Por Emilio Grande (h.).- El gravísimo problema de las adicciones de alcohol y drogas no es de ahora, sino que lleva varios años en distintos ámbitos sociales, provocando destrucción de los jóvenes y sus grupos familiares.
Una voz autorizada de esta problemática en Rafaela es el sacerdote Alcides Suppo, quien fue el fundador de la Asociación Civil “Vistiéndonos de Sol” en 2006 y actualmente es el asesor espiritual con sus 89 años. La institución tiene cuatro casas de internación (Hogar Simeón, Susana, Saguier y barrio 2 de Abril) en el que atienden a aproximadamente 80 varones y una de ambulatorio (Hijo Pródigo, calle Estrada 628) con 65 asistentes (55 varones y 10 mujeres), funcionando gracias a la providencia de Dios.
“Hay un deterioro de toda la sociedad. Siempre hubo alcohólicos y bastante droga, pero ahora se hizo muy abundante y muy pesado el tema. Se da junto a otros malestares sociales como la depresión, la bulimia y la anorexia, que es un combo de males. Hay algo de fondo en la sociedad que se ha derrumbado, que sostenía el crecimiento de los jóvenes y ahora no existe más, desapareció, se perdió o se aflojó el “entramado de la cobija” y ahora se cae todo”, testimonió el ex párroco de Guadalupe en una entrevista con este cronista.
-¿Está relacionado con la falta de fe y alejarse de Dios?
-Por supuesto, en última instancia es eso, porque el mundo de hoy se caracteriza por haberse alejado, lo llaman apostasía, y Europa es un ejemplo de apostasía, donde nació el cristianismo; hoy hay templos estupendos, colegios, instituciones de religiosos que no funcionan más, que se alquilaron y son lugares de diversión. Europa se ha venido muy abajo en la fe. Entonces, ese era el sostén del proceso educativo que llevaba adelante la maduración de los jóvenes.
-Volviendo al problema de las adicciones en nuestra ciudad. Por la experiencia de escuchar a tantos adolescentes y jóvenes, ¿empiezan por el alcohol y siguen con la escalera de las drogas?
-Un esquema clásico los chicos consumen simultáneamente al principio alcohol, marihuana y cocaína. Después poco a poco se van inclinando por uno de los tres porque cada uno tiene un vacío adentro. Entonces está tímido para hablar con una chica, toma una copa o consume un adictivo y se siente eufórico y contento. Hay un vacío que se llena con uno de esos productos. Hay chicos que consumían las tres cosas y ahora son alcohólicos o están solo con la marihuana o cocaína.
-Además del vacío espiritual, ¿está relacionado con la fractura familiar?
-La familia es la madre de todos estos problemas. Por eso es un tema que hay que abordarlo en lo posible con la familia. La familia también tiene que implicarse en la recuperación de los chicos. Y de hecho muchos padres participan en reuniones y encuentros porque ahí nace el problema. El problema tiene su origen, en lo que yo fui deduciendo a través de mi experiencia de vida, en lo que se llama el consumismo. Yo escuchaba en el magisterio de algunos Papas, hablando muchas veces contra el consumismo y me preguntaba qué mal profundo produce. Después me fui dando cuenta a partir del trabajo con los chicos y las familias que ahí empieza en profundidad este problema. Recuerdo que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial (1945) tenía 10 años, leía la revista Selecciones, que era muy buena, donde había leído que hay muchos recursos materiales y para que no traiga desequilibrios en la sociedad era necesario que haya recursos espirituales, que hagan de balanceo y se mantenga un equilibrio. ¿Vamos a lograr eso o va a prevalecer lo material? Y prevaleció lo material.
-¿El materialismo va de la mano con el consumismo?
-El consumismo hizo que los padres y las madres tuvieran que trabajar porque todos los recursos fueron puestos en el desarrollo de la ciencia y la técnica actual. Recuerdo cuando aparecieron las herederas, los lavarropas, los autos nuevos, que se cambiaban con más frecuencia, cada vez más frágiles y a su vez más lujosos. La vida se encareció mucho, papá y mamá tuvieron que salir a trabajar. Ese fue el daño que produce el consumismo. La familia era nuclear y sostén de los chicos. A partir de ahí los viejos que vivían con las familias hubo que crear asilos para ellos y mandar los chicos a inglés, francés, danza, al club. Así los chicos pasan gran parte de su vida fuera de casa, no al pie de la madre; como antes la mamá quedaba en casa y papá trabajaba, con eso sobraba para mantener la familia y los chicos eran protegidos. Los que más necesitan protección son los varones porque están más expuestos y son más tiernos; las chicas tienen más garras. También hay chicas que han caído en la droga, pero son mucho menos en el número total.
-Hablando con los jóvenes, ¿cuáles son los daños más importantes para la salud física y psíquica?
-Lamentablemente, se predica mucho que la marihuana no hace daño porque un presidente de Estados Unidos y de otros lugares cuando eran jóvenes consumían y siguen todavía ahora, teniendo supuestamente lucidez. Eso es mentira porque científicamente está probado, he leído algunos artículos, que daña mucho el cerebro. La marihuana te lleva después a la cocaína y a otras drogas pesadas, siendo el primer paso. Hay chicos que han consumido tanto que no les queda fuerza para salir y es muy difícil. Para muchos el alcohol y la droga son más fuertes que ellos. Yo tengo chicos que pasaron por acá, algunos salieron, los bauticé y eran buenos, pero después dos o tres fueron asesinados.
-También está el peligro que vuelvan a recaer una vez que están recuperados.
-Cuando un chico salió, pasó bastante tiempo sin consumir, después presume que ya venció a su “enemigo” y no es así; se descuida, sobre todo si vuelve al ambiente del cual salió. En general, no los presionan para que consuman, pero ellos se sienten tentados y vuelven a caer porque también son seres humanos como nosotros que tienen debilidades, sumado a todo el daño que le ha producido al consumo de droga y alcohol.
-En la experiencia recogida de las casas de recuperación y ambulatorio de “Vistiéndonos de Sol”, ¿cómo se sale de las adicciones?
-Nosotros lo hacemos a partir de la fe porque hay un vacío existencial y ausencia de la familia. Detrás de cada chico prácticamente hay una historia de familia que se ha dividido y separado. Sólo insertando a Dios en ese vacío y en ese nicho, que todo ser humano tiene, se puede salir, los chicos tienen que encontrarse y están abiertos. La droga siempre es un mal, pero si estos chicos no hubieran pasado por aquí no hubieran conocido nunca a Cristo, los valores morales y espirituales, porque no lo recibieron de sus ambientes, de la pobreza espiritual que existe. La pobreza y la riqueza hacen mucho daño a los jóvenes; muchos son hijos de la pobreza y otros de la riqueza, la falta o el exceso de plata.