Espionaje y terrorismo en un país muy frágil

La hipótesis con la que trabaja la Justicia argentina es que los vuelos entre Ezeiza y Córdoba del avión venezolano-iraní fueron ejercicios de inteligencia con fines terroristas.

Por Joaquín Morales Solá.- En Turquía, hace unos diez días, el gobierno de ese país detuvo a ocho iraníes integrantes de una célula que preparaba atentados contra ciudadanos israelíes en Estambul. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel dijo, en Turquía, que los informes de inteligencia eran “irrefutables” en cuanto al criminal propósito de esa red iraní. Junto a él, su homólogo turco le envió un mensaje al régimen de Teherán: “Jamás permitiremos que estas amenazas ocurran en nuestro país”. Semanas antes, dos científicos iraníes y un coronel de la Guardia Revolucionaria Islámica (la fuerza armada que controla con mano implacable la seguridad interior del régimen) fueron asesinados en Irán. El gobierno de Teherán acusó de esos crímenes al Mossad, el servicio de inteligencia israelí. El histórico método de venganza de Irán es atacar objetivos de Israel o a las comunidades judías en terceros países. En la Argentina vive una de las comunidades judías más numerosas del mundo.

En ese contexto internacional debe incorporarse el caso del extraño avión iraní retenido en Ezeiza por una supuesta casualidad. Su piloto, Gholamreza Ghasemi, está considerado por los servicios de inteligencia norteamericanos como miembro de la Fuerza Quds (la mano clandestina y terrorista de la Guardia Revolucionaria) y como CEO y piloto de Qeshm Fars Air, sancionada también por Estados Unidos porque transporta armas y personal de Hezbollah. Qeshm Fars Air sería la verdadera dueña del avión que está en Ezeiza, según documentación que la Justicia argentina encontró dentro de la aeronave. También descubrió dentro del avión una credencial del piloto Ghasemi que lo identifica como tripulante de Qeshm Fars Air y no de Emtrasur, como decía el carnet de identificación con el que bajó del avión. Es decir, el avión no sería de la iraní Mahan Air, igualmente sancionada por Washington, ni de la también inhabilitada venezolana Emtrasur, como se suponía hasta ahora. Y Ghasemi sería un piloto de vuelos civiles comerciales de Irán, que son los que el régimen iraní usa para hacer espionaje en otros países o para trasladar personas y armamentos.

¿Por qué el Gobierno corrió en auxilio discursivo del avión y su tripulación cuando supo de su potencial peligrosidad? ¿Adhesión ideológica? ¿Temor a enojar a Cristina Kirchner?

Un dato clave surgió en las últimas horas. Según una investigación del periodista Hugo Alconada Mon, el enorme Jumbo demorado en Ezeiza es un avión sancionado por el gobierno norteamericano. Hasta ahora, la diplomacia de los Estados Unidos se venía equivocando cuando señalaba que las sanciones recaían sobre las presuntas empresas propietarias del avión (la iraní Mahan Air y la venezolana Conviasa) y no sobre el avión. Pero los documentos revelados especifican que las sanciones incluyen a las empresas y a sus aviones, sobre los que se consignan todos los detalles. En esa lista, está el avión de Ezeiza. La novedad coloca también una parte de las futuras acciones en manos del gobierno norteamericano. ¿Pedirá la extradición del piloto Ghasemi? ¿Requerirá que se retenga en territorio argentino al avión ploteado con el nombre de la venezolana Emtrasur? El caso tomó una envergadura que un solo país no basta para desbaratar una eventual acción criminal por parte de los jerarcas iraníes. Por ahora, el juez Federico Villena y la fiscal Cecilia Incardona decidieron incorporar al expediente el informe del FBI que refiere quién es Ghasemi y qué hacen las compañías aéreas iraníes cuestionadas por el gobierno norteamericano. Aunque no tenían la obligación de hacerlo (en rigor, era un non paper, un documento que solo debía ser usado como información), Villena e Incardona resolvieron que ese informe del FBI forme parte del expediente. El juez y la fiscal le pidieron ahora al gobierno de Estados Unidos mayores precisiones sobre el piloto Ghasemi y el avión. ¿Tiene el comandante alguna orden de interdicción en los Estados Unidos? ¿El avión tiene prohibido el ingreso al espacio aéreo norteamericano? Si fuera así, ¿por qué? Las respuestas de Washington serán fundamentales para el progreso de la causa argentina.

Una incógnita que nadie pudo explicar es por qué semejante avión, antiguo, voraz consumidor de combustible en un mundo de combustibles caros, llegó a la Argentina con solo la mitad de su capacidad de carga, que consistía en autopartes. Nadie explica tampoco quién contrató a la supuesta empresa venezolana Emtrasur. El presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, habló incluso con el dueño de una tabacalera paraguaya que hizo un envío de cigarrillos en ese mismo avión a mediados de mayo desde Ciudad del Este. El empresario paraguayo le señaló que el valor de la carga no tenía relación con el precio que significa mover semejante avión. Ciudad del Este es considerada un enclave del narcoterrorismo en la región, sobre todo un refugio de Hezbollah, la organización libanesa financiada por Irán, a la que la Justicia argentina acusa de haber perpetrado una inhumana masacre cuando voló la AMIA el 18 de julio de 1994.

En el celular del comandante Ghasemi encontraron fotos de su militancia en la temible Fuerza Quds y otras demostrativas de su odio a Israel. También se encontró en el avión una tablet de la que ningún tripulante se hace cargo. Ninguno es dueño de ella. Ninguno sabe nada. Ingresar a ella es difícil porque al no tener propietario aparente tampoco se puede saber el código de acceso. Equipos especializados de la Policía Federal y de la Capital están investigando si existe una manera de acceder a esa tablet sin tener la contraseña. Fuentes diplomáticas extranjeras señalaron que tanto los servicios de inteligencia argentinos como el Ministerio de Seguridad están colaborando con la investigación, ahora que ya no se puede ocultar nada. El servicio de inteligencia local recibió hace más de un mes información reservada sobre ese vuelo. No hizo nada. ¿No quiso hacer nada, no pudo o estaba entretenido averiguando sobre la vida de algunos argentinos? El terrorismo no puede ser investigado solo por la Justicia; los servicios de inteligencias extranjeros y nacionales son los que, supuestamente, saben hurgar en esas ciénagas.

La escala en Córdoba fue un evento fulminante para el avión iraní. Teóricamente fulminante. En primer lugar, fue en el aeropuerto de Córdoba (en Ezeiza no pudo aterrizar por la niebla) donde aficionados a la aviación fotografiaron ese avión. Un Jumbo no aterrizaba en Córdoba desde hacía, por lo menos, diez años. Luego hicieron circular esas fotos en las redes sociales. Cuando las vio, la oposición advirtió un peligro potencial. La denuncia inicial la hicieron los diputados Ricardo López Murphy y Gerardo Milman. El segundo hecho determinante fue que el viaje de Ezeiza a Córdoba y de Córdoba a Ezeiza dejó al avión sin combustible para volar hasta Bolivia, donde tenía asegurado el abastecimiento de combustible. En Ezeiza se negaron a cargarle combustible todas las empresas privadas y también la estatal YPF. “Fue una decisión técnica del personal en Ezeiza porque cotejó que esa empresa estaba sancionada por Estados Unidos”, señalaron directivos de YPF. Llama la atención, con todo, que esa decisión no haya sido transmitida en el acto a la cúpula de la petrolera estatal. ¿No pudieron hacerlo, no quisieron o les costó establecer la importancia del hecho? Después, Uruguay y Paraguay le negaron el ingreso a su espacio aéreo para abastecerse de combustible. El avión ya no tenía resto ni margen para volar a Bolivia.

Otras fuentes dudan de esa casualidad. El avión, que era de carga y no de pasajeros, pudo haber hecho una escala en Bolivia antes de ingresar a la Argentina para cargar el combustible necesario y poder regresar luego a Venezuela o a Irán. ¿Fueron, acaso, esos vuelos entre Ezeiza y Córdoba ejercicios de inteligencia con fines terroristas? Inteligencia con fines terroristas es la hipótesis con la que trabaja la Justicia argentina. Ahora bien, ¿por qué el Gobierno corrió en auxilio discursivo del avión y de su tripulación cuando supo de su potencial peligrosidad? ¿Adhesión ideológica? ¿Temor a enojar a Cristina Kirchner, antigua aliada de los ayatollahs iraníes? Raro, porque el régimen teocrático de Irán desprecia y discrimina a las mujeres. En síntesis, no hay respuestas. El misterio del avión está dentro de un enigma de líderes que, a su vez, cultivan el secretismo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar

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