Esmeralda Olivero de Foglia es un canto a la vida con 100 años

Nació el 17 de julio 1924 en Rafaela. Vivió en la zona rural, estudió en la Rivadavia y la escuela industrial. A los 12 años se estableció con su familia en esta ciudad. Su hobby son las flores. Tiene un espíritu jovial, alegre y creyente admirables. El festejo es este sábado en su casa del barrio 9 de Julio.

Por Emilio Grande (h.).- En medio de la cultura de la muerte, hay que celebrar la vida y en abundancia como es el caso de Esmeralda Olivero de Foglia, quien cumplió 100 años este 17 de julio, teniendo un espíritu jovial, alegre y creyente admirables.

Nació el 1924 en Rafaela, siendo sus padres Ana Emmert y Pedro Olivero, de cuyo matrimonio también nacieron Marina, Veneranda, Oronoritorengo, Pedro, Horacio y Santiago (todos fallecidos).

Pasó su infancia en el campo en la zona rural al noroeste de nuestra ciudad (cerca de la circunvalación) hasta los 12 años, niñez que añora entrañablemente. En ese ínterin, cursó sus estudios primarios en la escuela Rivadavia, que era traída por sus padres en capota (sulky con techo).

Luego se trasladó con su familia para radicarse en nuestra ciudad, continuando los estudios cuatro años en la escuela industrial, que funcionaba en bulevar Lehmann 570 (donde está la UMTE) y cuya dirección estaba a cargo de la señora Bascheto. De esos años provienen su gusto y habilidad para coser y tejer, actividades que siguió realizando hasta no hace mucho tiempo, con confecciones para ella y su familia. “Como mis ojos ya no dan para tejer, pero algún dobladillo aún puedo hacer”, destaca a este cronista.

Esmeralda Olivero de Foglia con sus hijos Adriana y José Luis.

También se desempeñó cinco años como empleada administrativa en las oficinas del entonces Frigorífico Fasoli, actualmente denominado Rafaela Alimentos, donde conoció a quien sería su marido Luis Gerónimo Foglia (fallecido). Se casaron en 1948 y tuvieron dos hijos: José Luis (relator de fútbol) y Adriana.

A partir de ese momento se dedicó al trabajo hogareño y a la crianza de su familia. Su hobby fueron siempre las flores, especialmente las rosas y los malvones (tiene en el jardín delante de la casa), a los que actualmente poda, riega y disfruta.

Ya más adulta participó en grupos de oración vinculados a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. “Mi mamá me educó en la fe católica y hasta hace unos años iba todos los sábados a misa en el templo parroquial”, aclara.

Cotidianamente, disfruta de la lectura, mira televisión, escucha música en especial tangos y valses, toma mate y caminar entre las flores. Es una agradecida de la vida, acompañada por su rosario, signo de su fe y agradecimiento a Dios por lo que le regala cada día.

Su familia fue ampliada, teniendo siete nietos (Gabriel, Marcos, José Luis, Mariana, Rodrigo, Lautaro y Macarena) y siete bisnietos (Giuseppe, Juana, Francisco, Felipe, Tomás, Sofía y Martina).

“Jamás pensaba llegar a esta edad. Siempre fui feliz y de chica jugaba con las muñecas y nunca hice gimnasia. En mi vida comí de todo y me acuerdo en el campo de las carneadas donde había chicharrones, morcillas, achurras de los chanchos, que compartíamos en asados familiares con hermanos y tíos”, rememora.

Siempre gozó de buena salud gracias a Dios, aclara, a excepción de que tuvo una difteria (problema en la garganta) y fue atendida por el entonces doctor Urbano Poggi. Ahora tiene algunos problemas en la columna, le trae la comida su hija Adriana, pero cuando puede se cocina.

Para festejar este tan grato y emotivo acontecimiento, este sábado 20 de julio a las 17:30 horas festeja su centenario con un chocolate en su casa de calle Cervantes 658 del barrio 9 de Julio, estando invitados sus familiares, amigos y vecinos. “Tengo miedo de no morirme”, dice con cierto humor esta “vieja loca”, como ella misma se hace llamar (risas), mientras aproveché para sacar algunas fotos.

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