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“Estamos llamados a aportar para la construcción común”

Expresó el vicario parroquial Ariel Botto durante el sermón del Tedeum en la Catedral San Rafael. Al cumplirse los 40 años del restablecimiento de la democracia, “los obispos de Argentina han dado un documento dirigido a la dirigencia en general del país, con diez puntos básicos”, agregó. Fue presidido por el párroco Alejandro Mugna con la presencia de autoridades locales y provinciales.

Por Emilio Grande (h.).- En el marco del 213º aniversario de la Revolución de Mayo, se llevó a cabo el tradicional Tedeum en la Catedral San Rafael, presidido por el párroco Alejandro Mugna (recién llegado de su viaje por Tierra Santa, integrando un grupo) y concelebrado por el vicario Ariel Botto.

Estuvieron presentes el intendente Luis Castellano con su esposa Rosana Gastaldi; el presidente del Consejo Municipal Germán Bottero; el senador provincial por el departamento Castellanos Alcides Calvo; los funcionarios municipales Marcelo Lombardo (jefe de Gabinete), Jorge Muriel (Gobierno y Participación), Maximiliano Postovit (Prevención en Seguridad), Paz Caruso (Ambiente y Movilidad), Diego Martino (Desarrollo Urbano y Metropolitano); los ediles Leonardo Viotti, Miguel Destéfanis, Juan Senn; el jefe de Policía de la URV Víctor Rivero; el jefe del escuadrón vial Rafaela de Gendarmería Nacional Dante Romero; el vicepresidente 1º del CCIRR Hernán Heinzmann; entre otros.

Durante la ceremonia, también se rezaron la oración por la patria (2001), el Tedeum y el padrenuestro. A continuación se comparte la homilía que estuvo a cargo del sacerdote Botto:

Nos encontramos esta mañana en esta celebración de acción de gracias conocida con las dos palabras, Te Deum (A ti Dios), con las que se inicia el himno latino que utiliza la Iglesia desde hace muchos siglos para expresar gratitud a Dios por todos los dones que de Él recibimos.

Por ello hace más de 200 años los miembros de la Primera Junta de Gobierno patrio pidieron esta celebración; desde sus inicios nuestra Patria, pueblo y dirigentes, ha reconocido la mano de Dios que guía y cuida de sus hijos, ha valorado la dimensión religiosa como un componente esencial en la vida de las personas y ha sabido descubrir en ella todo lo que da luz para que la Nación sea un espacio fraterno y solidario. A Dios lo invocamos en el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional como fuente de toda razón y justicia y a Él una vez más volvemos a invocar en esta mañana dejando que sea su Palabra la que nos hable al corazón.

El relato del Génesis (2, 4b-9. 15) en la primera lectura nos muestra al hombre y la mujer en el centro de la creación con el encargo de cultivarla y cuidarla, haciéndose co-creador con el Creador de todo el universo. Hay mucho para dar gracias por la obra creadora en nuestro pueblo: riquezas naturales y gente, historia y logros, cruces que nos hicieron crecer, valores que nos animan y diversidad que enriquece. El don recibido se convierte en tarea al servicio de todos, y así nos los muestra el evangelio que acabamos de proclamar (Mc 6, 34-44). El milagro de la multiplicación de los panes lleva en sí esta dinámica de don y tarea; nada quiere hacer Jesús sin nosotros. Él se compadece de la muchedumbre y de su hambre, pero quiere que sus discípulos sean disponibles para poner lo que tienen en sus manos. Ante la preocupación de los discípulos, por el término del día y la falta de alimentos Él les dice: “Denles de comer ustedes mismos”. En ese mismo estilo, se sigue jugando hoy nuestra responsabilidad para con la Patria, donde todos estamos llamados a aportar para la construcción común. Dios sigue poniendo en nuestras manos cinco panes y dos pescados, signo de nuestro responsable y perseverante compromiso por el bien común.

En esta línea, y para seguir afianzando los anhelos más profundos al cumplirse los 40 años del restablecimiento de la democracia, hace pocos días los obispos de Argentina han dado un documento dirigido a la dirigencia en general del país, con diez puntos básicos en torno a los cuales poder acordar coincidencias y construir consensos en bien de nuestra patria. Ellos pueden iluminar nuestro camino, ser los cinco panes y los dos pescados que en este tiempo podemos ofrecer:

1) Trabajar por la dignidad de todas las personas que habitan la Patria, en particular los más pobres y débiles, cuidando la vida desde su inicio hasta su fin natural.

2) Reconstruir la confianza en nuestro país y con ella el sentido de pertenencia, generando un acuerdo político y social, con primacía del bien común por sobre los intereses sectoriales.

3) Fortalecer la democracia, asegurando la transparencia e independencia del poder judicial respecto del poder político.

4) Fortalecer y extender la educación para todos los habitantes, a todos los niveles, respetando la pluralidad y los valores humanistas de nuestra cultura, libres de toda ideología reductiva y propiciando el desarrollo de la formación en oficios.

5) Implementar políticas de desarrollo sustentable y estabilidad económica, estimulando la generación de trabajo digno e incrementando la participación del salario en la economía, facilitando las inversiones necesarias para la generación de puestos de trabajo genuino y garantizando el acceso al sistema de seguridad social a todas las personas que trabajan, cualquiera sea la condición en que lo hagan.

6) Contribuir y estimular el desarrollo científico y tecnológico al servicio de la persona humana.

7) Atender a los derechos de los pueblos originarios y cuidar los bienes naturales de la “casa común”, impulsando su aprovechamiento mediante tecnologías respetuosas de la naturaleza y de las personas, estableciendo mecanismos efectivos de control social.

8) Incrementar el cuidado y acompañamiento de las personas que sufren problemas de adicción, en particular niños y adolescentes.

9) Combatir la corrupción en todos los niveles.

10) Intensificar la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas, ampliando la protección a las mujeres y demás personas vulnerables.

Este año, marcado por las elecciones locales, provinciales y nacionales nos hace bien volver cada uno a su vocación y capacidad, desde el espacio de realidad desde el cual le toca aportar, conscientes de ser únicos e irremplazables en la tarea común. Celebremos este día agradeciendo a Dios todo lo que de Él hemos recibido y renovemos nuestro compromiso de seguir respondiendo generosamente pidiendo, como lo hacemos en la oración por la Patria, que nos ayude a “ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”.

Que María que acompaña siempre nuestros pasos siga caminando con nosotros y nos enseñe a dar lo mejor de cada uno para el bien de todos.

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