«Exodo» de la Iglesia: Bergoglio pide «nuevos caminos para comunicar la fe»

Intervención del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Constató que se da una "ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico".

APARECIDA, miércoles, 16 mayo 2007 (ZENIT.org).- Ante el éxodo que experimenta la Iglesia en América Latina de fieles que buscan espiritualidad en sectas u otras experiencias, el cardenal Jorge Mario Bergoglio S.I, pidió a los obispos buscar «nuevos caminos para comunicar la fe».

Fue una de las propuestas centrales que expuso en calidad de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en el informé que presentó este martes ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se celebra en Aparecida hasta el 31 de mayo.

El arzobispo de Buenos Aires, haciéndose eco de la opinión de esa Conferencia Episcopal, constató que se da una «ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico».

«Afirmamos la vigencia de la piedad popular católica como forma viva de la inculturación y la comunicación de la fe, pero en la últimas décadas notamos un cierta desidentificación con la tradición católica, la falta de su transmisión a las nuevas generaciones y el éxodo hacia otras comunidades», afirmó.

Este éxodo, aclaró, es diferente según situaciones sociales. En los «más pobres», informó, tiene lugar «hacia el evangelismo pentecostal y algunas sectas nuevas», mientras que «en las clases medias y altas» asume la forma de «vivencias espirituales alternativas ajenas».

Todas estas experiencias, constató son «ajenas al sentido de la Iglesia y su compromiso social».

Atribuyó este fenómeno a varias causas, como son, «la crisis del dialogo familiar, la influencia de los medios de comunicación, el subjetivismo relativista, el consumismo del mercado, la falta de acompañamiento pastoral a los más pobres y nuestra dificultad para recrear la adhesión mística de la fe en un escenario religioso plural».

«La fe y la religión popular están en una “situación de urgencia” sometidas a una “crisis decisiva», constató.

Por este motivo subrayó la importancia central del tema de la Conferencia, forjar discípulos y misioneros de Cristo, para encontrar «nuevos caminos para comunicar la fe».

Publicamos la intervención del purpurado argentino.

EXPECTATIVAS Y ESPERANZAS DE LA IGLESIA EN ARGENTINA
FRENTE A LA V CONFERENCIA

Iniciado en el documento del Episcopado argentino mencionado al comienzo: “Líneas pastorales para la nueva evangelización” del año 1990 y continuando en el documento “Navega Mar adentro” nuestra Iglesia en Argentina se encuentra transitando un camino de conversión pastoral en clave evangelizadora que implica una dinámica profundamente eclesial, misionera e inculturada con el intento de llegar a los bautizados alejados y no bautizados. La dimensión misionera hoy no se concibe como una actividad al margen o paralela a las otras actividades pastorales, sino que está en el corazón de su misma vitalidad evangelizadora.

Haciendo un apretado resumen desde la óptica del Documento de Síntesis podemos decir: Los tres macrodesafíos que se interpenetran recíprocamente, asumen de forma sintética los cambios epocales descriptos en la Síntesis de Aportes recibidos (DSIN 49-79) y los cinco desafíos que la Conferencia Episcopal Argentina expresó en “Navega mar adentro” (NMA 21-48). El primero se refiere a la relación de la persona y del pueblo de Dios en la Iglesia (religión); el segundo a la relación de los hombres entre sí en la sociedad (justicia); el tercero afecta de forma transversal a las distintas comunidades sociales y los diversos órdenes de la cultura (comunión)

1. En el orden religioso: la ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico. Afirmamos la vigencia de la piedad popular católica como forma viva de la inculturación y la comunicación de la fe, pero en la últimas décadas notamos un cierta desidentificación con la tradición católica, la falta de su transmisión a las nuevas generaciones y el éxodo hacia otras comunidades (en los más pobres hacia el evangelismo pentecostal y algunas sectas nuevas) y experiencias (en las clases medias y altas hacia vivencias espirituales alternativas) ajenas al sentido de la Iglesia y su compromiso social. Algunas causas son la crisis del dialogo familiar, la influencia de los medios de comunicación, el subjetivismo relativista, el consumismo del mercado, la falta de acompañamiento pastoral a los más pobres y nuestra dificultad para recrear la adhesión mística de la fe en un escenario religioso plural: Se agrava el diagnóstico de Puebla: la fe y la religión popular están en una “situación de urgencia” sometidas a una “crisis decisiva” (DP 460). Hay que generar un mayor fervor discipular y apostólico que asuma nuestra sensibilidad religiosa y encuentre nuevos caminos para comunicar la fe.

2. En la dimensión social: Una inequidad escandalosa que lesiona la dignidad personal y la justicia social. Participamos en general de la situación de América Latina. Entre los años 2002 y 2006 en Argentina crecieron al 8,7 % los índices de medición de la indigencia; hay un 26,9 % en el nivel de la pobreza y estamos en la región aparentemente más desigual de mundo, la que más creció y menos redujo la miseria. Persiste la injusta distribución de los bienes, lo cual configura una situación de pecado social que clama al cielo y que excluye de las posibilidades de una vida más plena a muchos hermanos. Poderes políticos y planes económicos de diversos signos no dan muestras de producir modificaciones significativas para “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial” (Bnedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplomático, 8/1/2207). En Argentina urge animar una conducta justa, coherente con la fe que promueva la dignidad humana, el bien común, la inclusión integral, la ciudadanía plena y los derechos de los pobres.

3. En toda la cultura: La crisis de los vínculos familiares y sociales fundantes de los pueblos. Hay una reserva de valores religiosos, éticos y culturales de nuestro pueblo pero el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas que forman comunidades y las comunidades formadas por personas. Se notan en los conflictos de la familia, los desgarramientos de la Nación y la desintegración del continente.

La acción pastoral debe mostrar que la relación con nuestro Padre exige el desarrollo de la unión entre los hermanos. En esta línea el núcleo del contenido evangelizador (NMA 50-51) busca fortalecer una mayor comunión con la Trinidad en el Espíritu de Cristo que sane, promueva y afiance los vínculos personales en las nuevas expresiones de amor, amistad y comunión a nivel familiar, social y eclesial. Aquí se sitúan tanto la necesidad de una intensa comunión eclesial ad intra que aliente la renovada pastoral orgánica diocesana y nacional, como la exigencia de un servicio ad extra para que la comunión de la Iglesia anime una mayor integración latinoamericana.

Aparecida, mayo 2007.
Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j.

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