la vida a lo largo y a lo ancho de nuestra patria”.

Frente a los problemas crónicos sin resolver en nuestro país como la inflación, la inseguridad, la corrupción, este año se profundizaron por la eterna cuarentena con el cierre de negocios y empresas; el aumento de la pobreza (44%) y la desocupación; sin clases presenciales y el abandono de alumnos; el autoritarismo de autoridades nacionales, provinciales y municipales al cercenar las libertades individuales; la reforma jubilatoria que perjudica inequívocamente al sector (nadie salió a tirar piedras como en 2017); entre otros.

«Las mujeres de los barrios populares piden por temas de salud que tienen que ver con ellas y con sus familias, pero nada tienen que ver con el aborto. En nuestros barrios queremos que se traten los temas que tienen que ver con la seguridad, con el trabajo, con la educación, con la conectividad o con tener una  casa. Hay un montón de temas donde nuestros dirigentes se hacen los distraídos”, señaló el presbítero José “Pepe” Di Paola, referente de los curas villeros en Buenos Aires.

En el plano jurídico, la Constitución Nacional es clara sobre su posición contraria al aborto en el artículo 75 inciso 23: “Dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia”.

Y los pactos internacionales incorporados en la reforma de 1994, entre ellos el Pacto de San José de Costa Rica (1969) señala: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente” (artículo 4 inciso 1).

Seguramente, vendrán estrategias de las organizaciones pro-vida y de abogados que impulsarán la inconstitucionalidad de esta nefasta ley, que es considerada genocida, como así también la militancia celeste para tener representación política en el Congreso, rechazando los candidatos de las principales agrupaciones políticas que aprobaron esta norma en ambas cámaras.

Desde el punto de vista médico, la doctora Mónica Schmutzer de Becla precisó al respecto en el acto frente al nuevo Hospital en el marco de la caravana por las dos vidas: “En el mismo momento de la concepción, después de la unión del gameto masculino y femenino esa persona tiene la información genética propia del ser humano y nunca podrá separarse de esa información”.

El problema de fondo es que la legalización del aborto representa, al mismo tiempo, un cambio de paradigma cultural, que se viene profundizando con la pérdida de valores en los últimos años con el matrimonio igualitario y el próximo paso será, seguramente, la eutanasia.

Fueron iluminadoras las palabras del obispo emérito de Viedma Miguel Hesayne (2013) “Basta escuchar o leer las noticias de cada día para diagnosticar que la Argentina está muy enferma en todos los niveles de la sociedad: en la relación familiar comenzando por esposos; en las relaciones sociales y políticas; en las relaciones sindicales y empresariales y hasta en las relaciones religiosas»…

En este contexto, Alberto Fernández festejó la aprobación abortiva, contradiciéndose que privilegiaba salvar vidas al inicio de la cuarentena por el coronavirus, pero tristemente es un títere de Cristina Fernández, quien se nos ríe en la cara al cobrar dos jubilaciones de privilegio por 2 millones de pesos mensuales, no paga el impuesto a las ganancias, más un retroactivo de 100 millones de pesos, mientras el haber jubilatorio mínimo es de  19.000 pesos. ¿Ningún kirchnerista reacciona ante semejante injusticia y atropello institucional?

Nuevamente, traigo las palabras proféticas de la Madre Teresa de Calcuta el 18 de setiembre de 1982 en Rafaela en el acto inaugural de la gran misión. La fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad y Premio Nobel de la Paz en 1979 expresó que “el aborto es la mayor destrucción de la paz, porque la madre mata a su niño que es la imagen de Dios, a su niño que nace para amar y para ser amado”…

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