Por Emilio Grande (h.).- El nuevo obispo de Rafaela Pedro Javier Torres inició anoche su ministerio pastoral en la diócesis de Rafaela, que abarca los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio, ante una multitud de gente de Rafaela, de distintas localidades diocesanas y de Córdoba, como así también autoridades locales, comunales y provinciales.
La celebración tuvo lugar frente a la Catedral San Rafael, que fue concelebrada por 21 obispos de distintos lugares país, entre ellos los ex sacerdotes diocesanos Hugo Santiago (San Nicolás), Gustavo Zurbriggen (Déan Funes), Gustavo Montini (Santo Tomé), Angel Rossi (Córdoba), Carlos Ñañez (emérito de Córdoba), Oscar Ojea (San Isidro y presidente de la CEA), Eduardo Martín (Rosario), Juan Alberto Puiggari (Paraná), Sergio Buenanueva (San Francisco), Angel Macín (Reconquista), Han Lim Moon (Venado Tuerto), como así también más de 60 presbíteros diocesanos y cordobeses.
La ceremonia al inicio fue presidida por el arzobispo metropolitano de Santa Fe Sergio Fenoy, quien pidió que se mostraran y leyeran las letras apostólicas por las que el papa Francisco nombró a Torres como obispo de Rafaela. En presencia de la canciller de la curia Estela Riberi, se firmó el acta que dejó constancia de este acontecimiento y a partir de ese momento ya es el nuevo obispo rafaelino, por lo cual Fenoy le entregó el báculo (símbolo de pastorear al pueblo de Dios que le ha sido confiado) y lo invitó a sentarse en la sede, lugar desde el que presidió la celebración eucarística. Como signo de disponibilidad y obediencia fue saludado por los sacerdotes, diáconos algunos representantes más del pueblo de Dios, consagrados y laicos.
Entre las autoridades estuvieron presentes el gobernador Omar Perotti, el intendente Luis Castellano con su esposa Rosana Gastaldi, el senador provincial Alcides Calvo, el intendente de Sunchales Gonzalo Toselli, el presidente comunal de Susana Alejandro Ambort, Luis Liepenbuk (comunidad judía de Moisés Ville), familiares directos del nuevo obispo: sus hermanos Juan José y Elcira, sus cuñados Julio Badra y Ana María García Carranza, su doctora Matilde Ramacciotti y su esposo Pascual Olmos, entre otros.
Al finalizar la celebración, Torres rezó una oración a la Virgen, encomendando su ministerio episcopal a nuestra Madre. Se trata de la oración a la Virgen del equilibrio, rezada por el entonces obispo Jorge Casaretto (el 19 de marzo de 1977), sumándose a esta herencia de fe.
“Bendito sea el sí de María, que también es gracia del Espíritu, como decía santa Teresita todo es gracia o como decía san Pablo bendito sea Dios el padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo para que fuéramos consagrados e irreprochables ante él por el amor”, destacó Torres en su primera homilía que duró casi 20 minutos.
Y agregó: “En este día de bendición, benditos sean ustedes porque vinieron hasta aquí o porque se han unido a través de las redes en este momento para esta celebración, para este momento de historia de salvación donde el protagonista es Dios. Los saludo a todos: a los dueños de casa a los quiero agradecer la acogida, los gestos los videos en las redes, ahora también soy de la casa y me tocará dar la bienvenida después a mí a quienes se vayan sumando al camino diocesano. Decir mis gracias a los obispos presentes y particularmente a monseñor Luis (Fernández) gracias por tu alegría, sencillez, fraternidad desde el primer momento. Hoy me decía alguien: hacía mucho que no lo veíamos tan contento (risas de los presentes). Gracias a los que vinieron de lejos, algunos del norte y otros de Córdoba; gracias a las autoridades y los comunicadores”.
En otro momento de su sermón, expresó que “especialmente gracias a los que están asociados a los dolores de Jesús enfermos y sufrientes, que están ofreciendo por ustedes y por mí es este día, y eso es una fuente de gracia que brota de la pascua de Jesús, a la que nos asociamos”.
“Viendo tantos preparativos -continuó- para que llegara yo, en realidad no hay que esperarme a mí, en este tiempo lo esperamos a Jesús y su Espíritu porque él nos dijo no los dejo solos. Como en el evangelio, el Espíritu nos cubra con su sombra, el shekinah, la sombra que cubría al pueblo mientras caminaba por el desierto. Jesús es el Señor de la historia, el esperado de todos los tiempos, el único que tiene palabras de vida eterna; él es nuestra paz y él es el sacramento del amor misericordioso del Padre”.
Más adelante, Torres señaló que “esta celebración tiene que prepararnos a la Navidad y María nos acompaña a prepararnos; nos tomamos de las manos de ella. Así como el Espíritu entró en su casa y José la recibió en su casa a María y Juan (evangelista) la recibió en su casa. Hoy hay que recibirla de nuevo en casa y en la casa de cada familia, en la casa de cada corazón”.
Admitió que “no fue fácil encontrar una fecha para este inicio del ministerio porque había que tener fe también en la selección; si era el domingo pasado no iba a venir ni el sacristán (risas). Yo tenía una certeza en el corazón desde el comienzo, tenía que ser un día vinculado a la Virgen, quería que esta liturgia de hoy que mira a María, a su sí, porque le pedí a ella que se siente en la sede, que fue de monseñor Zazpe, un gran obispo, el primero (de esta Diócesis) que tuve la gracia de conocer cuando era seminarista”.
En los tramos finales, el flamante obispo remarcó: “Yo no he querido llamar esta misa toma de posesión sino del ministerio; yo no vengo a tomar posesión de nada, sino que ustedes tomen posesión de mí, para que juntos redescubramos el bautismo y pidamos el Espíritu que tanto está necesitando nuestra patria, nuestra vida; cuánta necesidad de festejar y de alegría. Hemos visto en estos días una alegría hasta media loca, donde se tiran de los puentes, pero la verdadera alegría la da el Espíritu y sus frutos son gozo y paz”.
Otras actividades
Previamente, estuvo el juramento de fidelidad y profesión de fe en la sede del Obispado de Rafaela, donde participaron los obispos e integrantes del Colegio de Consultores.
Después Torres acompañado por Sergio Fenoy, el administrador apostólico Luis Alberto Fernández fueron recibidos por los consultores y el párroco de la Catedral Alejandro Mugna, quien le presentó una cruz para que la besara, y se le acercó agua bendita para que la asperjara a sí mismo y a los fieles.
A continuación, cinco integrantes de la comunidad diocesana dirigieron unas palabras de bienvenida: Fernández, Carolina Belman (pastoral juvenil de Ceres), Antonio Grande (párroco de Guadalupe en Frontera), Alicia Avila (virgen consagrada de Rafaela) y Daniel Massacesi (laico de Sunchales).
Más tarde, Torres entró al templo para realizar un gesto de besar la pila bautismal como símbolo de incorporación a la historia de fe de esta Diócesis para dirigirse luego a la capilla del santísimo sacramento para un momento de oración acompañado por diversos miembros de la Iglesia diocesana. Después de la celebración hubo un agasajo en el Colegio San José.
Por la mañana, el flamante obispo realizó el saludo a funcionarios municipales y comunales, entre ellos el intendente Luis Castellano, el senador provincial Alcides Calvo, el diputado provincial Juan Argañaraz, el intendente de San Vicente Gonzalo Aira, entre otros, en el auditorio del Sindicato de la Carne. Luego brindó un saludo personal y un mensaje especialmente dirigido a los periodistas de los medios locales.
Recordemos que el pasado viernes 11 de noviembre se conoció la noticia de que el papa Francisco nombró nuevo obispo de la diócesis de Rafaela a Pedro Torres Aliaga, cordobés de 61 años, quien hasta ese momento se desempeñaba como obispo auxiliar de Córdoba. Simultáneamente, aceptó la renuncia presentada por Luis Fernández al haber cumplido 75 años (el 26 de octubre de 2021) y lo designó administrador apostólico hasta la toma de posesión canónica de su sucesor.
El séptimo obispo de la diócesis de Rafaela nació el 31 de diciembre de 1960 en Córdoba. Tras estudiar Filosofía y Teología en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Loreto, en Córdoba, se licenció en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma. Fue ordenado sacerdote el 6 de diciembre de 1984.
El 16 de noviembre de 2013 fue nombrado obispo titular de Castillo de Numidia y obispo auxiliar de la archidiócesis de Córdoba. Recibió la ordenación episcopal el 27 de diciembre de 2013.