Por María Herminia Grande.- Borges solía finalizar sus disertaciones haciendo un silencio prolongado, para rematar diciendo: “es tan raro…y tan posible”. Así está Argentina. Las encuestas –si miden bien-, muestran paridad entre dos candidatos con modelos absolutamente distintos. Sergio Massa insiste con un gobierno de unidad nacional –sería el primero en Argentina-, algo opuesto al protagonizado por Cristina Kirchner absolutamente refractario a todo lo que no era kirchnerismo, o más restrictivo aún: sólo al cristinismo. Alberto Fernández intentó un gobierno de unidad peronista, que no prosperó. Sólo fue un loteo. Javier Milei representa un gobierno de derecha inorgánica, amateur. Pero su legitimidad está dada en los votos que consiguió, habilitantes para el balotaje.
Hasta acá lo que se escucha y se ve es parte de una puja legítima entre los dos candidatos más votados el pasado 22 de octubre.
Massa expresó esta semana un proyecto de país para el próximo decenio, se abraza como candidato al futuro porque su presente como ministro le es adverso. Milei, luego de un tiempo de silencio, reapareció con sus afirmaciones de siempre, -ajeno al decálogo que Patricia Bullrich dijo haber impuesto al libertario como condición para apoyarlo-, con su propuesta de dolarización, cierre del Banco Central, voucher educativo y el anexo del elefante como objeto de placer de quien lo quiera.
Hasta aquí sólo rarezas de una Argentina que cumple 40 años de democracia. De una Argentina con un padre de esta etapa -Raúl Alfonsín- brutalmente ofendido.
Pero la principal rareza radica en otro aspecto. Mauricio Macri, ex presidente (quien no quiso pasar por las urnas) y su candidata sumaron votos que la colocaron en tercer lugar, pero decidieron un asalto al poder. Es decir llegar al poder usando la herramienta electoral Milei. Aquí reside la principal rareza: que a cuarenta años de continuidad democrática un ex presidente no dude en el método de utilizar otro candidato para cumplir con el sueño de su “segundo tiempo”.
Es tan importante la definición del próximo 19 – un dato no menor será lo que ocurra este domingo cuando ambos candidatos debatan-, que distintos partidos políticos o dirigentes se expresan avalando o rechazando a uno u otro. En el caso de Massa algunos lo hicieron explícitamente como los radicales Changui Cáceres, Juan Manuel Casella. Otros en forma inductiva como Gerardo Morales.
En el PRO: Rodríguez Larreta, Pablo Avelluto. Algunos peronistas alejados del partido, como Juan Manuel Urtubey y Julio Bárbaro. Hoy se conoció un documento impulsado entre otros, por Federico Storani, con el acompañamiento de firmas de quinientos dirigentes radicales de todo el país como Roberto Suárez, Mario Cimadevilla, Alconada Sempé, María Luisa Storani, Diego Barbero, en el que se expresaron a favor de la candidatura de Massa bajo el título “Un voto para defender la convivencia y derrotar al odio”.
Otros se expresaron a favor de la candidatura de Milei. Desde el radicalismo el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, el gobernador electo en Mendoza, Alfredo Cornejo. Desde otra ala del PRO Cristian Ritondo, Hernán Lombardi. También Luis Juez, aunque su apoyo se presta a muchas dudas: “A este tipo (Milei) hasta le doy la posibilidad que se medique, le pago la obra social, estoy dispuesto a ayudarlo. A Massa lo conozco y es un límite ético que no estoy dispuesto a trasponer”.
Otro que se expresó a su modo fue Roberto Lavagna. Lo hizo manifestando su oposición al juicio político a los ministros de la CSJN. Cercanos a Lavagna aclaran “no es contra Sergio Massa, es decirle que lo acompañamos siempre que garantice la independencia de los poderes”. También aclaran: “Nuestra postura es contraria a la de Schiaretti”.
Cree esta cronista que todas las personas nacen y viven en este mundo dejando una impronta única e irrepetible. Milei ha llegado a la política argentina como el Guernica, para interpelar a la “casta” y cual Picasso… “ustedes lo hicieron”.
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