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En bicicleta entre Rafaela y las cataratas del Iguazú

Próximo a cumplir setenta años, pero con un espíritu digno de un joven, Luis Keller pedaleó aproximadamente 1.200 kilómetros entre Rafaela y las cataratas del Iguazú. Fue para el experimentado deportista, un nuevo desafío, ya que anteriormente había unido, también en bicicleta, a esta ciudad con San Nicolás y el Santuario de la Virgen de Itatí.por Víctor Hugo Fux

El martes 12 de julio, Luis Keller partió desde esta ciudad, acompañado por quienes integraron su grupo de apoyo: su hermana Martha, la familia De Winne, integrada por Jorge, su esposa Graciela y su hija María José.
El trayecto a recorrer por el deportista era tan extenso como exigente.
Nada menos que 1.200 kilómetros, la distancia que separa a Rafaela del destino elegido, las cataratas del Iguazú.
El medio a utilizar para cumplir ese objetivo, fue el mismo que había empleado en anteriores desafíos. Una bicicleta adaptada para transitar a un buen ritmo por los caminos de cuatro provincias: Santa Fe, Chaco, Corrientes y finalmente Misiones.
Keller, que llegó a una de las bellezas turísticas que distinguen a la privilegiada geografía de nuestro país luego de una semana de pedalear detrás de la Traffic en muchos tramos y haciendo frente en soledad, en otros tantos, a las extenuantes pendientes misioneras, llegó a destino el martes 19.
«Salgo a pedalear todos los días y eso me ayuda muchísimo para tener un buen estado físico. Cuando decidí salir hacia las cataratas, sabía que el esfuerzo a realizar iba a ser muy grande. Mucho más que cuando fui a San Nicolás primero y después a Itatí, en la provincia de Corrientes», le confesó Keller a La Opinión.
El primer día, según consta en el prolijo «Diario de Viaje» que elaboró su hermana Martha, luego de salir desde esta ciudad -a las 8,30- y de recorrer 268 kilómetros, llegó aproximadamente a las 17 a Calchaquí, la localidad «en la que reside el hermano de Graciela».
Luis recordó que «pasamos la noche en esa población y al día siguiente, luego de hacer unos 230 kilómetros, llegamos a Las Toscas, donde nos alojamos en el Hotel Madero, culminando de esa manera la segunda etapa, felizmente con buen tiempo».
En el siguiente tramo, el jueves 14, Keller unió en una misma jornada a tres provincias. «Salimos a las 9 desde las Toscas, ingresamos al Chaco y después de cruzar el puente, que es realmente maravilloso, entramos a Corrientes, donde hicimos un alto para almorzar. Después, seguimos y un desperfecto en la Traffic, nos obligó a estar retenidos dos días en Ita Ibate, un verdadero paraíso junto al río Paraná», repasó.
Después de un reparador descanso, en el parador Barrancas de Brenn, el domingo reanudó la marcha a las 9,30 y después de siete horas arribó a Posadas. «Fue una linda experiencia porque retomé el ritmo y avancé de acuerdo con lo previsto, hasta una ciudad hermosa, donde paramos en el Hotel Canciller», expresó Keller.
Ya en la provincia de la tierra colorada, admitió que «nos impactó la belleza de toda esa región y también la hospitalidad de la gente, que nos brindó un cariño impresionante en todo momento. El martes 19, las subidas y bajadas, fueron las últimas exigencias antes de alcanzar la meta. No conocíamos las cataratas, pero el mismo día del arribo no lo destinamos a visitarlas, porque el esfuerzo había sido muy grande. Al día siguiente, cuando decidimos recorrerlas, le agradecimos a Dios por habernos dado esta posibilidad. Nos encontramos con una gran cantidad de turistas que procedían de diferentes países. Había norteamericanos, japoneses, alemanes, mexicanos y por supuesto, muchísimos brasileños».
En el final del diálogo, los agradecimientos son «para mis hermanos, Martha y Roberto, mi señora Nelly, Jorge, Graciela y María José, el doctor Osvaldo Costamagna y Bici Peretti, que me alentaron en todo momento y que me dieron un envión anímico muy importante».

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 8 de agosto de 2005.

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