Excombatientes argentinos e ingleses participaron de la misa por la paz que presidió el 7 de marzo el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, y concelebró su par británico, monseñor Paul Mason, y capellanes militares de uno y otro país, en la basílica de Nuestra Señora de Luján.
En el santuario mariano nacional, el capitán de artillería VGM Héctor Tessey y el capitán Peter Plunkett acercaron al altar la imagen de la Virgen Malvinera de Luján que cobijó a los militares argentinos y que fue restituida al país tras años de permanecer en la catedral castrense británica luego del conflicto bélico.
La celebración eucarística fue pedida por la asociación civil “La Fe del Centurión”, en el marco de los encuentros y conmemoraciones por los 40 años de la guerra de Malvinas. “Nuestros hermanos de la Fe del Centurión y los que colaboraron con ellos, han sido instrumentos para que una vez más tomemos conciencia de que la paz es un bien al que debemos aspirar todos y desearla vivamente, porque en verdad ‘los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios’. Esta es nuestra fe, esto es lo que creemos”, recordó monseñor Olivera en la homilía.
Al recordar lo que pasó hace 40 años, el obispo castrense argentino consideró que aquellos sucesos no pueden olvidarse, pero “nos hacen pensar en los caminos que construyen a futuro un mundo donde el diálogo y el respeto sea lo primero y el valor que nos rige y marca caminos, y esto supone estar dispuestos hasta la entrega de la propia vida. También en nuestro tiempo, en el mundo y en nuestra propia Patria, tenemos que transitar caminos de justicia y de verdad si queremos consolidar una paz duradera”.
“Cerramos estos días históricos desde la sencillez, que también sin duda, es ‘semilla de Evangelio’ en esta Iglesia de Luján, nuestra casa, la casa de todos, porque es la casa de la Madre”, agregó, y completó: “Muchos sentimientos nos evoca María, ella estuvo, ella está y siempre estará acompañando a cada uno de sus hijos, a cada hombre y mujer que confían en Dios”.
“Tenemos que entender que lo que nos salva o condena, es el amor o el desamor. Los discípulos de Jesús debemos optar por el amor, y como Él estamos llamados a amar siempre y a todos, y como dice nuestro Papa ‘a primerear en el amor’”.
Monseñor Olivera concluyó pidiendo que “María, nuestra Madre, nos ayude a vivir este tiempo de conversión, a los que gobiernan las Naciones, a los que vivimos en ellas, que a todos nosotros hombres y mujeres el Señor nos sostenga y ayude para vivir con criterios exigentes y posibles del Evangelio de Jesús”.
Fuente: https://aica.org/