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Familia y educación integral de la sexualidad

Se trata del discurso que la autora de esta columna de opinión debía dar en la Cámara de Diputados de Santa Fe, pero no la dejaron hablar.
La importancia de la familia en su Día internacional.
La familia es la institución biológica primigenia y en la que se basan todas las sociedades.

Por Luciana I. Mazzei.- En el año 2012 se promulgó la ley 26150 de Educación Sexual Integral para promover esta educación en los ámbitos educativos, desde nivel inicial. Entendiendo que la Educación Sexual es un punto clave en la educación de niños y adolescentes, para lograr un desarrollo pleno, pero además intervenir en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, embarazos adolescentes, adicciones, etc.

En nuestra provincia esta actividad aún no está regulada por una ley, por lo tanto, se han presentado 5 proyectos de ley desde las distintas bancadas políticas con el objetivo de lograr una ley. La mayoría de los proyectos no difieren demasiado en los objetivos a conseguir, pero sí en la implementación y en los aspectos prácticos y la perspectiva con la que se llevará adelante la ESI. En este sentido, una educación donde la naturaleza de la persona no sea el centro y solamente tienda a prevenir consecuencias y riesgos de determinadas prácticas, no dará los resultados esperados.

La familia a pesar de estar en crisis seguirá siendo la institución básica de la sociedad. Esta crisis tiene que ver con el modo de entender la sexualidad que deberá cambiar porque los valores del sexo seguro, de la búsqueda del placer desenfrenado y de la persona guiada por sus emociones, sin ningún tipo de autocontrol y autoconocimiento, contradicen los sentimientos naturales de las personas, porque desechan la fecundidad y favorecen la existencia de parejas y no de familias constituidas sobre la base del amor.

La familia es la institución biológica y natural primigenia y en la que se basan todas las sociedades. Es biológica no sólo en el sentido físico del cuerpo humano, sino en toda su estructura dimensional, así como el hombre es un ser bio-psico-espiritual, la familia por estar formada por hombres y mujeres, comparte estas dimensiones humanas, propias de la biológica personalísima del hombres. Ningún otro ser en el mundo comparte esas características. La familia es natural porque surge de la propia naturaleza humana, cuando un hombre y una mujer unen sus vidas, en un proyecto común que no se reduce a la procreación de nuevos seres humanos, sino que en ella se encuentra inscripta toda la capacidad para educar y formar a los hijos.

Sin familia el hombre no es viable. El hombre es un ser familiar porque nace y muere indefenso, sin recursos, desprotegido. Además, la familia es el depósito de los valores que más profunda y permanentemente quedan grabados en el espíritu mediante la educación.

Por ser el hombre una unidad integral de tres dimensiones: cuerpo, psiquis y espíritu es sumamente importante educar a los niños y jóvenes para ser libres, no en una libertad para hacer lo que quiero y lo que siento, sino en una libertad responsable y comprometida, que conoce las consecuencias de sus actos y es capaz de controlar los impulsos, no estar determinado por la materia que es su propio cuerpo sino auto dominarse, tomar decisiones y hacerse responsable de las consecuencias de ellas.

Esta educación en la libertad se logra plenamente en la familia, que aporta vínculos sanos y duraderos, donde la persona se define como varón o mujer, como un modo de ser y estar en el mundo y donde los hijos se reconocen como personas mirando el ser y actuar de sus padres. Los padres con su amor incondicional enseñan valores, educan en las virtudes y acompañan en el autoconocimiento y el autocontrol para que sean personas ecuánimes.

Por ser la familia una institución natural, el Estado, la escuela y las demás instituciones sociales han surgido en la historia para complementar y acompañar a las familias en su tarea formativa. Ningún estado puede ni debe sustituir a la familia en sus funciones nutricias y educativas, por el contrario, debe exigir a las familias tomar su lugar en la vida de los hijos, generando políticas públicas que garanticen a todas las familias el pleno desarrollo de sus miembros tanto en lo económico como en lo afectivo y emocional.

Con respecto a la educación sexual integral es indispensable que los padres de familia tengan acceso a programas de formación que les brinden herramientas sólidas para educar a sus hijos en la sexualidad desde temprana edad. Programas que deben respetar los valores y creencias familiares. También es necesario que los padres participen en la creación de los programas a los que accederán los hijos en las escuelas porque son ellos quienes mejor conocen a sus hijos y saben qué es lo que le conviene a cada uno. Nunca un docente va a estar más preparado que un padre.

Familia, escuela y Estado deben trabajar mancomunadamente para lograr programas de educación integral de la sexualidad que garanticen un desarrollo armónico y pleno de los niños y jóvenes, que logremos hacer de ellos ciudadanos maduros y responsables, capaces de tomar decisiones a futuro que fructifiquen en la sociedad y la cultura de nuestra provincia.

La autora es orientadora familiar, correo: luchimazzei@hotmail.com

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